La pandemia profundizó la brecha socioeconómica de los habitantes de Barranquilla y deterioró la salud mental de la población más joven. Son los resultados más significativos de la encuesta virtual #MiVozMiCiudad de los programas Cómo Vamos, que midió la percepción ciudadana sobre su calidad de vida durante la cuarentena.

Entre el 21 de julio y el 18 de agosto, 3 mil personas, mujeres y hombres mayores de 18 años de todos los niveles socioeconómicos y zonas de la ciudad, respondieron 50 preguntas a través de medios digitales y redes sociales acerca de su situación económica, salud, educación y seguridad. Las conclusiones de este ejercicio reflejan sus vivencias individuales y colectivas, y brindan recursos para la toma de decisiones y adopción de políticas públicas.

Sin intervenciones oportunas y focalizadas, la pandemia, que está ‘viva’ entre nosotros, seguirá ensañándose con los sectores más pobres de la ciudad, duramente golpeados por sus efectos sanitarios, económicos y sociales.

Aunque una parte de los ciudadanos estima que en Barranquilla las “cosas van por buen camino”, 5 de cada 10 encuestados reconocen que sus ingresos actuales no les alcanzan para cubrir los gastos mínimos, especialmente las mujeres de 46 a 54 años residentes en las localidades del sur y la Metropolitana, donde entre un 24 y un 33% de los consultados aseguró haber pasado hambre por falta de recursos.

7 de cada 10 encuestados en las localidades Suroccidente y Metropolitana perdieron su empleo en los últimos meses y el 45% de sus moradores se considera pobre. Ciudadanos expuestos a una mayor desigualdad y exclusión que deben ser priorizados en los planes de generación de empleo para evitar el empobrecimiento de todo su núcleo familiar. Preocupa la agobiante realidad de las mujeres, especialmente las madres cabeza de hogar y las migrantes.

Otra referencia que debe convocar la atención del Distrito es el decaimiento expresado por los jóvenes. El 51,4% de personas entre 18 y 25 años estima que su salud mental es hoy peor que antes de la cuarentena. Son, además, los menos optimistas frente a la situación actual en Barranquilla y los más insatisfechos por la educación recibida en el confinamiento. Una clara sensación de hartazgo, impotencia y hasta abandono que demanda una atención especial por los riesgos que enfrentan, sobre todo en los sectores más vulnerables.

Los ciudadanos también dijeron sentirse seguros en sus hogares durante la cuarentena, cuestionaron el mal comportamiento de las personas frente a las medidas de bioseguridad, tanto en la calle como en los sistemas de transporte, y ligeramente aumentaron el uso de la bicicleta. Una oportunidad para impulsar la movilidad sostenible en Barranquilla.

En el comparativo nacional, con más de 60 mil habitantes consultados en 34 territorios, Barranquilla apareció como la tercera ciudad con mayor optimismo en el país, después de Montería y Santa Marta.

Está claro que existen amplias franjas de la población más afectadas que otras por las consecuencias de la pandemia, entre ellas las mujeres y jóvenes que vieron reducidas sus expectativas vitales porque no cuentan con muchas posibilidades o alternativas de revertir este escenario complejo y adverso. Si no se garantiza a estos sectores una respuesta institucional lo suficientemente inclusiva se agudizarán fracturas ya abiertas en la sociedad que luego serán más difíciles de cerrar. Imposible tapar el sol con un dedo.