El Heraldo
William González Badillo
Deportes

Junior, desconectado del Río fiestero

En el piso 21 del hotel Hilton, los jugadores se apartan totalmente del ambiente turístico de la ciudad.

‘Las Vegas de Sudamérica’, ‘La Ciudad del Pecado’, ‘La Ciudad Maravillosa’. Con estos y muchos más apodos es conocida Río de Janeiro, en Brasil, ciudad donde el Junior disputará el primer duelo de la semifinal de la Copa Sudamericana ante el Flamengo, mañana, en el mítico estadio Maracaná.

Todo lo que envuelve a Río seduce al turista, que llena constantemente sus calles durante los 365 días del año (según un estudio, el 30% de las personas que llegan a la ciudad vienen de paseo).

No son solo las playas, ni la rumba, ni su gente, es todo en general. “Lo que se hace en Río se queda en Río... es más, lo que pase aquí no puede ser usado en un juicio de divorcio, eso está estipulado en las leyes de Río”, dice sonriente Carlos, un arrendador de apartamentos a la orilla del mar.

“Esta ciudad es una locura... aquí tú ves de todo y pasa de todo. El que se duerma en Río, la ciudad se lo traga, en el buen sentido de la palabra. No es peligrosa, es muy tentadora”, agrega.

El sector de Copacabana es el más habitado. Cuando la noche llega, la ciudad se transforma. La rumba, la prostitución y las drogas aparecen en mayor cantidad. Los restaurantes, los bares, las discotecas, las cantinas y los burdeles le roban el protagonismo a las playas, atrayendo al turista para continuar una diversión que nunca tiene fin.

Y ahí, en ese sector, convive el Junior, alejado de todo lo que pasa en la ciudad. El equipo rojiblanco, que se encuentra hospedado en el hotel Hilton, fue instalado en el piso 21 de los 39 que tiene el imponente edificio, ubicado al frente de la playa.

Los jugadores bajan pocas veces de sus habitaciones y no tienen mucho contacto con los aficionados. Se limitan a tomar sus comidas y suben de inmediato a sus habitaciones. La idea de tenerlos tan arriba, también es para evitar que los torcedores del ‘Fla’ los molesten, dentro y fuera del hotel. La concentración es máxima en una ciudad que envuelve al que sea.

William González Badillo

La economía

La vida en Río es cara, por no decir carísima. No es fácil llevar un estilo de vida cómodo. Por ejemplo, la carrera mínima en un taxi cuesta 10 reales (10 mil pesos colombianos). Una botella de agua no baja de 4 o 5 reales (4 mil y 5 mil pesos), mientras que una cerveza está entre 8 y 10 reales ($8 mil y $10 mil), “todo depende del ‘marrano’”, como se dice jocosamente en Barranquilla.

Aunque Río es considerada una de las ciudades más congestionadas del mundo, en medio de buenas carreteras y puentes aéreos y subterráneos, la movilidad por estos días ha fluido de forma positiva, especialmente a través del Metro, el transporte más usado en la capital de la samba.

William González Badillo

El pasaje en el Metro está en 4,60 reales (4.600 pesos) y es el medio más atractivo a la hora de ir a los diferentes sitios turísticos de la ciudad. Los hinchas del Junior que se alojaron cerca al hotel de concentración del equipo rojiblanco en Copacabana pueden fácilmente tomar el Metro y en 20 minutos están en el Maracaná, a pesar de que el escenario se ubica al otro lado de la ciudad. En taxi o Uber el traslado saldría mucho más lento y costoso (70 reales, 70 mil pesos colombianos).

La economía se regodea entre los souvenires que identifican a la ciudad y el fútbol. En la mayoría de esquinas del centro de Copacabana se pueden encontrar, por ejemplo, venta de camisetas de los cuatro equipos de la ciudad (Flamengo, Fluminense, Vasco da Gama y Botafogo). Una camiseta original del Flamengo, marcada con el número, el nombre y los patrocinios, está en 370 reales (370 mil pesos), mientras que una normal, sin tantas arandelas está en 250.

En el mercado negro, esa misma camiseta la puede encontrar cualquier turista en 50, 60 y hasta 80 reales ($50 mil, $60 mil y $80 mil), dependiendo de la calidad de la tela.

Todo es excesivamente caro, especialmente para el turista, que es reconocido fácilmente, ya sea por su vestimenta, su idioma o su hablado.

William González Badillo

La gente

Si algo identifica a Río de Janeiro es la calidad humana de su gente. El ambiente que se vive en la ciudad en tranquilo, a pesar de todo lo que la rodea. Su gente charla amenamente con el turista, lo guía, trata de entender su idioma para colaborarle, siempre están prestos para dar una mano.

Junior, por ejemplo, sintió ese cariño en el hotel las pocas veces que los jugadores o miembros del resto de la delegación bajaron al lobbie. Cada vez que un rojiblanco se asomaba, recibía el calor humano de la gente.

Esta es Río de Janeiro, la sede donde Junior espera dar el primer paso a su primera final continental y dejar huella.

William González Badillo

La cifra

80 reales cuesta el rodizio, un típico servicio de los restaurantes de Brasil en el que el mesero lleva a la mesa las carnes sobre tablas, rechauds o en el mismo spiedo en el que fueron asadas. Los clientes van pidiendo los trozos que desean. 

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