Cuenta el historiador Ernesto Bassi Arévalo, en un libro iluminador, que el 8 de noviembre de 1819, poco después de la victoria en la Batalla de Boyacá, Simón Bolívar escribió a su segundo al mando, Francisco de Paula Santander, una carta en la que, además de celebrar las victorias recientes utilizó la frase “Esta Patria es Caribe y no Boba” para caracterizar a la nueva nación. Según Bassi, Bolívar pudo utilizar la frase en dos sentidos: como un tributo al Caribe, y un reconocimiento de que la victoria no hubiese sido posible sin la ayuda de Haití en cabeza de su presidente Alejandro Petion, o como una declaración de propósito con respecto al tipo de nación que se quería crear.
El inspirador libro de Bassi se llama An Aqueous Territory: Sailor Geographies and New Granada’s Transimperial Greater Caribbean World y fue publicado por la Universidad de Duke en el 2016. Esta obra es refrescante en su enfoque, conceptualmente renovadora y puede leerse con deleite. Su pertinencia no se reduce al campo de la historia, sino que es de interés y utilidad para antropólogos, politólogos y geógrafos. Si pudiese recomendar un libro a un mandatario de Colombia, sin importar su procedencia y convicciones ideológicas, le obsequiaría esta obra.
El mar, para este autor, no puede concebirse como un simple intervalo entre puertos. Para muchos marineros, comerciantes y pueblos indígenas marítimos, como los wayuu, miskitos y cunas, “era un espacio acuático y aterrizado de interacciones sociales, una región distinguible… Era un territorio acuoso”. A pesar de la confluencia de diversos imperios en el Caribe, estas gentes desarrollaron geografías vividas en contraste con la noción fragmentada que imponían los límites imperiales. De esta manera, según Bassi, quienes cruzaban estas fronteras desarrollaron un sentido de lugar –pues ellos se localizaron a sí mismos en un mundo transimperial más amplio, desarrollaron acciones diplomáticas y vislumbraron futuros potenciales para ellos mismos y para aquellos a quienes afirmaban representar.
Con el advenimiento de la República, los padres fundadores colombianos buscaron crear una república que fuera bienvenida en la comunidad euroatlántica de naciones. Para crear lo que Bassi llama: una nación andino-atlántica, se dio inicio a un proceso de descaribeñizacion que intentó borrar las conexiones establecidas en los siglos anteriores por los capitanes, de barcos, marineros, comerciantes y los habitantes de las islas y del litoral.
El país, sin embargo, eligió otro rumbo. Al adoptar una visión centrada en los límites del estado nación, ciertas regiones del Caribe vieron reprimidos sus nexos y sus relaciones fueron estigmatizadas bajo el rótulo del contrabando, lo que fue y sigue siendo muy eficaz hoy en día. No en vano muchos de esos territorios, cuyos habitantes fueron protagonistas dinámicos de estos intercambios, hoy son vistos como zonas problemáticas signadas por crisis económicas y humanitarias recurrentes y por la inestabilidad institucional. El país pudo tomar otro rumbo aprovechando estos nexos y el conocimiento derivado de ellos.
Pero, según Bassi, esta visión transimperial fue, para algunos, una oportunidad para ser aprovechada y para otros, tristemente, una amenaza para ser eliminada.
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