El Heraldo
Editorial

Desigualdad laboral

Todos los estudios y estadísticas sobre la inclusión de la mujer en el mercado laboral determinan un resultado desigual para ellas. Mientras los hombres ganan más dinero, históricamente ellas obtienen menos salarios, inclusive aun teniendo la misma preparación y responsabilidad. Hay además un agravante: la doble jornada ligada a sus actividades en el hogar, porque allí el desempeño de la mujer, vinculada a la producción económica fuera de casa, es mucho mayor que el del hombre. 

Mientras ambos trabajan ocho horas en promedio, las mujeres triplican sus responsabilidades con los quehaceres domésticos y el cuidado de niños o adultos mayores, una muestra patente de discriminación de género. Por esas razones en Colombia la brecha laboral existente entre hombres y mujeres no se reduce. Los hombres han logrado un mayor estatus, mientras que las mujeres deben ocuparse en la mayoría de los casos de oficios despreciados por el género masculino. El indicador de desempleo para ellas es alto y los sueldos bajos. El Dane indica que durante los últimos meses del año pasado la tasa de desempleo de los hombres fue de 6,8%, mientras en las mujeres fue del 12,1%.

Y aunque en el país el gobierno busca controlar la desigualdad laboral entre hombres y mujeres, esta tarea no ha sido ni es fácil, porque además de las diferencias por el número de puestos de trabajo hay unas profundas brechas que marcan las desigualdades en materia de salarios, capacitación, condiciones laborales y la ocupación.

En Colombia las mujeres ganan 11% menos que los hombres, establece un estudio de la Organización Internacional del Trabajo. Esos menores ingresos se deben a discriminación directa o a segregación ocupacional en empleos de baja valoración y calidad. Y no solo la OIT ha dado estos diagnósticos negativos, también la ONU Mujer exige mejores políticas públicas para eliminar lo que denomina los ‘pisos pegajosos’, relacionados con mujeres que han tenido maternidad temprana y educación. Y también los ‘techos de cristal’, en el que se ubican mujeres con educación y salarios altos, pero con ingresos desiguales con hombres de su mismo nivel educativo y laboral.

Circula en redes una crítica alegórica a esta situación: se trata de una pista de carrera con dos carriles, uno para hombres y otro para mujeres. En el masculino hay apenas unas cuantas vallas, en el carril femenino, además de las vallas, hay mesas de plancha, lavadoras, estufa y ollas. Sin palabras.

 

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