El Heraldo
Paula (Natasha Jaramillo) y Jesús (Giovanny Rodríguez), personajes principales del filme.
Cultura

“Yo me llamo Jesús y maté a su papá”: Laura Mora

Haber soñado con un joven que confesaba ser el sicario de su padre llevó a esta colombiana a escribir y dirigir ‘Matar a Jesús’. La película acaba de ganar dos premios en el Festival de Cine de Guadalajara. 

A Laura la violencia le arrebató a su padre. Fue en 2002. Nunca habría imaginado que esa pérdida, ese dolor, desembocaría en escritos y hojas sueltas que años más tarde serían un guión, y, finalmente, una desafiante y conmovedora película.

Matar a Jesús es un drama con tintes de thriller que cuenta la historia de Paula (Natasha Jaramillo), una joven universitaria que tras presenciar el asesinato de su padre se encuentra tiempo después, cara a cara, con el sicario (Giovanny Rodríguez) que enlutó su vida. En ese instante ella debe elegir entre dos opuestos casi a la misma distancia: la venganza o el perdón.

La historia serpentea en las vertiginosas calles de Medellín, con actores naturales que aportan una autenticidad abrasiva. Nada de artificios. Hablamos con Laura Mora, de 36 años, la antioqueña responsable de todos los aciertos y desaciertos. Valen más los primeros, pues el filme —disponible en las carteleras de cine— ha brillado en los festivales internacionales en los que se ha presentado, entre esos el de Guadalajara, donde ganó los premios a Mejor Película y Actor.

P.

¿Por qué volver a hablar de sicariato, drogas y Medellín, temas aparentemente viciados en la filmografía colombiana?

R.

Porque seguimos siendo una cultura muy excluyente y violenta que no se manifiesta simplemente en matar, sino también en ese lenguaje de no pensar en el otro, en los enemigos heredados que tenemos y que no sabemos de dónde vienen. La película va más allá y eso es lo que me interesa. La televisión le ha dado un manejo más laxo, mientras el cine no lo ha explorado tanto, así que el arte puede contrarrestarlo, exorcizarlo. 

P.

¿Cómo lograr eso?

R.

Con esa narración muy íntima sobre el sentimiento de perder a alguien. Matar a Jesús no es otra película sobre violencia, es sobre la anti-violencia, está hecha para ponernos en el lugar del otro y conmovernos. Un proyecto bien contado desde lo narrativo y desde lo técnico. Es una peli que reflexiona desde la intimidad y la profundidad.

 

P.

¿Cuál fue su punto cero?, ¿qué la llevó a ‘Matar a Jesús’?

R.

Yo sufrí la pérdida de mi padre, también asesinado. Después de eso yo nunca me imaginé que iba a hacer una película con el evento más doloroso de mi vida. Dos años más tarde, cuando viví en el exterior, conversé en un sueño con un chico. Estábamos en un mirador y él me dice: “yo me llamo Jesús y yo maté a su papá”. Me desperté y empecé a escribir textos íntimos. Le llamaba ‘Conversaciones con Jesús’ y ahí hablaba de forma imaginaria con el supuesto sicario. En mi caso, yo no estaba en el momento del asesinato así que nunca pude verle la cara. Pero vi que ahí tenía una historia potente.

 

P.

Al principio la película podría parecer una especie de ‘Kill Bill’, cargada de venganza, pero se trata de una historia más profunda y humana, ¿qué le motivó a hacer esa apuesta?

R.

La venganza es una pasión humana muy presente y Colombia es un país con una historia de venganza de más de 50 años, que no sabemos dónde empieza o dónde acaba. La humanidad y la contracción del hombre es lo que más me hace ruido porque no creo en un mundo de buenos y malos, creo en uno lleno de matices, uno en donde la sociedad ha sido llevada al límite. Son esas las historias que más me conmueven en el cine, cuando sale la humanidad a relucir.

 

P.

La película es interpretada por actores naturales, ¿cómo fue esa búsqueda? ¿Qué debían tener Jesús y Paula?

R.

Fue una búsqueda muy larga. Paula era muy importante porque necesitaba una chica con carácter, autenticidad y sensibilidad, que le gustara la calle, pero que viniera de un entorno muy educado. Una chica con voz fuerte, capaz de pararse a exponer sus ideas y esa es Natasha, creativa y con una postura muy clara, lo que le ayudó a encarnar muy bien a su personaje. En el caso de Jesús buscábamos a un chico que conociera de exclusión y falta de amor, pero al tiempo queríamos a un joven muy bondadoso. Ellos son impresionantes, nunca se imaginaron salir en una película porque nunca fueron a un casting, sino que nosotros los abordamos en la calle. Esta película no hubiera sido nada sin ellos.

 

P.

¿En qué momento supo que eran ellos?

R.

A ella la vi en el Museo Moderno de Medellín y de una me llamó la atención su look: su cabello, su forma de vestir. Me recordó un poco lo que yo era con esa edad. Me impactó y luego se me desapareció porque a la mitad de la película ella se fue. Pensé que nunca la iba a volver a ver, pero dos meses después me la encontré en el centro de Medellín y salí corriendo detrás de ella. Me dijo que no, que no le interesaba, pero luego la pude convencer. Le hicimos una entrevista en su casa, con sus papás y recuerdo que pensé: “si no va a ser ella, quiero tenerla al menos de mejor amiga porque me parece increíble”. Nos terminamos de flechar cuando la vimos en un ejercicio actoral de improvisación.

 

P.

Y en el caso de Giovanny, que ganó premio como mejor actor…

R.

Un asistente de casting lo vio en el Parque Bolívar, en el centro de Medellín y lo abordó, él puso mucha resistencia pero luego dijo que sí, aunque dio el nombre que no era. Ya en la entrevista contó que le había dado miedo que lo abordaran en la calle, algo normal en un chico que ha vivido la violencia. Él es un pintor de carros y motos.

 

P.

Con ellos, con todos los que participan en la historia, se hace una crítica fuerte a la institucionalidad, ¿qué mensaje quiere dar?

R.

Sí, tenemos un sistema corrupto que ha colapsado y entonces no se conecta con empatía con las víctimas. Es una crítica a un sistema y a una sociedad muy indolente que te juzga porque a un familiar lo han matado. La gente piensa qué habrá hecho y ya ahí estamos del lado del verdugo. Es un aparato criminal complejo que se autoabastece de la venganza.

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