Ilusiona el megaproyecto de capital privado extranjero Arena del Río, que se empezará a construir el próximo año en Barranquilla con una inversión superior a los USD407 millones. El escenario multipropósito con capacidad para 53 mil personas aspira a convertir a la ciudad en un destino de grandes eventos deportivos y de espectáculos de entretenimiento para toda América Latina. Además, funcionará como un centro de operaciones para exportar contenidos audiovisuales creados en los estudios de televisión, cine y música que serán habilitados.

Este proyecto de desarrollo urbano e inmobiliario contempla también un hotel cinco estrellas con 500 habitaciones de lujo, 100 apartamentos y 350 palcos, que demandarán una enorme logística para su funcionamiento con bienes y servicios suministrados por empresas de Barranquilla, el Atlántico y el resto de la Costa Caribe.

No solo es una gran oportunidad para dinamizar la economía pospandemia y generar fuentes de empleo, 9 mil directos en una primera etapa, sino que el complejo, que funcionará los 365 días del año, 24 horas al día, dará un impulso notable a muchas otras cadenas productivas alrededor del turismo, como el comercio, la gastronomía, el transporte y, particularmente, las industrias creativas y culturales, que en Barranquilla han demostrado su enorme potencial a través de los clústeres vinculados al Carnaval. Prueba de ello es la Fábrica de Cultura que se construye en el Barrio Abajo, próxima sede de la Escuela Distrital de Arte y Tradiciones Populares –EDA–, donde se podrán formar los talentosos artistas de la Región como técnicos laborales.

De hecho, la Economía Naranja, el modelo de desarrollo promovido por el Gobierno de Iván Duque que le apuesta a la diversidad cultural y a la creatividad para lograr transformación social y económica, fue definitiva a la hora de inclinar la balanza a favor de Barranquilla como sede de este espacio, donde también habrá museos de música y deportes, parque de realidad virtual y juegos digitales. El marco institucional de las leyes Naranja y de Crecimiento Económico favorecieron las condiciones jurídicas y tributarias que atrajeron a los inversionistas internacionales, el resto lo hizo el ‘niño de Barranquilla’, que hace rato se nos creció, pero que nunca ha dejado de soñar en grande pensando en la tierra que lo vio nacer, la misma que vibró con sus primeras jugadas en el barrio Montecristo.

El exbeisbolista Edgar Rentería, uno de los fundadores de la firma Two Way Stadiums, se la jugó por este ambicioso proyecto y hoy está a punto de conectar el mejor home run de su exitosa carrera con su puesta en marcha. Arena del Río pudo terminar en Buenos Aires o en Ciudad de México, pero será construida en Barranquilla, lo que pondrá a nuestra ciudad en el circuito de los grandes eventos globales. Además, estará de frente al Magdalena, el río Grande, al que por tantos años le dimos la espalda, y que está volviendo a ser punto de encuentro de los barranquilleros gracias al Malecón.

Barranquilla tiene enormes desafíos por delante, sin duda. Los efectos de la pandemia han provocado importantes retrocesos en la calidad de vida de sus habitantes, especialmente de los más vulnerables. Recuperarnos costará, como en otras partes de Colombia y el mundo. Por eso, este proyecto llega en el mejor momento al abrir nuevas posibilidades para los muy golpeados sectores culturales y de entretenimiento, fortalecer a la ciudad haciéndola más competitiva y demostrar su capacidad para generar empleo y desarrollo económico y social, gracias a la confianza de inversionistas extranjeros que reconocen en ella activos excepcionales e intangibles como el valor de su gente y la multiculturalidad.

Vale la pena creer en el poder transformador de Barranquilla con iniciativas tan ambiciosas como Arena del Río, llamada a ser un nuevo motor de la cohesión social de la ciudad.