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Edwin Niebles empezó jugando en los Tiburones de Barranquilla. Cortesía
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“Llegar a la NBA no es un sueño, es una meta”: Edwin Niebles

El barranquillero de solo 16 años brilla en el baloncesto juvenil español.

Colombia está volteando a ver el baloncesto. Jugadores como Braian Angola y Jaime Echenique, quienes entrenaron con equipos de NBA recientemente buscando un cupo a la mejor liga del mundo, el primero con los Washington Wizards en este 2021,y el segundo con los Orlando Magic en 2018, llamaron la atención de los amantes del deporte en todo el país.

Sin embargo, lo mejor parece estar por venir para esta disciplina. Hay varios jóvenes basquetbolistas criollos que están jugando en el exterior, incluso con becas deportivas completas.

Hay un caso bastante peculiar. Una historia digna de admirar, que lleva por nombre Edwin Niebles, un muchacho de solo 16 años, pero con 2.12 metros de altura, que se encuentra jugando para el equipo BAXI Manresa, conjunto de la ciudad del mismo nombre, provincia de Barcelona, parte de la Comunicad Autónoma de Cataluña, en España.

El quinteto donde hace vida el barranquillero pertenece a la liga ACB, considerada la segunda mejor del mundo después de la NBA. Claro, Edwin demuestra su talento en las categorías inferiores, específicamente en preferente A, para jugadores no mayores a 18 años.

Pero vamos por parte. Hay que hablar de donde comenzó todo, en el Barrio 7 de Abril, en el suroccidente de Barranquilla, donde se crió Edwin y donde discutía con su madre y abuelos porque no quería practicar baloncesto.

Así como lo leen. El joven espigado, guiado desde niño por su abuelo José Herrera, empezó a jugar fútbol “porque estamos en Colombia y aquí se juega es fútbol”, según sus propias palabras, en conversación con EL HERALDO.

“Mi abuelo siempre fue mi entrenador, desde pequeño me impulsó para que jugara algún deporte. Cuando fue viendo que era muy alto para mi edad, decidimos no seguir con el fútbol”, añadió.

Semanas después, contó Edwin, en el Colegio Jesús Maestro, lo invitaron a jugar balonmano. “Me fue muy bien, en solo un año llegué a representar al colegio en nivel municipal, quedamos campeones y yo me gané el trofeo de goleador”, señaló Niebles.

Pero a medida que fue ganando altura, entre su abuelo y sus profesores le recomendaron jugar baloncesto. Pero, “¿Baloncesto? ¿Dónde?”, se preguntó en ese entonces, siendo solo un niño. Allí fue cuando lo encomendaron al profesor Harold Hoyos, de la escuela de Tiburones de Barranquilla.

"Comencé a jugar con Tiburones con 14 años, pero al principio no me gustó para nada. Los entrenamientos eran muy fuertes, llegaba tarde y cansado a mi casa. Practicaba en el norte y luego tenía que coger Transmetro a mi casa. Yo les decía a mi madre y a mi abuelo que no quería seguir practicando baloncesto, incluso varias veces no fui a los entrenamientos”, narró Edwin, mientras se reía recordando anécdotas y mencionaba que ese entonces “no era tan alto”, medía 1.90 metros.

Después de una dura adaptación, impulsado por su profesor, su abuelo y su madre, para que no dejara de practicar, mejoró y se convirtió rápidamente en el centro de atención en la escuela, tanto que empezó a ser convocado por la Selección Atlántico en su categoría y para el combinado nacional.

Allí fue que le llegó la oportunidad para ser visto por cazatalentos internacionales, principalmente de Estados Unidos, quienes llegaron con propuesta en mano ofreciendo becas completas.

Curiosamente, no fueron los estadounidenses quienes convencieron al atlanticense. Y mucho más curioso es la forma en que se encontró con el ofrecimiento de beca para ir a España.

“Durante un Sudamericano de la categoría sub 14, yo no pude ir porque me integré tarde a los entrenamientos de la Selección Colombia. Sin embargo, los profesores convencieron a los veedores españoles presentes en el torneo para que me fueran a ver”, relató.

Después de varios meses demostrando su talento frente a los ojos de los ibéricos, donde el primer contacto fue a través de un mensaje por Instagram, finalmente se acordó todo, no sin antes tomar la decisión con su familia.

"Nos sentamos un día en casa, analizamos las propuestas entre mis abuelos, mi mamá y el profesor Harold, cuál era la mejor opción, lo que me convenía para mí desarrollo y mi futuro baloncesto. Decidimos que la oferta de venirme a España era la mejor", contó.

Experiencia en España

Edwin ya cuenta con ocho meses en el país europeo, asegurando que, aunque no se le ha hecho fácil, se siente feliz por estar aprendiendo mucho día a día y mejorando en su juego.

“La verdad es que al principio fue bastante difícil, nunca me había separado tanto de mi madre y de mis abuelos, el clima me daba bastante duro, pero ya me acostumbre. Aquí se juega a otro ritmo, el baloncesto es más rápido y más duro. Me ha costado, pero me he esforzado muchísimo porque quiero cumplir mis metas”, aseguró.

Aunque el proceso para que sea tomado en cuenta por el equipo de la primera categoría es largo, Edwin siente que cada vez es más protagonista y que trabajando fuerte como lo ha hecho hasta ahora logrará seguir avanzando.

Como buen barranquillero, Edwin “está claro”, sabe que no debe apresurarse y se muestra maduro en cuanto a sus metas.

“Yo quiero llegar hasta donde mi cuerpo y mis capacidades me lo permitan. Siempre lo he dicho. Me gustaría superarme a mí mismo cada día. Para mi llegar a la NBA no es un sueño, es una meta. Sueño suena como algo inalcanzable, pero una meta es algo para lo que uno trabaja. Yo le prometí a mi madre que llegará a la NBA para sacar a toda mi familia adelante. Con el favor de Dios, lo lograré”, enfatizó.

La beca para el deportista de 16 años, único hijo de doña Sirlis Herrera, es completa, podrá elegir cuál carrera estudiar cuando termine el colegio el año próximo, siempre y cuando continúe jugando baloncesto de primer nivel.

Cuestionando a Edwin sobre sus características en su juego, aseveró que prefiere hacer de “poste”, jugar de espalda al aro, aunque ha aprendido mucho a tirar de larga y media distancia, porque en el baloncesto europeo “todos tiran y todos pasan”.

“Aquí se juega de manera diferente, todos en el equipo tienen que tirar y tienen que saber pasar bien el balón. Todos juegan de todo, yo puedo jugar de pívot o de ala-pívot, aunque me gusta más en el poste, porque con la ventaja de mi altura es más fácil anotar desde ahí”, expresó.

Quiere jugar a su manera

La figura de la NBA que admira Edwin es nada más y nada menos que Giannis Antetokounmpo, estrella de los Milwaukee Bucks, dos veces Jugador Más Valioso de la NBA, pero aclaró que “yo lo admiro y me gusta mucho su juego, pero no quiero ser como él, yo quiero ser la mejor versión de mí mismo”.

Tanta confianza se tiene, que desde que empezó a jugar siempre se puso como primer objetivo conseguir una beca, sea para estudiar y jugar en Estados Unidos o en un país europeo, a pesar de que no había mucha seguridad por parte de sus compañeros de equipo.

“Desde que empecé a jugar al baloncesto, con solo un mes, me planteé una primera meta, que no era jugar en España, era ir a Estados Unidos becado. Yo le dije a mi gente que con la ayuda de Dios y con mi esfuerzo iba a ir a los Estados Unidos. A mis compañeros siempre les decía que me iba a ganar una beca, no me creían, pero ahora que ya estoy aquí me felicitan todos. Desde el principio los que creyeron en mí fueron mis familiares”, agregó.

Edwin no solo es orgullo para sus abuelos, su madre, también lo es para todos los entrenadores que lo han formado, pasando por el fútbol, el balonmano en el colegio Jesús Maestro y el baloncesto. Es orgullo la escuela Tiburones y del profesor Harold, del Barrio 7 de abril, de Barranquilla y de toda Colombia.

Esta historia también queda como reflexión. Podemos tener atletas de alto rendimiento en muchas disciplinas diferentes al fútbol, es solo cuestión de saber, acorde a su físico, sus habilidades y gustos, en cuál deporte podría tener mejor rendimiento. También deja ver lo importante que es el apoyo de la familia.

Como él mismo dice, lo que le queda ahora no es lograr sus sueños, porque lo que tiene por delante son metas. Así como él, que tomaba el último servicio del Transmetro para poder regresar a su casa desde su sitio de entrenamientos, hay muchos más niños y jóvenes que quieren dedicar sus vidas al baloncesto, solo hay que voltear la mirada, así como se hizo con Angola y Echenique, a esta disciplina de gran ascenso en la ciudad.

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