El Heraldo
Ramón Illán Bacca en fotografías con amigos. Archivo particular
Cultura

Una vuelta a los recuerdos de Ramón Illán Bacca

El destacado escritor y docente fue homenajeado en la Universidad del Norte por sus más de 40 años dedicados a la academia.

Ramón rebuscó en su maletín por todos los compartimientos. Sacó las hojas de su discurso, un paquete y otros papeles. Chapoteó los pies sobre el piso y se angustió al no encontrar sus gafas. Entonces Zoila Sotomayor, quien estaba a su lado, lo calmó diciendo: “Estate tranquilo, es un homenaje para ti. Solo estaremos conversando”.

Tenía razón, aunque Ramón Illán Bacca no dejara nunca de chapotear sus pies, como una señal tal vez de no alcanzar a contener su emoción, nervios y gratitud. Por más de cuatro décadas este destacado, aunque él diga “marginal” escritor samario, ha dedicado gran parte de su vida a la docencia en la Universidad del Norte, que ayer le rindió tributo por su trayectoria como profesor.

 

Lo escogieron para dar clases de Cátedra Latina en 1978, según recordó durante este homenaje que evocó épocas inolvidables, porque en la evaluación que le hicieron cabalgó en su “latín de bachillerato en el seminario de Santa Marta”, en sus estudios “sobre civilización romana y en las clases de derecho romano en la Bolivariana”.

“Dicté la clase en forma decorosa y un exalumno hace algunos meses me detuvo en la calle y me recordó cómo en vez de esperar que contestaran presente al pasar la lista, les exigía decir adsum, la palabra en latín”, contó Bacca, columnista de EL HERALDO, que no dejó de despertar las risas del público.

El homenaje

Ramón Illán Bacca, autor de más de 30 cuentos y cinco novelas, entre estas Deborah Kruel (1990) y Maracas en la ópera (1996), acusado de matar “estilísticamente” a Gabo en medio de la tendencia de los escritores garciamarquianos de imitarlo, ha plasmado de tal forma las realidades del Caribe y de Colombia en su obra, que se ha hecho merecedor del Premio Vida y Obra del Portafolio para el Desarrollo Artístico y Cultural del Distrito 2018, por toda una vida dedicada a las letras.

Así entonces, en medio del homenaje de la Universidad del Norte, Bacca recibió la medalla Sol del Norte por parte de la institución y el máximo reconocimiento que otorga el Distrito de Barranquilla, lo que se traduce para este autor en unos $20 millones. 

“Sé que has interpretado este evento como una despedida decorosa pero no, este es un reconocimiento muy merecido a alguien que ha hecho un aporte intelectual muy importante para todos nosotros”, fueron las palabras del rector Adolfo Meisel Roca, quien le agradeció en nombre de toda la comunidad educativa.

Por su parte, el secretario de Cultura Patrimonio y Turismo, Juan José Jaramillo, destacó ante el público que Bacca ha contribuido de “manera excepcional y significativa al enriquecimiento de los valores literarios de la ciudad”. También resaltó su trayectoria como escritor e investigador de la historiografía literaria de Barranquilla, su aporte al periodismo cultural, la importancia de su cátedra universitaria para las nuevas generaciones y su “total entrega a la literatura”.

Ese encuentro entre amigos, estudiantes y amantes de las letras de un Ramón Illán Bacca ‘bañado’ de flores y elogios, estuvo amenizado por una vuelta a sus recuerdos, que lideraron la coordinadora editorial de la Uninorte, Zoila Sotomayor, el escritor y uno de los más estudiosos de la obra del samario, Ariel Castillo. Juntos, dieron paso a decenas de fotografías que trasladaron a Bacca hasta su infancia, las salas de redacción que lo acogieron y a muchos otros momentos irrepetibles junto a otras destacadas plumas y personajes del Caribe como Gabriel García Márquez, Alfonso Fuenmayor, Raúl Gómez Jattin,Germán Vargas, Lola Salcedo, Álvaro Barrios, Alfredo Gómez, Roberto Burgos, David Sánchez Juliao y Carlos J. María, entre muchos otros

Recuerdos

Entre imagen e imagen, Bacca traía acotación las anécdotas detrás de cada una de ellas. A veces se quedaba en silencio, mientras otras veces deleitaba con su sátira y desparpajo, esa que lo hace en su literatura un autor con voz propia.

Contó, por ejemplo, la historia por la cual quedó bautizado como el profesor fifty– fifty, en vista de que muchos de sus estudiantes de la Universidad del Atlántico, influenciados por el sectarismo político, lo acosaban por no definirse entre el marxismo-leninismo.

“Un día un estudiante bien grande me dijo en la clase “¡profesor, defínase! ¿usted es idealista o científico?” y yo para colmo de males le respondí: bueno, yo creo que mitad y mitad”.

Más tarde evoco aquella vez que le preguntaron, en una encuesta reciente dirigida a los docentes de la Universidad del Norte, que cuáles eran sus proyectos para los venideros cinco años, a lo que respondió: estar vivo.

“Este proyecto lo he realizado plenamente, pues he llegado a una edad mayor al del promedio nacional. Eso me ha permitido asomarme a hechos tan significativos en mi vida como el día de hoy (ayer)”, dijo Ramón, sin dejar de chapotear sus pies.

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