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Rusia el mayor adversario de la agencia mundial antidopaje

Veinte años después de su nacimiento, la organización ha creado herramientas para coordinar y mejorar la lucha contra el dopaje.

¿Cuál es el balance de la Agencia Mundial Antidopaje (AMA)? Veinte años después de su nacimiento, la organización ha creado herramientas para coordinar y mejorar la lucha contra el dopaje, pero sus debilidades han quedado al descubierto al estallar el gran escándalo de dopaje institucional en Rusia.

La AMA nació oficialmente en noviembre de 1999. Ha pasado un cuarto de su existencia haciendo frente a la crisis rusa, que hizo recordar que el dopaje de Estado, como el que tanto dio que hablar en su día con la República Democrática Alemana (RDA), era algo más que un simple mal recuerdo.

En Rusia, el sistema de corrupción masivo (entrenadores avisados de controles, centenares de controles positivos disimulados...) se había instalado incluso en el seno de la Agencia Rusa Antidopaje (RUSADA) y del laboratorio de Moscú, supervisado por la AMA. El estallido del escándalo evidenció los fallos de vigilancia del sistema.

La AMA no fue escuchada por el Comité Olímpico Internacional (COI), su impulsor, cuando solicitó dejar fuera a Rusia de manera global de los Juegos de Rio-2016.

"Hemos visto los límites del sistema", admitió a la AFP el director general de la AMA, Olivier Niggli. Pero "hace falta también fijar el límite de lo que se espera de la lucha antidopaje", apunta.

"Ante la intervención de los servicios secretos (rusos), el sistema antidopaje nunca estará en disposición de poder luchar. Pese a ser así, esto ha salido y hemos cambiado muchas cosas con esta crisis", afirma.

Entre esos cambios está el refuerzo del servicio de investigación de la AMA, creado en 2015 y que ha destapado otros casos. O reglas que permiten sancionar a países o federaciones deportivas, incluyendo incluso la posibilidad última de impedir una participación en los Juegos Olímpicos.

La crisis de 1998 que supuso el 'caso Festina' en el Tour de Francia de ciclismo supuso la primera piedra de la AMA. Meses de negociaciones dieron paso a un compromiso entre los Estados y el COI.

AFP

Medios insuficientes

Dos décadas después hay luces y sombra. La AMA, con sede en Montreal (Canadá), hizo aprobar en 2004 un Código Mundial Antidopaje, que fija unas reglas únicas, y 188 países se adhirieron a la Convención UNESCO de 2005, que permite transponer ese código a las respectivas legislaciones nacionales.

El pasaporte biológico, las obligaciones de estar localizable para controles antidopaje, las cooperaciones entre la AMA y los servicios de investigación o la industria farmacéutica, y la mejora de los métodos de detección son algunos elementos que han reforzado el sistema.

Forzadas por los escándalos repetidos, algunas federaciones han puesto en funcionamiento órganos antidopaje sólidos e independientes, como el ciclismo (CADF) o el atletismo (AIU). También programas de reanálisis de muestras que han dado lugar a la descalificación de decenas de deportistas medallistas en Juegos Olímpicos, en su gran mayoría en la halterofilia.

Pero diez años después del escándalo de dopaje sanguíneo de la 'Operación Puerto', el 'caso Aderlass', que a principios de 2019 afectó al esquí de fondo y al ciclismo, recuerda que las autotransfusiones son todavía indetectables en los controles o incluso en el pasaporte sanguíneo.

"La investigación ha mostrado cómo de fácil es esquivar los reglamentos", explicó esta semana el jefe del equipo de investigación de la fiscalía de Múnich sobre ese caso Aderlass, Kai Gräber.

Desde el caso de Rusia, la AMA, que contaba con 117 empleados a finales de 2018, ha emprendido un amplio programa de vigilancia de las federaciones y de las agencias nacionales antidopaje. Su capacidad de control ha quedado forzosamente en entredicho por sus medios limitados cuando en ciertos países, como Kenia, el dopaje es un medio de subsistencia para numerosos atletas anónimos.

Financiada por sus dos pilares, el COI y los Estados, la AMA está dotada de un presupuesto general de unos 36 millones de dólares (32 millones de euros) en 2019, menos del que se estima para el equipo ciclista Ineos (unos 40 millones de euros).

Un presupuesto "insuficiente", reconoce Olivier Niggli, que destaca el "esfuerzo importante" de los contribuidores, que prometieron un aumento anual de un 8% durante cinco años (2018-2022).

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