Johanna encontró el tenis después de una bala perdida

El Parque Distrital de Raquetas acoge hasta el domingo la Copa Cediul Internacional de tenis y en las 10 canchas que posee el escenario hay cincuenta historias, provenientes de doce países, que se desplazan de un lado a otro a través de una silla de ruedas. El parlante anuncia el debut de Johanna Sossa, colombiana que se clasificó recientemente, con su compañera Johanna Martínez, al Mundial de esta disciplina que se disputará en Israel en el mes de mayo.

Esparadrapos para todos los dedos de su mano derecha, raqueta lista, y a jugar. Johanna, nacida en 1981 en Chaparral, Tolima, representa a Bogotá y extravió en su mente la cantidad de títulos que se ha ganado en Barranquilla en la modalidad de dobles. Es dulce, transpira alegría y proyecta un discurso motivacional, eficaz como sus golpes. En menos de una hora y con pizarra de 6-0 y 6-1 dejó sin aliento a la venezolana Jaiyelitt Solórzano. Hoy chocará en las semifinales ante la siembra dos del certamen, la costarricense Valeria Valverde. 

“En Barranquilla la brisa es complicada y el pique de la bola es impredecible. No fue un juego exigente porque la compañera apenas está iniciando y traté de darle chance para que ella también jugara”, expresa Johanna sobre el balance de su victoria.

el giro de su vida. Hace 13 años todo cambió. La entonces estudiante de Ingeniería de Sistemas de la Universidad Incca, en el centro de Bogotá, terminaba su jornada y tomaba el bus para dirigirse a su hogar. Minutos después, el transporte de servicio público es abordado por unos asaltantes que al intentar despojar de las pertenencias a los pasajeros, entraron en una rencilla con los presentes y uno de ellos accionó su arma de fuego. La bala entró por el brazo de Johanna, pasó por uno de sus pulmones y ocasionó una lesión medular que la dejó sin movilidad en sus piernas.

“Muchas personas pensarán que es un evento desafortunado, pero uno con el tiempo empieza a avanzar. En un segundo te cambió la vida por completo y tienes que prepararte. Es una escuela completa. Aprender a avanzar, a vestirte, a subir una rampa. Es un aprendizaje todo el día”, dice Johanna sin perder el brillo en sus ojos.

Antes del accidente practicaba baloncesto y tenía una beca del 70 por ciento en la institución educativa. Jugaba torneos de la Ascun (Asociación Colombiana de Universidades) y por eso cuando inició sus rehabilitaciones en Teletón, conoció a alguien que la impulsó para que volviera al deporte. Empero, Johanna, al ver lo rudo que se jugaba el básquet avanzado, cambió de opción y encontró en el tenis, su mejor terapia y la medicina para sobrellevar los obstáculos.

El tenis femenino

“Uffff...”. Responde Johanna cuando se le interroga si hay muchas barreras para las damas en el deporte blanco. “El tenis femenino, desafortunadamente está   muy bajo. El nivel de apoyo es insignificante. Yo logré llegar a un punto y en buen nivel, pero nunca tuve apoyo”.

Sobre la salida de Catalina Castaño, Johanna, que conoce a la risaraldense hace una década, pronuncia sin titubeos: “Si discriminas a una persona que ha jugado a ese nivel, que se espera para uno”. La tolimense cierra la entrevista con una frase certera y para reproducir. “Si mis ruedas me han llevado muchísimo más lejos de lo que me hubiesen llevado mis pies, por qué no masificar más este tenis en mujeres. Sí se puede”.