A fondo contra el ‘clan’
La captura de Carlos Mario Úsuga, jefe del ‘Clan del Golfo’, es una buena noticia para todos, pero lo que se espera es que este golpe desemboque en la caída definitiva de la que es considerada la estructura criminal más fuerte del país.
La detención de Carlos Mario Úsuga, anunciada anteanoche por el presidente Duque, es sin lugar a dudas una excelente noticia dentro de la difícil lucha del Estado contra las organizaciones criminales que operan en Colombia.
El capturado es el jefe de Finanzas del ‘Clan del Golfo’, la estructura criminal más poderosa del país, que dirige su hermano Dairo Antonio Úsuga, alias Otoniel. Cabe suponer, por tanto, que tiene abundante información almacenada –ya sea en su memoria personal o en la de sus dispositivos digitales– sobre el modo de operar de la organización. Será ya tarea de los investigadores hacer aflorar ese yacimiento informativo que seguro alberga Carlos Mario Úsuga y que este previsiblemente se resistirá a entregar de buenas a primeras a las autoridades.
Ahora bien: así como hay que celebrar como un importante éxito este golpe contra el ‘Clan Úsuga’, también hay que recordar que estamos ante una estructura criminal seguramente preparada para eventualidades de esta índole. No es la primera vez, por cierto, que las fuerzas de seguridad detienen a personas del entorno familiar de ‘Otoniel’ o del círculo de poder del ‘Clan Úsuga’, sin que ello haya conducido al fin de la banda.
Según diversas fuentes, estamos ante la organización delictiva más fuerte, mejor cohesionada y con mayor número de combatientes activos (superarían los 1.500) que actúa en el territorio nacional.
Nacido de las entrañas del paramilitarismo de los años 90, el ‘Clan Úsuga’ ejerce un amplia control sobre el narcotráfico y la minería ilegal, negocios jugosos que le permiten, precisamente, mantener su potente estructura.
Poco antes de que Juan Manuel Santos dejara la Casa de Nariño, alias Otoniel transmitió su deseo de desmovilizar la organización a cambio de ser considerados actores del conflicto y recibir los correspondientes beneficios. Santos respondió con una propuesta de sometimiento a la justicia, que incluía algunas concesiones, pero no las gabelas que esperaba el jefe del ‘Clan Úsuga’, con lo cual el proceso encalló.
Aquella aproximación de ‘Otoniel’ dio pie a todo tipo de interpretaciones: que su organización estaba debilitada, que se trataba de una artimaña para aprovechar los beneficios del proceso de paz al tiempo que conservaba su red criminal con personas interpuestas, etc. Pero, más allá de los análisis, la realidad es que la banda siguió actuando con mucha fuerza en vastos territorios del país. En especial en el departamento de Córdoba, en cuya capital, Montería, fue capturado Carlos Mario Úsuga cuando se hallaba en un centro comercial.
Ojalá nuestras dudas se disipen y este golpe sí desemboque en la caída definitiva del sanguinario ‘clan’.
Según diversas fuentes, estamos ante la organización delictiva más fuerte, mejor cohesionada y con mayor número de combatientes activos (superarían los 1.500) que actúa en el territorio nacional.
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