La palabra más bella
Pero por favor, en estos días de septiembre que la cuarentena acaba, que la palabra más bella no sea fin, pues aún nada termina.
La palabra más bella del mundo, la que más le gusta, esa que aparece en sus estados de agrado más profundos. La que se pronuncia mejor en la intimidad, la que utilizan con precisión y sutileza sus autores favoritos. La que sobresale y todo lo hace poesía, la que abunda en el maletín del cartero, la que utilizan los que presienten el amor para aproximarse un poco más, la que huele a desenfado, la que llevan en el pecho las madres de los hijos recién nacidos, la que sorprende a los padres primerizos, la que está en el pensamiento cuando somos alegría.
La palabra más bella del mundo, la que extrañamos en los diarios, la que se perdió entre el asfalto y las balas, la que no vende en las redes, la que no se pronuncia en la radio, la que dejaron de enseñar en las aulas.
La palabra más bella del mundo, la que deberíamos llevar impresa en la piel, la que ojalá, algún día, escribamos en carteles y saquemos a pasear por las calles como anuncios publicitarios en metrópolis modernas, o tan solo, como remplazo de manifestaciones violentas.
La palabra más bella del mundo, la que nos salva y nos reconstruye, la que nos proyecta y deja en evidencia la mejor versión de cada uno, la que nos refuerza y nos identifica, la que tenemos guardada para el día del beso, esa, esa que todos tenemos y para todos es distinta, esa que pasa por su mente en este instante y deja claro, que la palabra más bella del mundo puede ser esa y más que esa.
La palabra más bella del mundo puede ser más de una, entonces, puede ser también idioma, puede ser también lenguaje.
La palabra más bella del mundo puede ser Ternura, puede ser Sosiego, puede ser Amor, puede ser Inspiración, puede ser Luz, puede ser Transformación, puede ser Refugio, puede ser Paz, puede ser Magia, puede ser Movimiento, puede ser Naturaleza, puede ser Dedicación, puede ser Delicadeza, puede ser Intuición, puede ser Fe, puede ser Ilusión, puede ser Movimiento, puede ser Sonrisa, puede ser Espíritu, puede ser Salud, puede ser Abrigo, puede ser Nobleza, puede ser Universo, puede ser Observación, puede ser Compasión, puede ser Sol, puede ser Comprensión, puede ser Mar, puede ser Ensoñación, puede ser Energía, puede ser Evolución, puede ser Aroma, puede ser Corazón, puede ser Armonía, puede ser Cristal, puede ser Abrazo, puede ser Agua, puede ser Libertad, puede ser Honestidad, puede ser Consciencia, puede ser Beso, puede ser Amigo, puede ser Hijos, puede ser Equilibrio, puede ser Disciplina, puede ser Reconciliación, puede Perseverancia, puede ser Perdón, puede ser Belleza, puede ser Reflejo, puede ser Fortaleza, puede ser Aprendizaje, puede ser Certeza, puede ser Sabiduría, puede ser Silencio, puede ser Caricia, puede ser Luna, puede ser Dios, puede ser Vida.
Es hora de llamarla, de decirla y de gritarla, pero por favor, en estos días de septiembre que la cuarentena acaba, que la palabra más bella no sea fin, pues aún nada termina, quizá, todo está por iniciar.
Si el poder de la palabra existe, como evidentemente existe, invoquemos la palabra más bella, para que pueda ser Solución y para que pueda ser ¡Esperanza!
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