El Heraldo
John Robledo.
Deportes

¡La chequita sigue viva!

En Barranquilla se disputó la ‘Serie Mundial’ de este juego tradicional caribeño.

No desapareció. Hay esperanza.  En medio de un mundo repleto de ocios y entretenciones tecnológicas, los juegos tradicionales en la Costa Caribe colombiana como la bola ‘e trapo, trompo, bolita ‘e uñita y chequita, que no se encuentran en la pantalla de un teléfono celular, están en peligro de extinción.

Los niños, adolescentes y jóvenes se sumergen en las aplicaciones de un computador, un televisor o un móvil, y adiós parque, chao cuadra. Nada de correr, de sudar, de contacto personal. No solo por la pandemia. Sentados y aferrados a elementos tecnológicos se les van los días a muchos chicos, sin conocer siquiera alguna vez las actividades que tanto divirtieron a sus padres durante la infancia.

Sin embargo, no todo se ha perdido. En el Barrio Abajo, un popular sector de Barranquilla con sabor a béisbol y Carnaval, un grupo de adultos se esmera por mantener viva una tradición currambera que era muy común en la región hace 30 años, ‘la chequita’. ‘El bate’ y ‘la chequita’ eran la imitación y los comienzos de los jóvenes caribeños en la práctica del béisbol. Dos juegos callejeros con reglas basadas en las de la pelota caliente  y que se pueden practicar sin la costosa implementación de la pelota caliente.

‘La chequita’ se juega en un diamante similar al del béisbol, pero de menor proporción. Tiene cuatro bases y consiste en el complejo objetivo de batear una chequita (tapa de bebidas que desechan en las tiendas) con un palo de los que se usan para las escobas y traperos. Si las tapitas tocan tierra, el corredor debe llegar a la primera base antes de que alguno de los seis jugadores defensivos la agarre y levante.
Si la atrapan en el aire es out. Si no supera el cuadro interior, es out. Si el batazo manda la chequita más allá de la zona demarcada, es jonrón. También hay ponches, tres outs para cerrar el turno de bateo cada equipo.

Tres árbitros, uno en el plato, uno en primera base y otro en tercera, se encargan de impartir justicia. Así mismo, existe un anotador oficial para llevar las estadísticas oficiales del campeonato y premiar los mejores desempeños individuales. Cada equipo puede inscribir un máximo de diez jugadores, pero solo se usan seis a la defensiva. A la ofensiva se utiliza un bateador designado. Nada más se disputan siete innings y en caso de empate, se juega uno más. Si persiste la igualdad, se da por cerrado el juego con un punto para cada uno. Es obligatorio que el pitcher y el primera y tercera base lleven puestas gafas para evitar accidentes. A veces las checas resultan expulsadas con gran velocidad. 

Ese juego que tanta nostalgia representará para muchos de los que lo disfrutaron en el ayer, acaba de tener su ‘Serie Mundial 2020’. Caballetes de Montecristo y Embajadores de Barrio Abajo se enfrentaron el domingo pasado en un terreno escueto, ubicado exactamente en la calle 48 entre las carreras 52 y 53. “El patio donde ‘Mecho’”, le llaman por el apodo que lleva quien lo cuida.

John Robledo.

Era el último juego de una temporada de tres meses que reunió a ocho equipos pertenecientes a San Pachito y las dos localidades mencionadas. “Esto antes era algo que todo el mundo jugaba, ahora esta juventud, con los celulares en la mano, no juega a nada”, dice Zamir Bolaño, organizador de la competencia.

“Lo mejor es la alegría de la gente, el vivir la emoción de conectar la chequita, el compartir”, agrega Bolaño, que también ha vivido torneos a nivel regional. 

La ‘World Series’ de la chequita se desarrolla dos veces al año, pero en este 2020 la pandemia solo permitió la realización de una edición. La inscripción de cada equipo cuesta 50 mil pesos y se cobran $15 de arbitraje en cada duelo. Las jornadas se disputan los domingos y lunes festivos desde las 10 a.m. hasta las 3 p.m., aproximadamente. Cada choque dura entre 45 minutos y una hora. Se juegan seis partidos al día.

La final, “un duelo cerradísimo”, según Bolaño y la pizarra (1-0), resultó a favor de los Caballetes de Montecristo. “Se llevaron un trofeo y un almuerzo bien bacano”, resaltó ‘el Panta’, como apodan a Bolaño.

Lo mejor es que el torneo congrega a jugadores de todas las edades. Participan veteranos como Julio De la Hoz, que tiene 63 años; y Raúl Vanegas, de 65, pero también jóvenes como Alejandro Jiménez, de 20.

“La chequita es un juego divertido por el nivel de complejidad que tiene”, considera Octavio Fontalvo, capitán de Caballetes. 

En Montecristo y Barrio Abajo todavía hay muchachos jugando chequita, pero tienen que ser motivados por nosotros los adultos. Yo tengo mucho arraigo por los juegos tradicionales, hago un festival de cometas desde hace once años. Son cosas que podemos salvaguardar. Han ido desapareciendo, pero por vivencia me he podido dar cuenta que las chequitas les parecen atractivas a los pelaos. Las generaciones anteriores a ellos no impulsaron los juegos tradicionales. Esto aleja a los pelaos de drogas y les quita tiempo en el teléfono, los divierte”, agregó.

El álbum de la ‘Serie Mundial de Chequitas’ 2020

Caballetes de Montecristo y Embajadores de Barrio Abajo se enfrentaron el domingo pasado en un terreno escueto, ubicado exactamente en la calle 48 entre las carreras 52 y 53, para definir el campeón de este tradicional juego caribeño. Ganaron los primeros 1-0.

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