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Antonio Orlando Rodríguez, ganador del Premio Alfaguara de Novela. Tomada de Facebook.
Cultura

“No hay que temerle ni irrespetar la página en blanco”: Antonio Orlando Rodríguez

El autor de ‘Chiquita’, Premio Alfaguara de Novela 2008, es uno de los invitados internacionales a Libraq, que comenzará mañana en el Malecón.

Antonio Orlando Rodríguez (Ciego de Ávila, 1956) es un escritor exiliado de Cuba que se hizo lector en una casa sin libros. Autor de Chiquita, que le valió el codiciado Premio Alfaguara de Novela 2008, así como de un buen número de libros de cuentos infantiles, pues este “hijo del mundo”, como se define, reparte sus pasiones entre ambos públicos. Y los dos le significan la misma exigencia.

El también creador de la colección de cuentos Strip-tease y Querido Drácula es uno de los invitados internacionales a la I Feria Internacional del Libro de Barranquilla, Libraq, donde participará de conversatorios sobre la promoción de lectura y el panorama actual de la literatura infantil y juvenil.

P.

¿Cómo es eso de hacerse lector en un hogar sin libros?

R.

Cuando era niño, en mi casa no había libros, pero afortunadamente en mi escuela sí. Iba a la Biblioteca Nacional José Martí en La Habana y allí tuve alcance a una infinidad de libros que hicieron el lector voraz e insaciable que soy. Yo fui el que llevé libros a la casa y con mi ejemplo mi madre se convirtió en una extraordinaria lectora.

P.

Se hizo escritor y decidió abandonar Cuba para vivir varios años en Colombia, ¿qué le ha dejado este país?

R.

Siempre digo que Colombia es mi segunda patria. Tuve la suerte de recorrer casi todos los departamentos del país como subdirector de Fundalectura. Pude estar muy cerca de los maestros, de los bibliotecarios, de los promotores de lectura, así que me unen lazos personales y afectivos muy estrechos. Es un país que me enfrentó a realidades distintas a las que conocía y me enseñó que en medio de las condiciones menos propicias, siempre hay alguien con mística para acercar a los niños a la lectura.

P.

¿Y qué extraña de Cuba, qué guarda de su tierra?

R.

Realmente nada. Soy un exiliado, me fui porque no estaba de acuerdo con el régimen que vive mi patria y si bien me considero un escritor cubano, heredero de la cultura de mi país, también el vivir en Costa Rica, Colombia, Estados Unidos, me hace un hijo del mundo.

P.

Y desde afuera, ¿cómo ve a Cuba?

R.

Detenida en el tiempo, con cambios cosméticos y en franco retroceso social. Me da una mezcla de tristeza ... y rabia.

P.

Hablemos entonces sobre algo que no le genere eso, ¿cómo es escribir para niños y escribir para adultos?

R.

(Risas) Es que en Cuba, si hubiera escrito libros para adultos, me hubiera tocado sobre temas que no me interesaban y entonces me refugié en la literatura infantil, que luego se convirtió en un gran amor. Luego sí salté a escribir para adultos, pero me parece que ambos públicos requieren igual exigencia y rigor. Lo que cambia es la forma de hablarles, el discurso y el lenguaje.

 

P.

De los libros que ha escrito, ¿tiene alguno preferido?

R.

iempre el último que aparece, así que mi último favorito es Cuentos de cuando La Habana era chiquita, que fue uno de mis primeros libros y que acaba de rescatar la editorial Panamericana en Colombia. Es mi preferido ahora y hasta que llegue uno nuevo.

 

P.

Usted aconseja a los narradores jóvenes, les pide no temerle a la página en blanco, ¿cómo vencer eso?

R.

Es difícil no dejarse vencer por ese temor de la página en blanco, pero tampoco hay que irrespetarla. No se trata de llenarla de tonterías, es conciliar esos dos extremos. Aunque, ¿sabes? Tampoco me gusta dar consejos porque cuando era joven no me gustaba que me los dieran.

 

P.

Sobre el poder de los personajes, ¿cuándo o cómo saber que este está imponiendo decisiones? ¿A usted le pasó con ‘Chiquita’?

R.

Hay veces que escribes una historia y de repente el personaje te habla y tú te sorprendes. Cuando eso sucede, es un indicio de que el personaje es creíble y tiene vida propia. Está tan vivo que piensa, actúa y dice cosas que se escapan de tu voluntad como creador.

 

P.

¿Y qué hacer entonces?

R.

¡Pues dejarlo! A no ser que sea un personaje tan atrevido que quiera robarse el protagonismo de la historia y desviar el curso que como escritor ya habías trazado. Pero si esa iniciativa está en función de la historia, pues bienvenido sea.

 

P.

Parece que le inquieta mucho escribir sobre el pasado, ¿por qué?

R.

A veces hay cosas de la realidad actual que nos sorprenden y que son repeticiones casi exactas de acontecimientos de décadas atrás. Creo que la mejor forma de entender el presente y de alertarnos sobre errores que podemos cometer es mirar hacia atrás.

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