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“Los Caimanes de los 90 estamos en la historia del baloncesto colombiano”: Alberto Sinclair

‘El Mongo’ fue uno de los protagonistas del glorioso equipo de baloncesto de Barranquilla. Dice que bautizó a su hijo con el nombre de Antoine Joubert, el estadounidense que brilló en el quinteto reptil. Hace tres meses se encuentra en la ciudad tratando de empujar al básquet local. 

Caimanes fue un equipo grande y glorioso. Llenaba y hacía vibrar el coliseo Elías Chegwin. El quinteto que representaba a Barranquilla en el torneo profesional de baloncesto de los años 90, devoraba sin piedad a sus rivales, brindaba espectáculo y festejaba títulos. Antes de que las emociones de este deporte se apagaran en la ciudad, por diferentes motivos (principalmente el económico), los reptiles levantaron tres trofeos en 1995, 1997 y 1998. 

El primero de ese trío de logros se quedó tatuado en el corazón de los seguidores locales del básquet por la magia de las jugadas y canastas que significaron la victoria. Alberto Antonio Sinclair Downs, mejor recordado como ‘el Mongo’ Sinclair, fue uno de los protagonistas de aquella gesta deportiva.

El sanandresano, de 1,80 de estatura y ya con 42 años de edad, habló de su vida actual y de aquellos días triunfales en los que él integraba una maravillosa escuadra liderada en el maderamen por el estadounidense Antoine Joubert.   

 

El sanandresano trata de transmitir todo ese talento a su hijo Antoine Sinclair.
P.

¿Qué hay de su vida?

R.

Ahora mismo estoy en Barranquilla. He estado en San Andrés en los últimos 5 años, pero decidí volver por acá.

P.

¿Hace cuánto está en Barranquilla?

R.

Llevo tres meses por acá. Tomé la decisión de venirme porque me gusta el baloncesto y siempre me ha gustado la ciudad. Estoy por acá buscando trabajar en el básquet para ver si Barranquilla vuelve a ser lo que era Barranquilla en baloncesto.

P.

¿Abrió una escuela?

R.

Yo tengo una fundación y en San Andrés he hecho campamentos para niños con entrenadores del exterior. En el momento no tengo un club o una escuela, la idea es formar algo de eso a medida que vaya pasando el tiempo.

P.

¿Cómo ve el baloncesto del Atlántico?

R.

Me he dado cuenta de muchas cosas. Como que hay mucha rivalidad y eso perjudica al básquet. Ojalá se pueda organizar porque Barranquilla lleva años de no figurar a nivel nacional, he visto muchos jugadores atlanticenses que les ha tocado representar a otros departamentos. Sería bueno organizar la Liga, ordenar la casa.

P.

¿Cómo está la cosa en San Andrés?

R.

Hubo un cambio de Liga, apenas están en las diligencias de organizarse, pero el baloncesto ha bajado mucho en la isla. Ya no es igual, se ha perdido interés y ha existido abandono por parte de los entes que patrocinan ese deporte. Yo allá tuve mi club y las cosas no funcionaron muy bien que digamos. Creo que el básquet está casi en la misma situación que acá.

Gustavo Lindo, Jarvys Mathews, Washington Vargas, Ernesto Fuentes, Antoine Joubert y Alberto Sinclair, integrantes del equipo de Caimanes de 1996.
P.

¿Por qué deja la isla para llegar a Barranquilla?

R.

Después de jugar he estado preparándome como entrenador. Llegó el momento en que dije: en Barranquilla me dieron la oportunidad de ser jugador profesional y ahí puedo desarrollarme como entrenador. Esta ha sido mi casa. En San Andrés dejé toda mi familia, aquí ando con mi hijo de 11 años de edad. 

P.

¿Acá lo conocen más que en San Andrés?

R.

Acá me fue mucho mejor profesionalmente.

P.

¿Cuál ha sido el mejor jugador sanandresano?

R.

Han existido muchos muy buenos. De los que he visto jugar, Randy Stevens y Jimmy Palmer, pero para mí el mejor ha sido Víctor Lever. Yo me considero un jugador normal de San Andrés.

P.

Allá el nivel es bueno…

R.

Sí, han existido excelentes jugadores en la isla. Yo siempre digo que todos están por encima de mí.  

P.

Usted fue campeón nacional con San Andrés…

R.

Yo fui campeón nacional juvenil con San Andrés (1992). Fui el mejor jugador, el mejor encestador de tres puntos, el máximo encestador. Gané casi todo.

Sinclair y Joubert.
P.

¿Pudo trascender mucho más en el baloncesto?

R.

Sí, la verdad sí. Las veces que me tocó competir internacionalmente la gente me lo dijo. Yo creo que me faltó un mánager, como los que hay en el fútbol, para que me ayudara a llegar a otras partes.

P.

¿La NBA era inalcanzable?

R.

Para llegar a la NBA había que estar allá. Hubo un momento que me hablaron de ir a Estados Unidos, pero eso quedó en el aire. Acá vino un norteamericano y le gustó mi juego, pero no supe más nada de él. Las comunicaciones no estaban tan avanzadas. Nunca supe de verdad si me llamaron o no porque no vivía continuamente en un solo lugar. Yo creo que pude llegar lejos a nivel internacional.

P.

¿Fue indisciplinado?

R.

No, yo fui muy profesional. El baloncesto es mi pasión y siempre trataba de cuidar mi imagen. Era disciplinado. Lo normal, tenía mis cosas cuando llegaba el fin de semana y se podía salir, pero siempre cuidaba mi imagen porque para mí el básquet era todo.

P.

Usted brilló en Caimanes…

R.

Sí, yo jugué dos finales con Caimanes. En 1995 ganamos, ese fue para mí el mayor recuerdo. Jugué con Antoine Joubert que era espectacular, incluso a mi hijo le puse ese nombre. Para mí ha sido el mejor jugador con el que he compartido y ese fue el mejor equipo que conformé.

P.

¿Antoine Joubert fue el mejor jugador extranjero en Colombia?

R.

Para mí ha sido el mejor lanzador que he visto en toda mi vida.

P.

Antoine Joubert, a quien apodaban ‘Judge’ (‘Juez’) en Estados Unidos, fue seleccionado y firmado por los Pistons de Detroit en el draft universitario de 1987. Era un gran prospecto de NBA…

R.

Así es, si uno busca en Google ese nombre, sale todo lo que él hizo en el baloncesto universitario de allá y lo mucho que lo respetan. Según lo que él me comentó, cuando llegó a la pretemporada con los Pistons, no estaba en buena condición y se lesionó la rodilla, eso lo alejó bastante de la NBA.

P.

¿Qué jugada recuerda de Antoine Joubert?

R.

Yo recuerdo casi todo porque ese equipo tenía una efectividad impresionante. Me acuerdo que en un partido de la Copa Libertadores que le ganamos a un equipo uruguayo de visitante, Antoine estuvo fenomenal, no lo paraba nadie, era un fuera de serie. 

‘El Mongo’ en acción.
P.

¿Cómo era su relación con el estadounidense?

R.

Yo vivía en el barrio Boston con unos paisanos míos y un primo. Antoine y yo éramos súper amigos, llegábamos a entrenar y salíamos juntos. Nos la llevábamos muy bien.  

P.

¿Tiene comunicación con Antoine Joubert?

R.

Había perdido todo contacto con él, pero hace tres meses me puse a buscar y me encontré con un número, lo llamé y hablé con él. Incluso, estaba con Jarvys Mathews (otro estadounidense que pasó por Caimanes). Antoine es entrenador de un colegio por allá. Hablé con los dos y quedamos en volver a hablar.

P.

¿Le dijo que había bautizado a su hijo con el nombre de Antoine?

R.

Sí, le dije que estaba en Barranquilla y me dijo que tenía muy buenos recuerdos de la ciudad, que se acuerda de todo. Yo le había dicho desde antes, cuando jugaba acá, que el día que tuviera un niño le iba a poner su nombre. Se puso feliz cuando le dije. 

P.

Joubert, usted y todo ese combo de los Caimanes de los 90 protagonizaron noches inolvidables en el Elías Chegwin…

R.

Sí, hasta el día de hoy la gente se acuerda de eso. En Barranquilla, Medellín, Bogotá y otras ciudades quedó plasmada la imagen de ese equipo. Los Caimanes de los 90 quedamos en la historia del baloncesto de Colombia.

P.

¿Por qué le decían ‘Mongo’?

R.

(Risas). Toda la vida me han dicho así. Eso viene de una caricatura. ‘Mongo’ era una especie de mago y mis amigos me pusieron así porque yo hacía cosas que normalmente los niños no hacían en el baloncesto. Mi apodo salió de ahí.

P.

¿A quiénes, aparte de Joubert, recuerda?

R.

Yo me acuerdo de todos, de Ernesto Fuentes, con quien siempre tengo comunicación; de Gustavo Lindo, Jimmy Mosquera, Washington Vargas, Luis Carlos Manjarrés, con quien hablo mucho también.

P.

¿Cómo eran los sueldos de Caimanes?

R.

Pagaban bien, pero yo era muy niño y no ganaba el súper sueldo de los extranjeros, pero se pagaba bien y los torneos eran más larguitos. Todos los coliseos donde jugaba Caimanes se llenaban, tuvimos ese privilegio.

P.

¿Otros equipos en los que jugó?

R.

Jugué en Paisas, de Medellín, después en Villavicencio, luego en San Andrés, y mi último torneo fue en Pasto. Ahí me retiré. En Barranquilla y Medellín me fue súper bien.

P.

El nivel del torneo de baloncesto colombiano de antes era más alto que el actual...

R.

Sí, era mucho más alto, había jugadores nacionales bastante buenos. Hoy por hoy se ve una liga con cuatro extranjeros, en la que los nacionales tienen poca oportunidad de formarse. Yo empecé desde joven y me dieron la oportunidad de jugar. Al jugador nuestro lo tienen muy apartado porque cuatro estadounidenses les quita mucho chance, pero los nacionales tampoco se preparan como se debe. El jugador debe concientizarse de que ya está en otro nivel. Yo creo que por eso ha bajado el nivel.

P.

¿Por qué resulta tan difícil que un colombiano llegue a la NBA?

R.

Creo que ha faltado organizar una Liga. Jugando dos o tres meses no le alcanza a un jugador para coger cierto nivel. Hay muchos europeos y argentinos en la NBA porque tienen ligas fuertes. Fortaleciendo la Liga se puede aspirar a que un jugador colombiano llegue.     

P.

¿Cuál es el mejor basquetbolista de la historia de Colombia?

R.

Luis Murillo.

P.

¿Y en la actualidad?

R.

Hay muy buenos jugadores. Stalin Ortiz lo tienen catalogado como el mejor. Para mí hay muchos buenos. En San Andrés hay un muchacho que se llama Michael Jackson Wright. Él y Ortiz son los mejores de Colombia.

P.

¿Le dio nostalgia ver el coliseo Elías Chegwin cerrado?

R.

No, me dio alegría saber que lo van a remodelar. Hace unos años vine, pasé por allá y me dio tristeza ver cómo estaba de acabado. Esperemos que hagan algo bonito. Barranquilla merece uno de los mejores estadios del país por lo que ha representado para el baloncesto colombiano.

P.

Y ojalá revivan a Caimanes…

R.

Sería muy bueno. La costa está sin equipo. Caimanes ya había ganado un nombre a nivel nacional e internacional porque en la Copa Libertadores de 1996 llegamos a cuartos de final, si no estoy mal.

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