“...De aquel río crecido que perdió su cauce, oh mi Valle lindo, oh mi lindo Valle...”

Cuando escuchó La fuerza del amor, de Iván Villazón, es imposible que mi corazón no se arrugue y las lágrimas me jueguen una mala pasada.

¡Mi Valle! En mi corazón tienes un lugar privilegiado. Tus ríos, tu música y tu manera sencilla de vivir me hacen feliz y me dan nostalgia. Me enamoran tus detalles: la gente en las mecedoras frente al portón, la brisa de diciembre con las charlas de mi abuela, mis amigos que corrían por las calles con una libertad impensable; la ilusión bonita de que todos estábamos conectados por el orgullo de pertenecer a esta tierra que guarda en su esencia un patrimonio cultural sin parangón. ¡Mi Valle! Te vi crecer mientras yo crecía. Y por esto, cómo no me va a doler ver como la inseguridad cambia esos recuerdos por una realidad aterradora. ¿Las razones? Muchas. A Valledupar se le han prestado soluciones que habrían alcanzado para el pueblo que fue, pero hoy es una ciudad. Por eso, si este gobierno es incapaz de anticiparse a los problemas y planear con visión, el futuro estará lleno de paños de agua tibia.

El problema más urgente es la inseguridad. Y es por esto que el miedo, ahora, hace parte de los vallenatos. Según la Cámara de Comercio de Valledupar, el 62% de los vallenatos siente que su ciudad es poco segura y el 31% piensa que la capital es “nada segura”. Claro, los simpatizantes de la administración municipal dicen que el problema de Valledupar es de percepción y no de seguridad. Una afrenta indignante contra la inteligencia de un pueblo.

Ante esto, el actual alcalde, Augusto Ramírez, ha demostrado total improvisación, no se sabe si por compromisos con sus financiadores o por la arrogancia de no escuchar a quienes se han atrevido a pensar la ciudad mejor que él. Ya es hora de crear una Secretaría de Seguridad en Valledupar, como se hizo en Bogotá; esto le pondría un doliente al problema. En el primer trimestre de este año, el 73% de los delitos cometidos, según la Cámara de Comercio de Valledupar, fueron hurtos a personas o establecimientos de comercio. Por su parte, el 82% de los encuestados dice haber presenciado o conocido de un hurto en el mes de mayo. ¿Qué tanto ha influido el cierre de la frontera y el reversazo en el decreto del mototaxismo, en la inseguridad? Las personas no pueden seguir buscando su sustento en el delito. Las soluciones deben buscarse con perspectivas sociales también. Pero, ¿qué se está haciendo al respecto?

La visita del director de la Policía Nacional, general Jorge Hernando Nieto, parece una reacción. Celebro la llegada de fuerzas especiales urbanas –alrededor de 50 hombres– del Ejército para intervenir Valledupar. “Nuestros hombres se empezarán a ver en la calles”, dijo el general Pablo Bonilla, comandante de la X Brigada. Aunque, ¿Por qué el Ejército y no la Policía?

Para que la gente salga a conversar en sus mecedoras frente al portón; para que los niños puedan jugar en las calles; para que Valledupar se convierta en la ciudad que debe ser y conserve su esencia de pueblo, es necesario cambiar la realidad en la que vive, y no solo la percepción de sus habitantes.

La ciudad se está hundiendo en la incompetencia de un gobierno municipal sin imaginación y sin recursos. No se puede negar la apatía de un gobierno centralista, que solo recuerda al Valle para venir al festival. Colombia, con mi Valledupar como ejemplo, se ahoga en una ola de violencia en manos de la delincuencia mientras hablamos de paz, pero esto no se resuelve con palomitas en la solapa.

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