De la mano de Dios
20 sacerdotes estarán representando a Barranquilla en la Copa de la Fe, campeonato de fútbol que se realizará en la ciudad de Bogotá.
Desde el próximo lunes, los sacerdotes del clero arquidiocesano de Barranquilla se despojarán del alba y la estola, para ponerse los cortos y salir a las canchas en representación de la ciudad en el torneo ‘Copa de la Fe’.
En el marco de la séptima edición de este torneo, que reúne a más de 500 sacerdotes en representación de 24 jurisdicciones eclesiásticas del país y del exterior, 19 líderes espirituales de la ‘Aresona’, y uno de Santa Marta, harán parte del equipo de fútbol de la Arquidiócesis de Barranquilla que buscará ganar el certamen.
Los hermanos de la fe se trasladarán hasta Bogotá para disputar este certamen que se celebra en el contexto del Sínodo de la Sinodalidad 2021-2023, convocado por el Papa Francisco.
La Conferencia Episcopal de Colombia, organizadora de este evento, relata que se busca “promover la fraternidad sacerdotal, la solidaridad, la sana convivencia y un encuentro cercano entre la iglesia y los feligreses, transmitiendo a Cristo a través del deporte”.
Con esa idea en mente viajará el padre Franklyn Posso Meza, quien es uno de los líderes del equipo barranquillero en compañía del padre Luis Angulo, de la Parroquia de San Judas.
“Principalmente esto es una integración de sacerdotes, en donde se busca generar un impacto con obras sociales como, por ejemplo, visitar cárceles o la ‘confesatón’ en centros comerciales. Todas estas actividades dedicadas a Dios”, comenta Posso, sacerdote de la parroquia San Juan Bautista el Precursor del barrio el Silencio.
Sin embargo, la obra misionera no opaca por completo el deseo natural de todo deportista: ganar. Y es por esto que este hombre entregado a la espiritualidad, así como al deporte, se ha venido preparando, junto a todo el equipo, para dar la mejor presentación posible en Bogotá.
Además de escudriñar la santa palabra de Dios, Posada es aplicado en el estudio y análisis de los demás competidores. Por eso tiene claro cuáles son los equipos que considera como más fuertes y se da la casualidad que los barranquilleros compartirán grupo con estos.
“El equipo de pasto es fuerte. Ellos tienen hasta un director técnico profesional. También está la Arquidiócesis de Guadalajara, que son invitados del torneo y además son los actuales campeones. Así como también está el caso de los hermanos de Ecuador, que son igual de buenos”, argumenta el padre en entrevista con EL HERALDO.
El padre también explicó que por el sistema del campeonato, y la intención con la que va cada equipo, algunos conjuntos llegan a tener alguna ventaja.
“Hay equipos de padres que a lo mejor van pensando principalmente en la integración y en el aspecto competitivo no les va muy bien, porque los terminan goleando. Entonces los otros salen beneficiados porque al final van a tener mejor diferencia de gol”, agrega.
A pesar de compartir el Grupo F con equipos que él considera fuertes, como lo son el caso de Pasto y Quito, cree en que pueden hacer una gran presentación.
“Tenemos grandes expectativas porque nos hemos preparado bien. Queremos traernos la copa para la ciudad, pero tampoco vamos a ir con tanta ansiedad. Iremos relajados. El otro gran objetivo es lograr que la próxima edición se haga en Barranquilla”, expresa.
El líder del equipo de Arquidiócesis contó que después de la Semana Santa en el mes de abril, ellos vienen practicando todos los lunes para engranarse como equipo y poder competir mejor.
“Nos veníamos reuniendo cada semana en la cancha de fútbol del centro recreativo La Caimanera, ubicada en el municipio de Baranoa, con quienes estamos muy agradecidos, y ahí jugábamos de 3 a 5 p.m. con un con un grupo de señores que participan en un torneo interno del complejo”, explica Franklin.
Como muestra de lo comprometidos que están, el grupo barranquillero decidió no realizar la práctica semanal esta semana, para “evitar posibles lesiones de cara al viaje que se aproxima”.
En los planteles profesionales de fútbol es común ver que los jugadores hagan oraciones a Dios, en las cuales le piden que les otorgue la victoria sobre sus rivales y, de alguna forma, se podría interpretar que indirectamente le están solicitando a Dios que sus contrincantes pierdan. Todo eso bajo el deseo de ganar.
Y en el caso de los sacerdotes, más allá de la obra espiritual que van a realizar periféricamente al campeonato, también existe una atracción por la victoria. Por lo que surge la duda de que si ellos le piden al padre celestial que los ayude a ganar por sobre su rival.
“Por supuesto que nosotros oramos antes de un partido para hacerle solicitudes a Dios. Pero, lo que nosotros le pedimos es que nos proteja a todos de cualquier lesión o accidente, ya que a cada uno le espera una parroquia llena de trabajo, porque nosotros no jugamos de forma violenta, pero en algún choque natural del juego alguien podría salir lastimado”, alega el líder espiritual.
Por otro lado, en el fútbol, así como en los demás deportes, se estimula el crecimiento humano y la inclusión social, pues sus actores requieren conocer y acogerse a un conjunto de normas, así como deben aprender a vivir con los sentimientos de la victoria y el fracaso.
Y si los líderes espirituales, quienes promueven desde sus templos los valores humanos y el amor al prójimo, mucho más deberían hacerlo dentro de un campo de juego, en donde sus conductas deberían distar de los comportamientos de la gente común.
Sin embargo, en un partido de fútbol profesional es casi que infaltable el observar algún tipo de agresión o violencia, producto de ánimos caldeados.
Entonces, uno se podría preguntar: ¿cómo evitar que cosas así se puedan llegar a presentar entre personajes que han sido llamados para ser ejemplos en la sociedad? ¿Cómo se maneja eso dentro de un campeonato que reúne a sacerdotes?
En aras de eludir cualquier lapsus en la moral que rige la conducta de estos hombres, Posso habla sobre la importancia de mantener clara la diferencia entre competencia y rivalidad.
“Aunque queremos ganar, el eje central es el compartir de la comunidad sacerdotal, en donde todos somos colegas. Por lo tanto vamos a competir de forma sana y no nos vemos como rivales”, aclara.
Con esta mentalidad, el equipo barranquillero partirá hacia la fría capital, pero con el calor humano de una comunidad que buscará competir de la mejor manera y, de la mano de Dios, obtener el triunfo deportivo y espiritual.
Este torneo de fútbol, que reúne a sacerdotes colombianos, y algunos invitados extranjeros, se lleva a cabo como respuesta al llamado que hizo el Papa Francisco en su visita a Colombia.
Y en el contexto del Sínodo de la Sinodalidad 2021-2023, convocado por el sumo pontífice, se celebrará la séptima versión de este certamen, en la ciudad de Bogotá.
Bajo el lema “Caminemos juntos por la Copa de la Fe”, la Conferencia Episcopal de Colombia resalta que con este evento se busca promover la fraternidad sacerdotal, la solidaridad, la sana convivencia y un encuentro cercano entre la iglesia y los feligreses, transmitiendo a Cristo a través del deporte.
El torneo consta de seis grupos de cuatro equipos, de los cuales saldrán los dos finalistas que disputarán el título, tras ser escogidos por haber registrado el mayor puntaje.
