El Heraldo
Los tres muertos que Esperanza Guerrero (der.) tenía en el cementerio de Bahía Rada desaparecieron. Cortesía
Córdoba

El mar Caribe ‘ahogó’ a los muertos de Bahía Rada y se los llevó

Los restos de al menos 74 personas se los ‘tragó’ el mar en medio de la erosión, que no fue atendida  por la Gobernación de Córdoba.

Dicen que los muertos de Bahía Rada, corregimiento de Moñitos, Córdoba, son los más ‘salados’ del mundo, porque después de sepultados se ahogaron y se los llevó el mar Caribe.

Esperanza Guerrero Padilla no tiene dónde llevarles flores y encenderles velas cada 2 de noviembre, cuando se conmemora en el mundo el Día de los Fieles Difuntos, a su abuelo Eligio Barrios, quien murió en 1977; a su bisabuela, Nicolasa De Arco, quien había fallecido dos años antes, y a su hijo Antonio Rodríguez, a quien perdió hace 23 años.

“Hace tres años alcancé a ver el último resto de mi abuelo, cuando el mar se lo llevaba. Es duro cada vez que llegan esas fechas en las que por tradición uno le reza y le lleva flores a sus muertos, en el cementerio no hay nada porque todo se lo llevó el mar”, narra Esperanza frente al pedazo de tumba de concreto que las violentas olas destrozaron a medida que pasaron los años, sin que ninguna autoridad hiciera nada por salvar los cadáveres de Bahía Rada.

Doña Esperanza se limita a hacerles una oración en su casa, “pedirle a Dios que los tenga en el cielo”, y asumir las consecuencias de la erosión marina que cada vez es más acelerada.

Cristóbal Matute, nativo de Bahía Rada, explica que la erosión empezó hace unos 20 años. Entonces los dueños de los muertos tocaron las puertas de los gobiernos local y seccional para enfrentar el fenómeno natural y mudar el cementerio, pero nadie les prestó atención y desafortunadamente los difuntos ‘naufragaron’.

En este corregimiento, espléndido y poco explotado turísticamente, casi todas las bóvedas fueron ‘tragadas’ por el mar, y en las pocas que quedan alcanza a observarse alguna osamenta, que se desintegra con el salitre y ‘pelea’ contra el oleaje como si los finados opusieran resistencia para no irse de Bahía Rada.

“De unas 80 personas que fueron sepultadas allí solamente quedan los restos de seis”, asegura Matute, a quien el mar también desplazó y le tocó cederle la casa donde vivía con su abuela Candelaria Padilla y con su esposa Rubiela Correa. Hace pocos meses construyó una nueva vivienda en un lugar más seguro.

En el antiguo cementerio de Bahía Rada nadie se atreve a sepultar a sus seres queridos. La última en ser llevada allí, hace 20 años, fue Ángela Zúñiga, nativa y recordada por sus paisanos.

Ahora están enterrando en un nuevo lote, lejos del mar, producto de una donación que hizo el ciudadano Calixto Correa, en la vía principal del corregimiento.

Los habitantes de Moñitos construyen una barrera. Cortesía

La escuela, en alto riesgos

Además del tradicional campo santo en Bahía Rada la erosión destruyó 35 viviendas, la mayoría de ellas ubicadas en el desaparecido barrio la Victoria, según lo narra el líder cívico Luis Correa Salcedo.

Las últimas cuatro casas de ese sector también ‘naufragaron’ en enero de este año como los muertos del pueblo. Eran las viviendas de Rafael Medrano, Olga Esquivel, Gabriel Julio Morelo y Gabriel Matute.

Otras cinco casas ya tienen el mar en el patio, como sucede con la institución educativa donde estudian 150 niños. Las olas golpean en los salones y muchas veces es necesario suspender clases porque el plantel se inunda.

“Las clases se paralizan con frecuencia porque la marea revienta en los muros del colegio, es una advertencia que venimos haciendo también desde hace mucho tiempo”, explica el líder comunitario de Bahía Rada.

Para enfrentar el problema la comunidad adelanta desde comienzos de abril, a través de la Fundación Amor por Bahía Rada (Fabra), una ‘piedratón’ y construir el espolón que según la ingeniería campesina se necesita en el pueblo, con el fin de restarle fuerza al mar cuando arrecie fuertemente a partir de septiembre.

“Nuestro corregimiento es tranquilo, a quienes el mar les ha arrebatado las casas no han querido salir por eso, aquí vivimos tranquilamente 647 personas, de acuerdo con el último censo, pero solo en el casco urbano”, precisa el líder Correa Salcedo.

En Córdoba, incluyendo la consecuencia de este pueblo que ya quedó sin cementerio, son 12 los puntos críticos donde la erosión marina ha causado estragos de tipo comunitario, de acuerdo con un estudio que está en poder de la Corporación Autónoma Regional de los Valles del Sinú y San Jorge, CVS, según lo señala Albeiro Arrieta, asesor de dicha entidad.

‘Hay que ajustar los Pot’

Para el director de la autoridad ambiental, CVS, José Tirado Hernández, el tema de la erosión marino costera se presenta a escala del mundo y se seguirá incrementando por el fenómeno del cambio climático.

Sostiene el funcionario que frente a este panorama universal la primera falla está en el diseño de los Planes de Ordenamiento Territorial (POT), que deben decir cuál es el área segura para construir y si es del caso reubicar sectores existentes en las localidades en riesgo.

“No se puede construir cerca de la playa, hay que construir a unas distancias que los estudios arrojen y que garanticen que la erosión que seguirá presentándose no afectará, por lo menos durante los próximos 20 años. La CRA hace un llamado para que ajusten sus POT, que nosotros les aportamos los insumos y la asesoría”, explicó Tirado.

Criticó que frente a este tipo de realidades como la de Bahía Rada, se sigan haciendo obras duras entre ellas los espolones con piedras, y sugirió se aplique la ingeniería mundial con obras blandas, consistentes en la siembra de pastos marinos y construcción de playas.

De acuerdo con el director de la CRA, de 368 obras duras, con piedras, realizadas en los 124 kilómetros de costa que tiene Córdoba, solo dos funcionan correctamente “y las demás han causado daños colaterales peores”-

Mientras los expertos mundiales discuten en la mejor técnica para contrarrestar la erosión marina, la población de Bahía Rada lanza un SOS para evitar que así como desapareció el cementerio y un barrio, no desaparezca el resto del corregimiento, uno de los nueve que tiene Moñitos, a 2 horas y media de Montería. Hay que pasar por Cereté, San Pelayo, Lorica y San Bernardo del Viento, casi que bordeando siempre la margen derecha del río Sinú.

El muro de piedras que quiere hacer la comunidad requiere al menos mil volquetas de material. El domingo anterior se lograron las primeras 56 y la tarea es poder reunir la totalidad antes de la temporada de brisas, cuando los seis muertos que quedan ‘lucharán’ para no dejarse ahogar como los otros 74.

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