
El atractivo inicio de José Soto en el cuadrilátero
El boxeador de 20 años, oriundo de Canalete, Córdoba, es uno de los mejores prospectos que hay en el país. Este sábado busca extender su invicto ante Anuar Salas.
Tatuado en su sudoroso brazo derecho resalta el nombre de su principal incentivo. Su hijo, Duber Andrés, quien el próximo 17 de marzo llegará a los dos años de existencia, lo motiva a molerse a golpes con el que sea. No importa la raza, el acento ni el apodo, José Soto está dispuesto a dejar su vida en el ring, si es necesario.
Es sábado, la temperatura es alta. En el patio del entrenador Albenio Martínez, ‘El Chino’, hay seis boxeadores preparándose para su próxima salida a la candela. Antes de encontrarme con un improvisado cuadrilátero alzado en concreto y con una alfombra de lona, ‘jab’, el perro guardián, intimida mis pasos. Ubadel ‘Maravilla’ Soto aísla el peligro. “Pasa, pasa, no hace nada”.
Son 36 metros de fondo en un hogar ubicado en la carrera 23B con calle 74 en el barrio Carlos Meisel. Al final, en una de las tres llantas de camión utilizadas para el ejercicio está José. A su lado derecho se encuentra Jennifer Rodríguez, campeona nacional barranquillera que en su última pelea en Argentina, ante Marcela ‘La Tigresa’ Acuña, cayó por nocaut en el quinto capítulo.

José, nacido en Canalete hace 20 calendarios (24 de mayo de 1998) y perteneciente a la empresa Probox del Caribe, es uno de los grandes prospectos que hay en Colombia en la actualidad. Este sábado en Kilymandiaro (7:30 p.m.), ante Anuar Salas (20-5-1, 12KO) en las 115 libras y en un combate a 10 asaltos, el cordobés busca extender su invicto a 11 triunfos.
“Es un reto que me gusta. Él es de Puerto Escondido, Córdoba. Nos veíamos cuando yo era amateur y él ya era profesional. Es un boxeador fuerte, ha peleado por título mundial”, destaca el púgil perteneciente a la división de los mosca.
“¡Tiempo!”,grita Ubadel. Es hora de cambiar. Soto va al saco. “Duro, duro, enfócate en él, vamos, más rápido”. Es veloz y su mirada transpira el sentir de sus nudillos. Tiene hambre de gloria.
el boxeo o el estudio. En 2013 José se graduó como bachiller y luego inició un curso técnico de preparación física en la Corporación Educativa Incoc en Montería, pero lo suyo era el cuerpo a cuerpo. En 2015 abandonó los salones tras cuatro semestres. Fue tres veces campeón nacional, obtuvo un subcampeonato y asistió a diferentes paradas en el país. Empero sus triunfos no tuvieron eco en su municipio, menos en el departamento y decidió saltar al profesionalismo
“Hice una carrera de 250 peleas amateur. Todo deportista que quede campeón se merece algo y nunca recibí nada de los directivos. Yo me veía en unos Olímpicos, en un Mundial. Tenía una carrera muy buena, perdí cinco combates y solo me sentí derrotado en dos. Le gané a Yuberjen Martínez cuando era juvenil en Arboletes, incluso iba a pelear con Céiber Ávila, pero decidí saltar. Uno tiene que estar metido en la rosca y si no tienes un promotor, no eres nadie”, rememora.
200 mil pesos, el primer pago
Han pasado 30 minutos desde que llegué y el entrenamiento se intensifica. Doce repeticiones por uno de descanso. Ubadel le exige a su primero hermano el doble de lo que puede dar. José no tiene excusas pese a que su rostro está bañado en sudor. Este viernes debe dar el peso en su cita con la báscula.
El 3 de diciembre de 2016, en el coliseo Noel Cogollo, en Sahagún, José enfrentó a Stiven Sevilla en su debut. Nocaut en el primer round y 200 mil pesos para su bolsillo. El dinero se fue igual de rápido como la pelea.

“Recuerdo que me bajé del ring y lo envié para la casa. Prácticamente peleé gratis. En ese entonces la muchacha que vivía conmigo estuvo mal y hasta el 24 de diciembre pasamos en la clínica. Ella tuvo un parto riesgoso. Yo dormía en el hospital”.
Dos peleas (ambas en 2017), también con saldo positivo, realizó antes de cruzarse en el camino con el promotor Juan Carlos Devia. José quería pelear, pero le faltaba lo que en boxeo se le llama ‘padrino’.
En pasajes de su vida, cuando no tenía dinero y se encontraba contra las cuerdas, trabajar en la albañilería con su padre Eugenio se divisaba como la única salida.
“Me levantaba con mi papá a las 4 o 5 de la mañana. Me pagaba 25 mil pesos el día. También, cuando no estaba con mi padre, pedía trabajo en las tiendas. La gente en Canalete lo apoya a uno cuando le ven futuro y gracias a Dios me ayudaron. Nunca me dieron la espalda”.
Bajo el sello de Probox, Soto regresó a los ensogados el 24 de febrero de 2018 en el hotel Prado Mar. El saldo, una nueva victoria por la vía del sueño ante Marlon Ahumada.
No ha sido fácil conservar el invicto. Con el transitar del tiempo los contrincantes han acrecentado el nivel. En su séptima reyerta, ante Dionis ‘El Flaco’ Martínez en Galapa, José sintió, por momentos, que sus golpes no movían la humanidad del venezolano.
“Lo partí en el primero. Desde la ceja hasta la mitad de la frente. Le daba y le daba y no caía. No querían que yo hiciera esa pelea, pero como me dijo mi promotor, nosotros somos jugadores de billar y el que juega con pollos buenos se pone bueno y el que no, se pone marrano”, dice regalando una sonrisa.
Ya es mediodía, José terminó el trabajo de sombra, hizo flexiones y culminará con unos abdominales. La pelea cada está más cerca y su ánimo está en las nubes porque recibió la noticia de que está en el puesto 15 en el ránking de la Organización Mundial de Boxeo.
Pronto, de mantener su registro, llegará su chance por título mundial. Es franco, dice que no piensa en ello, pero antes de irme, sin que ‘Jab’ me ladrara, confesó que se lo dedicaría a Barranquilla por ser su segunda casa.