El Editorial | Desplazamiento, drama inacabable
El drama del desplazamiento forzado no cesa en Colombia. Más de 12 mil personas han huido de sus lugares de origen durante los últimos días y protagonizan crisis humanitarias que exigen respuestas del Gobierno, la comunidad internacional y la sociedad entera.
Mientras millones de colombianos emprenden viaje a zonas de descanso o centros de peregrinación por Semana Santa, miles de compatriotas de los territorios más distantes también se desplazan, pero por otras razones. Estos ciudadanos afrontan su propio calvario por el accionar violento de grupos armados ilegales que los han obligado a huir de sus lugares de origen para ponerse a salvo. Ni en los días santos la confrontación armada da tregua en el país.
Ondeando banderas y pañuelos blancos, pidiendo respeto para sus vidas, más de dos mil personas abandonaron sus viviendas en el corregimiento de El Plateado, municipio de Argelia, Cauca, tras quedar en medio del fuego cruzado de disidentes del frente ‘Carlos Patiño’ de las Farc y guerrilleros del ELN enfrentados en pleno casco urbano. En los alrededores del parque central quedaron los cuerpos de tres de los combatientes, prueba fehaciente de la cruenta batalla que expuso a los 6 mil habitantes de ese territorio al “uso de artefactos explosivos convencionales y no convencionales por parte de los actores armados ilegales", denunció la Defensoría del Pueblo.
Absoluto irrespeto hacia una población indefensa, sometida al horror de la guerra que se coló entre las ventanas de sus propias viviendas hasta paralizarlos de miedo durante las interminables horas del zigzaguear de balas disparadas a pocos metros del lugar donde estaban. Esto no es normal. Por mucho que en Colombia la violencia sea cosa de todos los días, nadie puede acostumbrarse a las disputas de los ilegales por el control de corredores estratégicos para sus actividades ilícitas, con las que vulneran las mínimas normas de la guerra y convierten a la población civil en protagonista permanente de dolorosos hechos victimizantes.
Al lado del Cauca está Nariño, epicentro del 45% de los desplazamientos forzados registrados en el país durante el último año, de acuerdo con el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR). Este complejo fenómeno de movilidad humana aumentó en 2020, el año del confinamiento por la pandemia. Paradójico, sin duda, pero verosímil porque las estructuras armadas al margen de la ley no se detienen ante nada, tampoco frente a los riesgos de la emergencia sanitaria. En este departamento del suroccidente colombiano cada 11 días se reporta un desplazamiento de civiles, los más recientes en los municipios de Olaya Herrera, El Charco y la Tola, donde 5 mil personas abandonaron sus hogares.
En el nororiente del país, en el municipio de Arauquita, limítrofe con el estado venezolano de Apure, más de cinco mil personas con evidentes necesidades de protección se hacinan en improvisados albergues donde fueron ubicadas, luego de cruzar la frontera huyendo de los combates entre las Fuerzas Armadas Bolivarianas y disidentes de las Farc. Otro lamentable éxodo que no ha parado desde hace al menos 10 días cuando comenzaron los choques armados que también han incluido bombardeos, ataques, saqueos y amenazas contra civiles que constituyen una grave infracción del Derecho Internacional Humanitario. ¿Quién puede regresar bajo estas condiciones a su hogar, si ni siquiera hay garantía de que aún este se mantenga en pie?
La dolorosa historia de la Colombia profunda plagada de violencia, exclusión y miseria, desapercibida para la mayoría de los habitantes de los grandes centros urbanos, queda retratada en el incalculable drama del desplazamiento, del desarraigo empujado por el miedo a perder la vida. Lo más parecido a un viacrucis sin fin que viola los derechos humanos de personas despojadas de su dignidad de la noche a la mañana. Crisis inaceptables que requieren la gestión urgente del Gobierno, el respaldo de la comunidad internacional y la solidaridad de una sociedad cerrando filas contra esta tragedia humanitaria que no puede ser naturalizada.
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