
“He triunfado en tierra de hombres”: Andrea Domínguez, Piloto de automovilismo
La piloto bogotana se convirtió en la primera mujer de la historia que competirá en la Liga Europea de Motonáutica, que se inicia el 30 de marzo.
El haber nacido en Bogotá, una urbe fría y rodeada por montañas, totalmente alejada de la calidez y la imponencia del mar, no fueron excusa para que Andrea Domínguez pudiera convertirse en la primera mujer en la historia que correrá la Liga Europea de Motonáutica, un deporte tradicionalmente masculino.
Domínguez, deportista que ha estado bajo el registro de Bolívar, es la única dama que figura en la lista de más de 100 pilotos que participarán en el campeonato del viejo continente, considerado como las ‘Grandes Ligas’ del deporte acuático.
En el marco del Día de la Mujer, EL HERALDO dialogó con la joven deportista radicada en Miami (Estados Unidos), quien contó cómo fueron sus inicios en la motonáutica, el por qué le pone nombres a los ‘caballos de acero’ y los miedos que la embargan en la previa de cada competencia.
Se convirtió en la primera mujer en la historia que correrá en la Liga Europea de Motonáutica, ¿Cuáles han sido sus primeras sensaciones por este importante logro?
Realmente ha sido un orgullo muy grande porque han sido más de 17 años de esfuerzo y dedicación constante para llegar a esto. Soy la primera mujer en correr la Liga Europea y la Liga Mundial de Motonáutica y eso es algo demasiado grande. Yo siempre he corrido en la categoría masculina y para mí es muy orgullo que la bandera colombiana sea la primera representación femenina en el GP1 del Campeonato Mundial.
¿Qué objetivos se ha trazado en esta nueva aventura por el viejo continente?
Realmente los objetivos principales en este año sobre todo es aprender y conocer de cada uno de los corredores. Esta es la liga más top y aún no cuento con el equipo necesario, ni el apoyo. Yo viajo sola a correr estas competencias, pero gracias a Dios el equipo Kuwait me va a ayudar en la parte mecánica.
¿Qué se siente ser una de las mujeres que está dejando en alto la bandera de Colombia a nivel internacional?
Es algo que me llena de orgullo mostrar el empoderamiento que hoy en día tenemos las mujeres en los distintos ámbitos de la vida. Yo, al igual que muchas, demostramos que estamos dispuestas a sacar la cara por nuestro género.
Nació en la fría Bogotá, pero parece estar hecha para todo lo relacionado con el mar. ¿Cómo surgió ese amor por el agua y la velocidad?
Siempre me ha encantado el mar y esa vibra que transmite. Yo creo mucho en las auras y cada vez que necesito desconectarme del mundo voy al mar. Todo esto inició porque yo entrenaba en Guatavita (Cundinamarca), pero yo tenía la necesidad de estar en un lugar donde yo pudiera tener el mar en frente de la casa para poder entrenar y realizar todos mis deportes acuáticos.
¿Quiénes fueron las personas que la apoyaron en su inicio y cómo fue el proceso para poco a poco ir escalando profesionalmente?
Mis papás y mi hermano siempre creyeron en mí. Mi hermano desde pequeña me enfocaba en que iba a enfrentarme contra hombres y que eso no iba a ser un impedimento para triunfar y así ha sido. Yo desde chiquita siempre he tenido esas cosas claras. En la pista el género no importa porque siempre te tratan como un piloto más, entonces nunca vas a tener un pro o un contra por el hecho de ser mujer.
¿Le tiene un nombre especial a su moto y qué cosas curiosas le han pasado durante su carrera?
Mi moto de Colombia se llama la ‘Consentida’ porque fue con la que logré llegar a la categoría élite. Esa moto la quiero demasiado y ahora que está en Colombia nadie me la toca, ni me la mira (risas). Acá en Estados Unidos (donde está radicada) a las motos le llamo ‘Las Niñas’. Yo soy muy meticulosa en cada una de mis carreras y para mí es fundamental tener ese contacto cercano con la moto. Yo le presto mucha atención al motor y tengo muy claro cuando me está pidiendo algo.
¿En las competencias ha sentido miedo debido al peligro que supone ir a tanta velocidad en el agua?
Nunca me habían hecho esta pregunta antes, pero es algo que siempre me he cuestionado. Cuando estoy en el agua nunca siento miedo de que me suceda algo a pesar del riesgo que existe de accidentarme. Pero antes de la carrera cuando mi papá y me mamá me dan un beso, siempre me lleno de angustia y adrenalina. Cuando se despiden de mí siento miedo porque voy a arriesgarme, porque esto es un deporte de alto riesgo.