El Heraldo
Un transeúnte pasa frente a varios locales que se ofrecen en arriendo en la zona norte de Barranquilla. Orlando Amador
Economía

Reventados, negocios en el Caribe cierran debido a la pandemia

En Barranquilla la Lonja de Propiedad Raíz dice que más del 50% de los locales comerciales adeudan el valor de sus arriendos. 

Uno de los efectos más devastadores que arrastra la crisis económica a raíz de la COVID-19 es el cierre de docenas de negocios en la Costa Caribe que ante la nula rentabilidad de sus operaciones toman la difícil decisión de desplegar sus esteras y colgar el cartel de cerrado. La pandemia se llevó sus sueños.

Carteles de venta o de arriendo pueden observarse en diferentes zonas de Barranquilla y con mayor frecuencia en los sectores con alto movimiento comercial. Un panorama que contrasta con la reciente reapertura que está viviendo la capital del Atlántico, producto del buen comportamiento epidemiológico, y que ya suma a más de 2.000 locales comerciales reactivados.

Roberto Cáceres, gerente general de Colliers International, señaló que “el comercio a la calle sufrió los impactos del aislamiento preventivo obligatorio, mostrando nuevos locales disponibles en zonas icónicas de la ciudad como el Paseo Bolívar y la concurrida calle 72”.

“Desde el punto de vista urbanístico Barranquilla es una ciudad más pequeña que otras ciudades, pero es muy comercial y se ha visto, de verdad, una intensión genuina del mercado de quererse autorregular. Es lamentable cuando se llega a situaciones donde definitivamente termina una relación en la entrega de un inmueble”, señaló Sandra Carbonell, directora ejecutiva de la Corporación Lonja de Propiedad Raíz de Barranquilla.

Carbonell señaló que el gremio está trabajando para “evitar que se den las vacancias inmobiliarias” y por ello están ejecutando un programa de gestión de acuerdos. “La única forma de lograr minimizar la vacante inmobiliaria para que a su vez el efecto en el desempleo se pueda controlar es llegando a acuerdos entre las partes”, precisó.

Según datos de la Lonja de Barranquilla con corte al 30 de junio, en la ciudad por cada 1.000 inmuebles comerciales el 51% no ha pagado el canon de arrendamiento. A nivel nacional este porcentaje tiene de media un 38,4%.

“El impago de los cánones de arrendamiento en la ciudad es bastante superior al resto del país, lo cual tiene su lógica, ya que en junio casi todo el país estaba dando pasos importantes en su reapertura económica, mientras que nosotros hicimos el intento y se recogió”, asegura.

La Lonja calcula que por cada 1.000 inmuebles comerciales en Barranquilla el 70,7% presenta algún tipo de acuerdo entre las partes. Esta cifra es superior a la media nacional de 48,8%, lo que se traduce en que existen más aproximaciones entre las partes. Pese a esto, según plantea la ejecutiva, parte del acuerdo puede involucrar la entrega de la propiedad.

Sin embargo, el gremio no cuenta con el porcentaje oficial de locales que se han devuelto por parte de los arrendadores.

“Llevamos los meses de abril, mayo, junio y julio, cuatro meses consecutivos con esta misma situación, entonces sostener esa cantidad de tiempo ciertas condiciones no es fácil”, sostuvo Carbonell.

En una encuesta correspondiente al mes de julio y elaborada entre los diferentes gremios económicos de la ciudad, la Cámara de Comercio de Barranquilla y Fundesarrollo, se determinó que el 6,1% de las empresas en la capital del Atlántico cerró definitivamente.

La amarga despedida de un sueño familiar
Fachada del salón de eventos Bruselas, cerrado recientemente. Orlando Amador

El cálido abrazo de su esposo en medio de una tarde lluviosa buscaba consolarla, pero la tristeza y las lágrimas que corrían por su rostro no podían ser tranquilizadas en ese momento. Vivian Tovar y Hernando Roncallo se despidieron el pasado 11 de julio del salón de eventos Bruselas, el negocio que la familia Roncallo había administrado desde hace 20 años y que desde 2014 estaba bajo sus riendas. Su despedida fue inmortalizada en un video mientras descolgaban el letrero de la fachada que se hizo viral en redes sociales y que revivió los recuerdos de los cientos de barranquilleros que habían compartido en el local.

“Al momento en que bajamos el letrero se fueron muchos sueños e ilusiones, trasnochos y momentos felices. Cuando comenzó el negocio yo tenía 15 años, ahora tengo 35 años; pasé toda mi juventud allí. Fue muy duro ver como se derrumbaba todo. Se cerró un local, pero el Bruselas vivirá por siempre”, expresó Hernando Roncallo, el copropietario e hijo de los fundadores del local.

El salón de eventos Bruselas se creó en 1999, como un negocio familiar, bajo las riendas de la madre de Hernando hasta su repentina muerte en 2014, año desde el cual los esposos decidieron tomarlo.

Ese mismo año la pareja invirtió unos $189 millones para renovarlo por completo. “Teníamos un presupuesto limitado que se vio ampliamente superado en las renovaciones. Decidimos vender uno de nuestros carros y buscar préstamos porque nuestro compromiso era el negocio”, dijo Tovar.

En enero pasado realizaron otra inversión por $45 millones para rejuvenecer el letrero, modernizar los aires acondicionados y refaccionar la fachada.

Luego de una temporada sin eventos por motivo del Carnaval, marzo los recibió con una agenda repleta de celebraciones que rápidamente se vieron suspendidas ante la llegada de la COVID-19 al país. Frente a prohibiciones de reuniones masivas, la normativa del distanciamiento social y el confinamiento, encadenado a otras medidas, el sector de los eventos masivos es uno de los más golpeados por la crisis financiera.

Desde la extensión de la segunda cuarentena Roncallo y Tovar buscaron contacto con la dueña de la propiedad para conocer si contarían con su mano amiga en los momentos de cero producción, pero la respuesta que obtuvieron fue un “si no tienes el dinero, entrégame la propiedad”, explicó Tovar.

Según cálculos de la pareja, hasta el momento se deben $30 millones por canon de arrendamiento, $6 millones por cada mes de cuarentena. “¿Cómo podemos pagar si no se produce nada?”, se preguntó Roncallo. Ante la incertidumbre, decidieron reinventarse, pero notaron que solo era rentable para pagar a los empleados.

“Ahí fue cuando le pasamos el anuncio a la arrendataria, que nunca ha dado la cara. Ese día decidimos bajar el letrero y enviarle las llaves a su casa, no podemos seguir con esto. A la semana siguiente del video, la arrendataria envió a un abogado a decir que quería conciliar, pero es la hora y todavía no nos recibe la casa”, aseguró Tovar.

Un caminante que llegó a su destino
Orlando Amador

Apasionado por la cultura del café y por querer llevarles a los habitantes de su Barranquilla natal una experiencia de la cultura cafetera completamente  diferente, Andrés Vergara decidió materializar su sueño y junto a un amigo de su infancia fundaron la cafetería El Caminante en 2017, con una inversión estimada en $300 millones.

“Empezamos a crear una comunidad más sólida poco a poco y en ese pleno crecimiento es cuando empezó la pandemia. A raíz de ella nosotros cerramos una semana antes de cuando se declaró la cuarentena. Después de estar cerrados un mes decidimos regresar, pero vendiendo a domicilios, que es lo que se permitía”, dijo Vergara.

Los pasos del caminante recorrieron la ciudad bajo esa modalidad por dos arduos meses. “Fueron dos meses duros. Nos dimos cuenta que no dominábamos el modelo de domicilios y tampoco estábamos en el top of mind de la gente. Ahí confirmé que mi negocio es brindar la experiencia”, enfatizó Vergara.

Con unas pérdidas económicas cercanas a los $10 millones mensuales durante esos 60 días, entre un mar de dudas Vergara determinó que “para estar operando a domicilio generando pérdidas, es preferible cerrar”.

“Te empiezas a cuestionar un montón de cosas. Te cuestionas a ti mismo en todos los aspectos. Es un paradigma de tu corazón contra tu cerebro. Te llegas a preguntar si es que hiciste algo malo y no es así, es que pasó esto y se acabó. A veces, la vida es así”, dijo Andrés Vergara.

El pasado 30 de julio se cumplió un mes desde que El Caminante llegó al final del camino. Durante el presente mes de agosto cumpliría tres años de fundado. “Estaba tratando de crear un negocio que perdurara en el tiempo y la memoria de Barranquilla. Ojalá se me vuelva a dar la oportunidad”, agregó el empresario.

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