Las imágenes captadas por cámaras de Transmetro en la estación Alfredo Correa de Andreis, en las que un vendedor propina una salvaje golpiza a un guía del sistema de transporte, vuelven a poner en primer plano informativo las situaciones de inseguridad que se producen en diversos puntos de la red.

Según la versión oficial de los hechos, el vendedor se negaba a devolver el cambio a una usuaria que le había comprado un producto. El guía, adscrito al programa ‘SúbeT a la cultura Transmetro’ y que estaba presente en el momento de la discusión, exhortó al vendedor a pagar la suma pendiente. Además, le recordó la prohibición de realizar actividades comerciales en el interior de las estaciones.

El interpelado la emprendió entonces a puñetazos contra el guía, que fue internado en un centro asistencial en delicado estado de salud. Al cierre de esta edición, la Policía buscaba al agresor, que respondería al nombre de Anderson.

Tiene toda la razón la compañía de transporte al calificar de “inadmisible” lo sucedido. Desafortunadamente, estamos ante hechos que se repiten con preocupante frecuencia. 

De acuerdo con datos de la empresa, desde que se puso en marcha ‘SúbetT’, hace ocho meses, se han producido 52 ataques físicos a los guías del sistema. Solo en la última semana se han registrado tres agresiones en la estación Correa de Andreis, ubicada en la carrera 46 entre calles 61 y 63,    que es la que concentra mayor número de incidentes junto a las estaciones La Arenosa y La Catedral.

Estamos, sin duda, ante unas conductas que no se producen solo en las estaciones de Transmetro. La agresividad y la intolerancia están más presentes de lo deseable en nuestra ciudad y en nuestro país. 

Hacer un análisis de los numerosos y muy variados factores que confluyen en esta realidad excedería el objetivo de esta nota editorial. Sin embargo, sucesos como el de  ayer en Transmetro nos recuerdan en toda su crudeza que no nos encontramos ante una tarea sencilla.

De momento, nos conformaríamos con que el guía se recupere pronto de sus lesiones y que la compañía redoble la seguridad de estos colaboradores para minimizar su exposición al riesgo. Y que las autoridades den con presteza con el agresor y caiga sobre él un castigo ejemplar, de modo que sirva de advertencia a quienes creen que pueden ir por la vida moliendo a golpes a los que se atraviesan en su camino.

Las estaciones de Transmetro, que deben ser puntos de convivencia de una sociedad en movimiento, no pueden convertirse en espacios de violencia, temor y desconfianza.