Violetta Arroyo, la nueva perla de la gimnasia
La tricampeona nacional de gimnasia artística, dentro de la categoría G2, comienza a dar de qué hablar.
Saltos van y saltos vienen dentro del gimnasio. Las risas predominan en aquel grupo, en su mayoría de niñas, que, llegando casi a la mitad de la tarde, ya se disponían a practicar. Los instructores preparan todos los implementos, mientras que los padres de familia se saludan entre ellos en la sala de espera.
Violetta Arroyo Barbosa, con un uniforme que hace alusión a su nombre, termina de subir las escaleras junto a sus progenitores y pasa el torniquete que separa a la recepción de la zona de entrenamientos. Saluda a varias de sus compañeras, le choca las manos a su entrenador, y empieza a calentar para iniciar con la acción.
- Hola, ¿cómo estás?, Violeta, ¿cierto?, afirmó el escritor de esta nota.
- Hola —responde con una sonrisa—, sí, claro, Violetta, pero con doble tt... ¿vale? (risas).
La habilidad se nota a leguas o, como diría el refrán popular, “la calidad no se improvisa”. Violetta se monta a la viga de equilibrio, extiende sus piernas y empieza a levantar su cuerpo con completa naturalidad, hasta quedar completamente derecha. Seguramente, el que la vea por primera vez tenderá a equivocarse. Hablamos de una niña de solo siete años de edad, que en cuestión de un año de entrenamientos ya carga en su espalda un tricampeonato nacional.
Su historia la va construyendo poco a poco, aunque sus huellas ya han dejado marca en el departamento del Atlántico. Contrario a lo que parece, Violetta se enamoró de la gimnasia mucho antes de lo que pensaba. En tiempos de pandemia, cuando las academias estaban vacías y los colegios se mudaron a las aplicaciones virtuales, llegó a donde estaba su madre, Mariluz Barbosa Silva, para confirmarle cuál sería el deporte al que se dedicaría por el resto de sus días. Una comparación lógica teniendo en cuenta lo activa que era cuando estaba en su hogar.
La decisión sorprendió específicamente a su padre, Franklin Arroyo, quien ya la había visto destacarse en otras disciplinas. Sin embargo, el poco escepticismo se disipó cuando la vieron en su primera práctica. Luego de tener pasos repentinos por el patinaje, la natación, el ballet, el baile, el voleibol y hasta el fútbol, siendo una talentosa jugadora, según su tutor, la atlanticense por fin encontró su lugar en el mundo, la gimnasia artística.
“Violetta fue una niña que desde el primer instante mostró cosas interesantes. Por lo general, acostumbramos a que pasen tres o cuatro meses antes de que una joven aplique para competencias, pero al momento de verla decidí arriesgarme. Hasta ahora, ha respondido a la perfección con todos los requerimientos del club. Lo que más me impresiona es su disciplina en las horas de práctica. Allí está todo lo principal en este deporte”, afirmó Edgar Padilla, entrenador de Violetta, a EL HERALDO.
Entre alegría y algo de ansiedad por parte de sus familiares, pues no sabían cómo fuese a reaccionar ante una posible derrota, Violetta Arroyo fue convocada —después de llevar solo dos meses de prácticas— para asistir a su primer evento oficial. Los nervios quisieron apoderarse de ella en los instantes previos, pero la competencia misma la hizo encontrar su mayor grado de tranquilidad.
Fue un espectáculo completo en la ciudad de Cartagena, que tuvo como fruto cuatro medallas, dos de plata y dos de bronce. Un adelanto para lo que se vendría.
“Cuando mi hija entra al escenario yo quedo paralizada, siento que se me va a salir el corazón. Las manos me tiemblan, todo me suda. Al llegar el momento de la premiación muero y resucito otra vez. Esta niña está volando. Siempre le reitero que nada es imposible y que es capaz de hacer todas las cosas”, declaró su madre, Mariluz Barbosa.
Su papá, Franklin Arroyo, también se derramó en elogios: “Es una guerrera. Estoy súper orgulloso, como hombre y como padre cada vez que termina o le toca realizar un movimiento, el corazón se me acelera y los ojos se me ponen rojos del sentimiento por verla competir”.
Con la confianza por las nubes por lo hecho en su primera competencia, Violetta comenzó a arrasar en toda prueba que le ponían al frente. Las condiciones no importaban. Con fiebre y sin dormir, salió a la pista de Bucaramanga para demostrar su talento y llevarse su primer nacional en la categoría G2. Así mismo, los siguientes torneos fueron casi que ‘pan comido’. Los nacionales en Medellín y Chía la volvieron a coronar como reina ante niñas que llevaban mucho más tiempo que ella dentro de este deporte.
Aunque muchos ya la miran con suma atención y los elogios no le faltan en cada entrenamiento, ella no cambia su nobleza. Sigue siendo la misma niña que al quedar segunda en su primer torneo se despierta todos los días con el sueño de ganar una medalla de oro para Colombia en unos Juegos Olímpicos. Un plan de vida que lo apoya en la admiración hacia su gran referente, la gimnasta estadounidense Simone Biles.
“Hemos estado dialogando con el director del gimnasio (Eduardo Cepeda) para proyectar a Violetta (Arroyo) hacia la Selección Atlántico y, posteriormente, Selección Colombia. La van a cambiar de categoría después del sudamericano para poder aspirar a la Liga del Atlántico. Así en octubre ya estará disponible para representar al país, si así se lo permiten. Al final del día, nuestro plan es que pueda estar presente en los futuros Juegos Panamericanos 2027, que se realizarán en Barranquilla”, mencionó su papá
Violetta Arroyo se sigue preparando para sus futuros eventos y, al mismo tiempo, sus padres concretan la oportunidad de llevarla a un campamento en los Estados Unidos. Mientras eso pasa, pelea salto tras salto y acrobacia tras acrobacia para adjudicarse el rótulo de la nueva perla de la gimnasia artística en Colombia.
