Concentramos toda la atención y el interés de las necesidades prioritarias de las regiones afectadas para convertir el agro en polo magnético de trabajo y fuente de empleo, logrando invertir el fenómeno del éxodo hacia las ciudades, fenómeno que se convertiría en la mágica fórmula para desalojar las zonas tuguriales.
Toda esa gama de delitos humanos, tales como: el asesinato, la trata de blancas, el secuestro, la extorsión, el estupro, la violación carnal, la corrupción de menores, el narcotráfico, el robo, la estafa, el genocidio, etc. Además de los elementos jurídicos que conducen a la cárcel, conllevan la condición metafísica que definen las religiones como pecado, karma, impurezas espirituales y estados que se pagan con el “castigo eterno”, con la degradación humana que provoca una involución o proceso de retroceso espiritual que transforma el pecador y lo coloca en una escala inferior.
El delito jurídico pasa a ser delito moral o problema de conciencia, drenando así las preocupaciones de los gobernantes y finiquitando los interminables gastos bélicos que sangran la economía nacional, debilitan la capacidad de la fuerza pública, erosionan la tranquilidad y la seguridad de la ciudadanía.
Ponemos en la mente de los que trafican y comercializan con estupefacientes, a través de la radio y la televisión para prevenir a la juventud ante campañas intensivas de proyección de películas que muestre el “horror” del consumo, diapositivas, conferencias, publicaciones, etc., a nivel de escuelas públicas y privadas y los medios de comunicación.
Por otro lado, el ingreso de la droga a otros países ya es asunto que se sale de las manos de nuestros gobernantes.
Cada país posee el control de sus fronteras, cada residencia tiene puertas y ventanas que puede abrir y cerrar a los elementos extraños.
Por lo tanto, reducir el gasto público limitando la compra de equipos bélicos pesados y costosos, parte del gravoso endeudamiento externo sin desatender las necesidades básicas del ejército colombiano, mejorando incluso sus condiciones de movilidad, su capacidad numérica y su consumo de municiones para armamento ligero que en la actualidad puede auto abastecer su propia industria militar.
Las secuelas de la subversión que vulneran los intereses de la industria agropecuaria y paraliza la producción del campo.
Escasean los recursos hospitalarios, educativos, carcelarios, la asistencia técnica y crediticia para la agricultura, la pesca y ganadería.
Y en las emergencias y calamidad colectivas de diaria ocurrencia, los auxilios y ayudas estatales tardan siglos en llegar, teniendo casi siempre que acudir al sector privado…
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