“¿Usted nos podría decir que es de la vida de Aaron Pryor, uno de los mejores púgiles de los últimos tiempos”?, se nos pregunta en una cartita de pocas líneas, sin dirección de remitente alguno y apenas suscrita por “curiosos del boxeo”, quienes además quieren saber si está o no en el Hall de la Fama del boxeo.

No, no podríamos decir “que es de la vida de Aaron Pryor”, porque es una vida crapulosa que hace ya muchos años quedó fuera del boxeo y deambula sabrá Dios por dónde en los Estados Unidos, ya que Pryor fue noqueado por la droga, como tantos boxeadores. El boxeo puede ser el deporte que mayores víctimas tiene por la acción de las drogas.

Aún recordamos la máquina de tirar golpes que se llamaba Aaron Pryor. Y no a partir de su combate contra nuestro Kid Pambelé, que es de donde parten muchos críticos por estos lares, sino cuando era temible peso ligero y los mejores púgiles de esta división no querían vérselas con él sobre un ring.

Pocos saben eso: que Pryor tuvo que irse del casillero de las 135 libras, pues no tenía contendores. Mejor dicho, si los había, pero no disponibles para encerrarse dentro de las 16 cabuyas y entrarse a golpetazo limpio.

Pryor entró en la ‘cumbancha’ de las 140 libras, pero apenas comenzaba a limpiar la división cuando ya escaseaban los contendores, como sucede siempre con los boxeadores demasiado buenos. El ‘querebé-querebé-querebé’ zumba por todas partes.

No tenemos pruebas, sino suposiciones, para creer que Ramiro Machado no sabía de la existencia de Pryor y por eso firmó un combate donde Pambelé exponía su título por cien mil dólares. Esa suma entonces normal, también indica que Machado no conocía el ‘almendrón’ que acechaba a su pupilo, que fue aniquilado en menos de 4 asaltos.

Hay un episodio que nunca hemos contado: el colega Fabio Poveda se trajo de EE.UU. la película del match y la llevó a EL HERALDO para exhibirla en una de sus paredes. Pambelé tumbó a Pryor en el segundo asalto, pero se nos hace que mejor hubiera sido que no lo tumbara. Pryor se paró enseguida y arremetió contra Pambe con tal cantidad de golpes, tanto en el 2º. como en el 3º. que preparó la ‘chupada’ que se dio nuestro gallo.

Llegó el 4º. round y la ofensiva de Pryor fue peor, hasta cuando Pambelé se fue a la lona sin golpe. Pryor le tiró un ganchazo de zurda y otro de derecha y ambos fueron fallados, cuando Pambelé se zambulló al piso. Este columnista gritó eso, que se había tirado sin golpe, y ante la duda de Poveda, éste devolvió la película y todo el mundo pudo ver que teníamos razón. Pambelé no lo hizo por cobardía, sino por convicción. Como tampoco sabía de las condiciones de Pryor, había parrandeado en Cincinnati hasta la víspera, como lo dijeron varios colombianos residentes. A partir de aquel descalabro la vida de Pambelé se desbocó y nunca más volvió a ser el mismo...

Palestra Deportiva
Por Chelo de Castro C.

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