Acelerar la diplomacia por Ucrania
Mientras Estados Unidos y la OTAN insisten en que el Kremlin busca un “pretexto” para lanzar una invasión a Ucrania y Rusia anticipa una respuesta “técnicomilitar” si fracasa la negociación, las bombas ya empezaron a caer en el este de ese país. Urge intensificar los esfuerzos diplomáticos.
La tensión en Ucrania va en aumento. Los hechos de las últimas horas dan cuenta del escalamiento de una crisis que, pese a los esfuerzos diplomáticos, se antoja inatajable. Tanto que podría derivar, en cualquier momento, en una gravísima agresión militar, que desencadene lo que la comunidad internacional intenta evitar a toda costa: una guerra híbrida, descarnada e impensable, de consecuencias impredecibles, entre Rusia y Estados Unidos, 30 años después de la desaparición de la Unión Soviética.
Por más rivalidades que arrastren, o en su afán de contener la expansión de su adversario al precio que sea, ninguna de estas dos superpotencias, debería consentirse revivir o resucitar los viejos demonios de su extenso, además de intrincado, enfrentamiento durante la Guerra Fría, que mantuvo al mundo en vilo. Ojalá que no sea demasiado tarde para dar marcha atrás.
Por lo pronto, la situación ha empezado a ser insostenible en el este de Ucrania, donde era cuestión de tiempo para que de los ataques verbales entre los bandos en disputa se pasara a los ataques armados, de los que ahora se acusan mutuamente. El gobierno del presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, señala a las milicias separatistas prorrusas, respaldadas por Moscú, de violar el frágil régimen de alto el fuego en Donbás. Puntualmente en Stanitsa Luganska, donde este miércoles cayeron 32 proyectiles, uno de los cuales impactó en una guardería, provocando heridas a tres empleados. Fue un milagro que ninguno de los niños resultara lesionado.
Pero motivos para preocuparse es lo que sobran. Luego de 500 explosiones registradas en menos de 24 horas, nada conduce a creer que la cosa se va a calmar en ese territorio, reducido a un teatro de operaciones militares, donde se enfrentan desde hace 8 años el ejército ucraniano y los separatistas prorrusos, en un conflicto que se ha cobrado la vida de más de 14 mil personas.
Mientras la indignación de los líderes europeos aumenta por lo que consideran una “provocación” de Moscú, la otra batalla se libra en los escenarios diplomáticos, donde la artillería verbal es también bastante pesada. Por su parte, el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, y el secretario de Estado de los EE. UU., Antony Blinken, insisten en que Rusia sigue buscando un “pretexto” o amplificando “falsas alarmas” sobre una limpieza étnica o un genocidio, a través de su maquinaria de guerra en el ciberespacio, para invadir Ucrania, donde han desplegado “muchos agentes de inteligencia” con ese objetivo.
Ni el uno ni el otro, alfiles claves de esta grave crisis, le creen a Rusia cuando dice que está reduciendo sus tropas en la zona de frontera. Por el contrario, sus informes de inteligencia les confirman que ya son más de 150 mil las tropas terrestres, además de aviones y barcos, con los que el Kremlin “se está preparando para lanzar un ataque contra Ucrania en los próximos días”, frente al que reiteran no existe “justificación”. Ambos se expresan seriamente preocupados ante el supuesto plan de invasión del que revelaron escalofriantes detalles.
Hábil como el actor político global que sin duda es, Rusia, con el respaldo de China, arremete contra Estados Unidos. Dice que atiza la crisis, convirtiéndola "en un circo" con "acusaciones sin fundamento”, al tiempo que denuncia. En su caso a las fuerzas ucranianas de violar los Acuerdos de Minsk sobre el alto el fuego en el volátil este del país, donde, con toda seguridad, las dos partes los han vulnerado repetidamente desde 2014. ¿Será este el detonante de la supuesta invasión? O como se ha indicado desde el primer momento, ¿Moscú le cobrará a Ucrania, y a sus nuevos aliados, una factura impagable por su decisión soberana de adherirse a la OTAN, lo que a juicio del Kremlin es una amenaza a sus intereses?
Si Rusia invade a Ucrania, no solo la seguridad y estabilidad de este país del este de Europa corren grave riesgo. Lo que está en juego es muchísimo más complejo que solo eso. La política es el arte de lo posible, y todos los caminos de la diplomacia, por el bien de la paz global, deben seguir recorriéndose. Es lo mínimo, ahora que las bombas han empezado a caer.
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