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Colombia 1, Bolivia 0: ¡casi que no entra!

James Rodríguez fue el autor del único tanto del compromiso. La ‘Amarilla’ sigue soñando por un cupo al Mundial de Rusia 2018.

Resultó más duro de lo esperado. Lo que parecía una golosina terminó siendo un hueso difícil de roer. Se sudó la gota gorda, fue un parto, un drama, un banquete de uñas, un sufrimiento, un estrés. Colombia sufrió más de la cuenta para hacerle un gol y vencer 1-0 a Bolivia, este jueves en el estadio Metropolitano Roberto Meléndez, en partido de la jornada 13 de la eliminatoria al Mundial Rusia-2018.

 Nada de goleada, ningún paseo, cero tranquilidad. Los bolivianos, penúltimos de la clasificación, el equipo más goleado y con menor número de anotaciones a favor, puso a los nuestros a remar contra la corriente y arriesgar todo ofensivamente para poder conseguir el golcito de la victoria. ¡Y casi no entra! Hasta de penalti le costó marcar a ‘la Amarilla’.

James Rodríguez vio el infierno cuando Carlos Lampe, al minuto 38 del segundo tiempo, le detuvo el cobro desde los doce pasos. Menos mal se le apareció el cielo con un rebote que le cayó directico a sus pies. Ahí le volvió el alma al cuerpo a él, a sus compañeros, al cuerpo técnico y a todos los colombianos que cruzaban dedos, elevaban plegarias y hasta entonaban un coro que solía salir a flote ante rivales de mayor nivel, que en el papel son complicados de derrotar: "¡Sí se puede! ¡Sí se puede! ¡Sí se puede!".

 ¿Sí se puede ante Bolivia?... Así de enredados estaban los tres puntos que desde la tribuna llegó la desesperada voz de aliento. El juego fue un monólogo de los dirigidos por José Pékerman, que siempre taladraron y escarbaron en busca de espacios y oportunidades para lograr el gol de la victoria, pero se extrañaba el pase exacto, la jugada distinta y el remate certero para derrumbar la muralla verde. 

Colombia puso el pie en el acelerador desde el primer minuto. Con su formación ofensiva, que mostraba a Juan Guillermo Cuadrado como lateral derecho, intentó arrollar a los bolivianos con un James Rodríguez muy activo, pidiendo el balón, asociándose con Macnelly Torres y tratando de profundizar, pero con unas de cal y otras de arena.

Luis Fernando Muriel, por el costado derecho, y Pablo Armero, por el izquierdo, eran las principales armas de ataque. No obstante, sus centros no encontraron destino o no fueron aprovechados de la mejor manera.

El más preciso a la hora de los domicilios desde la banda era Armero. Uno de sus envíos fue rematado bien por Luis Fernando Muriel, pero la pelota se estrelló con el travesaño. Le faltó un poco de puntería.

El ímpetu que impuso Colombia en los minutos iniciales hacía presagiar un aguacero de goles, pero poco a poco los bolivianos fueron capoteando el chaparrón. Con Alejandro Melean, Cristian Coimbra y Ronald Raldés agigantados, fueron haciendo más difícil la cuestión. Transcurrían los minutos y la fuerza inicial del local se iba desvaneciendo. Mucho más con la lesión de Muriel, que tuvo la necesidad de salir de la cancha para darle paso a Luis Quiñones.

El combinado patrio empezó a padecer de falta de ingenio y movilidad. Sus hombres de ataque buscaban el gol demasiado estáticos, James era anticipado fácilmente, Bacca no lograba pivotear o controlar una bola, Macnelly se apagó, Cuadrado deambulaba la cancha, Quiñones no se acomodaba. 

Mateus Uribe, que en el arranque pisó el área y apoyó la ofensiva, intercambió posición con Cuadrado y desapareció ya como lateral. Armero tampoco volvió a salir.

En medio de la herradura que se pintaba en el gramado del ‘Metro’, mientras adelante había ansiedad y desespero por tratar de perforar la resistencia boliviana, abajo, David Ospina, Zapata y Yerry Mina disfrutaban de calma y soledad. Solo Marcelo Moreno Martins intentaba sin ninguna suerte dar preocupación con su lucha y fortaleza. Nada serio.

Frustrado con su impotencia para doblegar al rival, Colombia se fue al vestidor.

Regresó con mayor vigor y determinación, pero carente de precisión en el último pase y en la definición. Hubo llegadas claras en las que el guardameta boliviano también ahogó el grito de gol. Daba rebotes, pero al fin y al cabo salvaba su portería.

Bolivia nunca contragolpeó ni ofreció dolores de cabeza a la defensa anfitriona, eso le permitió a Pékerman mover su equipo con sustituciones ofensivas que no otorgaron nitidez en la elaboración, aunque sí coraje y acoso a la combativa zaga visitante que se estaba luciendo con sus tres centrales, Melean, Raldés y Coimbra.

Cuando parecía que se oscurecía más el panorama, llegó la luz con un penalti infantil de Coimbra en una bola que se le iba larga a Cuadrado. El árbitro, que había estado estricto y sin espíritu localista, no dudó en sancionar la falta. Fue la tabla de salvación de Colombia en el mar de decepción que inundaba las tribunas del Metro. Y por poco se hunde la Selección con el cobro de James. ¡Casi que no entra! 

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