Al margen de la grieta que el ataque ahondó en la supuesta invencibilidad de Putin y su entorno, la realidad incontestable indica que Daesh, tras su despiadada reaparición, sigue siendo una amenaza global dispuesta a dar nuevos zarpazos. ¿Dónde? Difícil anticiparlo porque de acuerdo con su concepción integrista o radical, en el mundo infiel de Occidente muchos podrían ser sus futuros blancos. Con determinación, las grandes potencias elevan sus alertas terroristas. Hacen lo correcto. En un contexto global cada vez más inestable se deben tomar todas las precauciones.
Editoriales
Quienes desde distintas orillas aplauden la resolución de los congresistas comparten sus motivaciones para hundir la iniciativa. También confían en que se encuentren puntos en común para volver a barajar las cartas en torno a un nuevo proyecto que incorpore todas las visiones posibles, sin imposiciones ni ultimátums. La provocadora sentencia del jefe de Estado al Congreso, en su acostumbrado tono confrontacional, en la que hace afirmaciones temerarias sobre las actuaciones que emprenderá si se hunde definitivamente la reforma, en tanto lo señala con dedo acusador, no es conducente a ninguna parte. Menos a un necesario consenso. Por el contrario, solo le corrobora al país la estrategia petrista de etiquetar como enemigos de la salud de los más pobres a quienes decidieron cuestionar el modelo que, a su juicio, es el único válido.
Es un proyecto que le viene bien a la ciudad, pero sobre todo a una de las localidades más golpeadas por la inseguridad y por la pobreza y que concentra gran parte de la historia y las tradiciones de Barranquilla. El arroyo de Rebolo le ha cargado un enorme estigma al barrio que lleva su mismo nombre y a los otros tres que son testigos inevitables de todas las tragedias que ha causado, pero que ahora merecen ser testigos de la transformación que promete.
No existe ningún subterfugio ni coartada que descargue de culpa a quienes se lucraron del infortunio de las comunidades de La Guajira que padecen lo indecible, hasta la muerte de sus seres más amados, por la falta de agua potable. Quienes lo hacen y, lamentablemente, así ha sido de manera recurrente durante décadas, no tienen perdón de Dios, pero tampoco lo deben tener de la justicia humana. Carrillo quien habla con la claridad esperada sobre el desdoro en el que ha caído la entidad que ahora preside debe trasladar sin falta a la Procuraduría, Contraloría y Fiscalía, sus hallazgos, que no deben ser pocos. Y a los organismos de control que no les tiemble el pulso para con celeridad y eficacia producir los resultados que el país demanda por este caso.
Pese a los llamados de la ONU y de sus agencias, la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Unicef, que anticipan desgracias aún peores al advertir que el 80 % de las personas en riesgo de morir de inanición de todo el mundo se concentran en Gaza, Israel no accede a levantar los férreos bloqueos impuestos al ingreso de ayuda humanitaria por los pasos terrestres, como el de Rafah, frontera con Egipto. Ante la imposibilidad de entregar asistencia inmediata, continua y segura en toda la Franja, el hambre se extiende sin piedad, ensañándose con los más vulnerables.
Todos esos retos identificados con claridad por la nueva fiscal son propósitos encomiables en el camino de resolver las 3 millones de investigaciones en curso que recibe o de corregir perversos desequilibrios del sistema, muchos de los cuales derivan en absoluciones inexplicables que extienden la sombra de la impunidad a diversos niveles. Sin duda, su principal desafío, el que definirá su impronta, será reivindicar con sus resultados procesales la independencia, autonomía e imparcialidad de la Fiscalía. Sus acciones deben ser las que hablen por el ente acusador, envuelto recientemente en desgastantes polémicas que desvían o distraen su atención, esa es la sensación que queda, de lo que es prioritario en el ejercicio de sus funciones.