Deportes

El romperredes del fútbol de amputados

Candelario Donado Sierra, bolivarense que perdió la pierna derecha por una mordedura de serpiente, es el goleador de todos los torneos de esta modalidad.

La voz cantante del combo es Guillermo Cepeda. Este barranquillero de 42 años de edad es una metralleta de respuestas que sabe todo sobre el fútbol de amputados en la ciudad y en Colombia. En la mañana del martes 18 de julio, en una visita a las oficinas de EL HERALDO, había hablado maravillas de Candelario Donado Sierra. Palabras más, palabras menos, dijo, sin sonrojos, sin dudas y sin titubeos, que el bolivarense era el Lionel Messi de esta modalidad balompédica “en el país y en el mundo”. 

“Gambetea, amaga, ‘raja’, patea duro y es el goleador de todos los torneos en los que participamos, ¡de todos!”, describió Cepeda con orgullo, como si hablara de uno de sus hijos. “Es que esa pierna es venenosa”, agregó con un tris de ironía y malicia.

Ante semejante elogio y la convicción con la que hablaba Guillermo Cepeda, EL HERALDO  llegó a buscar a Candelario, ese mismo día, en la tarde, a la cancha de fútbol 8 que se ubica detrás del cementerio Universal. Estaba sentado en la puerta de la casa de Cepeda, que vive justo en frente del terreno de juego, esperando el arribo de más compañeros para vestirse de cortos, saltar al campo y comenzar la práctica de la Selección Colombia de fútbol de amputados que se alista para encarar el Campeonato Centroamericano y del Caribe, que se disputará en San Salvador (El Salvador), del 27 de noviembre al 5 de diciembre.

Candelario deja en el camino a un oponente y se proyecta al ataque. César Bolívar

Cepeda, como siempre, tomó la palabra, dio la bienvenida y llamó a su pupilo para la entrevista. “Ese que viene allá es el goleador”, señala. Apoyado de dos muletas, Candelario cruza rápidamente la calle y se presenta con los periodistas. Mientras el resto de jugadores, que ya han llegado, se cambian y calientan, él comienza a contar los detalles de su vida que lo llevaron a convertirse en el romperredes del fútbol de amputados en Colombia.

En su tierra natal, Guacamayo, corregimiento de Achí (Bolívar), Candelario, el tercero de seis hermanos (dos hombres y cuatro mujeres), fue uno de esos niños que solo querían darle patadas al balón todito el día. No se cansaba, era fútbol, fútbol y fútbol desde que se asomaba el sol hasta que aparecía la luna. 

Un día, con solo 10 años de edad, tuvo que dejar la redonda un rato y acompañar a su madre, su único hermano varón y a dos primos a buscar leña en el monte para suplir la ausencia de gas propano en los cilindros de la cocina de la guardería de niños en la que trabajaba su progenitora. Como a las 6:30 p.m., cuando ya venían de regreso cargados de palos que se convertirían en carbón, una mapaná rabo seco, sin mediar ninguna advertencia, salió de unas hojas secas directo a su pierna. Al parecer la pisó accidentalmente.

Donado mostrando su habilidad para hacer un enganche y amague. César Bolívar

Al sentir la mordedura y ver el intimidante reptil, Candelario salió corriendo y gritando como alma que lleva el diablo a los brazos de su mamá, que de inmediato, “por la hora”, concluyó que se trataba de una serpiente venenosa. “Es que en los pueblos saben la hora en la que se mueven las venenosas”, dice.    

Confiando en las costumbres y manifestaciones populares, el niño de 10 años fue llevado en primera instancia a un curandero y no a un médico.  

“En el pueblo se atenían mucho a los baños, rezos y esas vainas. Como a las tres horas me llevaron al puesto de salud del municipio. En ese tiempo era escaso el suero antiofídico, pero a mí me alcanzaron a poner el suero que había que poner, pero me regresaron donde el curandero. Ahí se descuidaron y se me gangrenó la pierna. Se fue complicando la cosa y me tuvieron que amputar”, recuerda Candelario tranquilo, sin resentimientos a la vista.   

“Gracias a Dios salí bien de la operación. Tuve bastante apoyo de todo mi pueblo”, añade.

Candelario Donado tratando de eludir a un rival. César Bolívar

Candelario no niega que resultó difícil rehacer su vida para él y su familia. Vivió un par de meses sumido en la tristeza, lamentando que se haya cortado su sueño de convertirse en futbolista profesional. “Es duro, a mis papás y a todos les dio durísimo”.

Con el paso de los días, la luz fue apareciendo para Candelario. “Al ver que podía hacer cosas que hacía antes como manejar bicicleta, nadar y jugar fútbol, se me fue pasando la cosa. Mis amigos me visitaban y me animaban”.

Hoy en día, con 32 años de edad, once viviendo en Soledad (Atlántico) y una hija de 6 calendarios llamada Preciosa, ve las cosas con optimismo y el mismo buen humor de sus compañeros de Selección.

“Una serpiente mapaná le dio el don cuando lo mordió y le inyectó veneno, le amputaron la pierna, pero le dieron un talento que no se puede describir. Nosotros le gritamos: ¡métele el veneno Candelario! ¡Métele el veneno!... Y él hace el gol”, expresa Cepeda, generando hilaridad en todos los presentes, que coinciden calificar de excepcional la calidad del bolivarense.

“‘Cande’ es una maravilla, tiene talento, nació para ser goleador, es excelente en todo lo que hace”, elogia Jairo Enrique Meza, compañero en el combinado.

“Este tatuaje es un homenaje a los mochos”, diceCandelario Donado. César Bolívar

Ya está tan amoldado a su vida con muletas, que Candelario no quiere tener prótesis. “La he tenido, pero no me acostumbro, siento que todo es más lento. No es lo mío”.

Este atacante forma parte del Club Leones de Barranquilla, que ha ganado siete de los nueve torneos nacionales que se han realizado. ¿Adivinen quién ha sido el goleador de esos campeonatos? 

“Tengo la fortuna de marcar muchos goles. Me desmarco mucho, mis compañeros me dicen que pateo duro y juego bien, soy delantero, pero también defiendo. Siempre he jugado con personas convencionales y eso me exige más, por eso me destaco entre personas con muleta”, considera el admirador de Ronaldinho.

“Ojalá pueda existir una Liga profesional, me gustaría. A nivel nacional hay muchas personas amputadas con ganas de jugar. Nosotros tratamos de animar a las personas que han sufrido una amputación para que se animen y sigan su vida de una buena forma. Lamentablemente a nuestro deporte le falta mucho más apoyo, todo lo hemos hecho con las uñas”.

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