El Heraldo
Margarita de Sainte Lorette junto a su hijo Matías, de 37 años.
Cultura

‘Matías sin H’, la historia cuyo fin es dar esperanza

La barranquillera Margarita de Sainte Lorette se inspiró en su hijo, un politólogo con limitaciones visuales y auditivas que hoy hace parte del  Consejo de Estado francés.

“¿No ha habido niños anormales en su familia?”, fue la pregunta que una médica le hizo a Margarita de Sainte Lorette después de su primer parto. Eso fue hace 37 años en Francia. 

Ella, barranquillera de nacimiento, había tenido un embarazo “normal y sin complicaciones”, y de un momento a otro la emoción por el nacimiento de su hijo Matías había mermado. Complicaciones físicas que involucraban disminución visual y auditiva, además de problemas con la hormona de crecimiento, hicieron que el bebé estuviera 15 días en el hospital. 

De ahí en adelante, cuenta, su vida y la de su familia ha estado vinculada a “personas que llegan en el momento preciso”, de historias, aceptaciones, retos y mensajes por dar. Por todo lo anterior Margarita decidió escribir Matías sin H, un libro originalmente en francés que pronto será llevado al español en el que cuenta su historia de vida y la de su hijo Matías, el hermano de Eva, el contratenor y politólogo. 

“Quiero contar esta historia para dar esperanza”, es lo que dice Margarita al hablar de su libro. No se trata de aquél texto de superación que da las claves o revela secretos, tampoco busca ser una guía. Es su historia, esa que al salir del hospital se dio cuenta vivían cientos de familia y que, hasta ahora, ha sorprendido a más de uno porque nada ha sido un obstáculo para su vida y la de Matías. De hecho, esa palabra no existe en su familia.

¿Cómo acompañar a un niño diferente hacia la autonomía? Es la pregunta que se busca responder a lo largo de las páginas en forma de “testimonio esperanzador”. ¿Por qué? Porque Matías superó todo y aquellas discapacidades no fueron impedimento para que él ahora se encuentre trabajando en el Consejo de Estado de Francia, algo que sonaría impensable, pero que fue su reto… y lo logró.

Para hablar de cómo Matías llegó a este punto la historia debe llevarse páginas atrás. Entrar a una guardería en la que era “el consentido de todos” y el más conversador, gracias al apoyo de una funcionaria pública y el respaldo de la directora de la institución. Luego decidir entre una primaria para estudiantes regulares o aquella especializada en alumnos con baja visión. Escogieron la segunda porque “leer y escribir era un tema fundamental”. 

Sin embargo, llegado a quinto grado, los directivos reconocieron que “Matías estaba aburrido porque iba a un ritmo diferente”, entonces ya era el momento de hacer su bachillerato en una escuela pública de alumnos regulares. Ahí empezó su pasión por las Ciencias Políticas, carrera que escogió una vez graduado y que estudió en el ÉNA, la Escuela Nacional de Administración en la que son formados muchos altos funcionarios del gobierno francés. 

Se especializó en Administración Pública y el camino lo llevó a ser pasante en el Consejo de Estado. Superó diferentes filtros y nunca se amilanó por aquellas limitaciones físicas. Tampoco lo hizo su familia, con la que ha contado por 37 años. 

Se llama Matías porque su mamá así lo decidió. “Quería que mis hijos tuvieran nombres que fueran sencillos en español”, dice Margarita. Y, aunque estas líneas suenen diferentes a la intención del texto, es la base para el título de la historia que decidió escribir. “Matías sin H”, así le dijo Matías a los 10 años a Gabriel García Márquez cuando en unas vacaciones en el Hotel Hilton de Cartagena se lo encontró jugando tenis. 

“Fuimos a la cancha y le conté a Matías que el que estaba al lado era García Márquez, él me dijo que si se le podía acercar y le dije que claro, que fuera. Al llegar donde él, le dijo que no daba autógrafos en papelitos, pero que al día siguiente a las 7 de la mañana estaría en la cancha, que fuera con un libro. Salimos en la noche a buscar uno corriendo y al día siguiente bien temprano estábamos esperándolo. Al firmarlo, Matías le dijo ‘Matías sin H’, y así, con esa frase, Gabo le escribió la dedicatoria en el libro”, recuerda Margarita.

Y así era siempre. Luchaba con sus profesores para que a la hora de escribir su nombre fuera sin esa letra que, aunque no tiene sonido, para él significa un vínculo directo con su mamá y el país que visitaba de pequeño en cada temporada de vacaciones, ese vínculo manifestado en la imagen de portada en la que ambos se miran y basta eso para “saber que hay amor”. 

La historia de Matías, escrita por Margarita, espera ser el soporte de muchas familias que sienten que solo a ellos les pasa, unir, crear comunidad y dar esa voz de esperanza que siempre hace falta. 

 

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