El Editorial | Evitemos exponer a los niños al covid
Padres y cuidadores deben velar por el bienestar de bebés y niños, una población susceptible que también corre riesgo de resultar contagiada en este feroz tercer brote del virus. Exponerlos a extraños en reuniones sociales en su hogar es una irresponsabilidad.
Minimizar los síntomas de la covid-19 en bebés o niños es un error que se puede pagar muy caro, y nadie, ni padres, cuidadores o mucho menos pediatras, debería desestimar cualquier señal de alerta relacionada directa o indirectamente con el virus. Epidemiólogos que han estudiado su incidencia en menores de edad advierten que es rara, pero no nula la posibilidad de que desarrollen síntomas graves y mueran a causa de la enfermedad. Son una población susceptible de contagio, y por eso se deben mantener encendidas todas las alertas cuando en el núcleo familiar se confirman positivos o hay riesgo de circulación del Sars-CoV-2 para no subestimar una posible infección.
Uno de los mitos alrededor de la covid-19 en los niños es que como no enferman, o si lo hacen son asintomáticos, pues no hay necesidad de practicarles una prueba que confirme el origen de su sintomatología que se confunde con otras dolencias. Sin embargo, en pocos días, menores con dificultades para respirar, fiebre, tos, diarrea o dolor abdominal podrían requerir hospitalización y, en algunos casos, cuando existen enfermedades preexistentes –muchas veces ni siquiera diagnosticadas con antelación–, bebés o niños que gozaban de buena salud necesitan ventilación mecánica en una unidad de cuidados intensivos.
A pesar del enorme subregistro de casos de covid-19 entre la población infantil, el Instituto Nacional de Salud indica que 80.809 niños de 0 a 9 años han resultado positivos, el 2,8 % del total de contagios confirmados en el país desde el inicio de la pandemia, y 9.411 son bebés de menos de un año, el 0,33 % de los casos. En relación con los fallecimientos, 45 corresponden a menores de 12 meses, el 0,06 % de los 72.725 decesos registrados en Colombia desde marzo de 2020, y 49 a niños de hasta 9 años. Estos datos confirman que la gran mayoría de los menores de edad infectados por el virus se recuperan, no obstante la probabilidad de muerte en los recién nacidos es mucho mayor que en los niños de más de un año porque su sistema inmunológico, responsable de la defensa del organismo, apenas se está formando.
En Barranquilla, donde recientemente murió una niña de 10 años y un bebé de seis meses con una patología respiratoria de base, 264 menores de un año fueron diagnosticados en los últimos 14 meses, el 0,17 % de los más de 149 mil casos detectados en la ciudad; mientras que 2.527 niños de cero a 9 años resultaron positivos, el 1,6 %. En los municipios del Atlántico, los bebés infectados suman 187 y los niños de 0 a 9 años, 1.880. La afectación de ambos grupos etarios equivale al 2,48 % de los más de 83 mil casos reportados desde el comienzo de la emergencia sanitaria.
Los menores no escapan al devastador impacto del tercer brote de la pandemia, mucho más agresivo que los anteriores por la incidencia de nuevas variantes y mutaciones. Intensivistas, pediatras y enfermeras, testigos silenciosos del drama de un bebé o un niño pequeño de 3 o 5 años aislado de sus padres, paralizado por el miedo en un ambiente desconocido, o en el peor escenario, intubado y sedado, claman por una mayor responsabilidad de los adultos frente al contagio de esta población no exenta de riesgos. Merecen ser escuchados.
Sin ambages, el doctor Gustavo Romero, presidente de la Sociedad de Pediatría regional Atlántico, enfatiza en que los padres son los únicos responsables de los contagios de sus hijos. Exponerlos al contacto con personas extrañas a su núcleo familiar constituye una potencial amenaza para su salud. Familias en condiciones de vulnerabilidad socioeconómica no tienen otra alternativa que salir a la calle a trabajar con sus pequeños, pero autoridades de salud del Distrito advierten que el principal foco de contagio de los menores son las reuniones sociales en el interior de los sitios de residencia: una situación totalmente inaceptable que atenta contra su bienestar.
Hasta ahora ningún país del mundo ha comenzado a vacunar a niños o adolescentes. Cuidarlos es la única opción. No son inmunes al virus, son vulnerables como cualquiera de nosotros e incluso mucho más cuando se trata de bebés que no tienen cómo expresar su padecimiento. Establecer criterios de riesgo y prevención es lo que corresponde.
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