El catalán Toni Puig es uno de los grandes expertos del mundo en materia de urbanismo. No en vano es conocido como el ‘gurú de las ciudades’. Sus opiniones son muy tenidas en cuenta en los debates sobre la configuración que deben tener los núcleos urbanos para conciliar la calidad de vida de los habitantes con las perspectivas de sostenibilidad económica y ambiental. En una breve visita que realizó a Barranquilla, Puig estuvo ayer en EL HERALDO, donde expuso algunos puntos de vista muy interesantes sobre nuestra ciudad, que deberían ser tenidos en cuenta por las autoridades locales, tanto las actuales como las venideras.
El experto fue muy categórico al afirmar que Barranquilla reúne las condiciones para convertirse en la “capital del Caribe”, tanto por su envidiable localización geográfica como por la calidad humana de sus moradores, aunque señaló que un objetivo de esa envergadura solo se podrá conseguir mediante la activación de un gran pacto entre los sectores público y privado, en el que el interés general se sitúe al margen de los intereses partidistas o personales.
Puig, que formó parte de la comisión de expertos que promovió la formidable transformación que experimentó Barcelona a comienzo de la década de los 90, consideró que Barranquilla debería guiarse, en cierto aspecto, por el espíritu que orientó aquella metamorfosis. Explicó que, al igual que nuestra ciudad, la capital catalana carece de imponentes atractivos históricos (a diferencia de Sevilla o Granada, en España, o Cartagena, en Colombia), pero esa carencia la suplió con una apuesta decidida por la modernidad.
A su juicio, el éxito de Barranquilla dependerá de su capacidad para desplazarse hacia el río Magdalena y convertir a este en un componente activo de su vida urbana. En este sentido, sugirió tejer alrededor del puerto una zona de investigación tecnológica que se especialice en las necesidades productivas del país, y, en el resto de la ribera del Magdalena, promover actuaciones urbanísticas, diseñadas con racionalidad, para que la zona adquiera vitalidad. Eso sí, salvaguardando generosos espacios públicos para el disfrute de los ciudadanos.
Consideró, además, que la transformación de Barranquilla no será completa si no se recupera el centro histórico de la ciudad y se convierte en un lugar de residencia habitual de ciudadanos. Vislumbró un espacio al que irían a vivir personas dedicadas a oficios creativos, como pede ser el Village en Nueva York o La Candelaria en Bogotá.
Para Puig, la celebración de los Juegos Centroamericanos y del Caribe de 2018 debe ser la “excusa” para que Barranquilla pegue ese salto hacia la modernidad. La ciudad, dijo, debe aprovechar la ocasión no solo para construir estadios o infraestructuras viales, sino para acometer un transformación urbana a fondo que llegue a todos los barrios y eleve la calidad de vida de los habitantes.
El urbanista subrayó que para efectuar un proceso de modernización semejante se requiere una gestión pública eficaz y con visión de futuro, condiciones que, en su opinión, cumple la Administración distrital. El reto, insistió, es lograr la implicación del sector privado.
En este momento crucial en el que Barranquilla está definiendo su identidad para las próximas décadas, las lúcidas reflexiones de Puig no pueden ser más oportunas.