El Heraldo
Opinión

Un ‘masaje’ para Karen

En el periodismo español se denomina “masaje” a los escritos que adulan a las fuentes.

Como para esa tradición medios y reporteros están asociados siempre a las malas noticias, decir algo bueno de alguien es como asistir a una derrota en el campo de batalla.

Por eso el dilema del vaso medio lleno o medio vacío no existe: para los que piensan así, hay que hablar siempre de la parte sin agua.

Pero hay circunstancias que obligan a mirar la otra. Por ejemplo, los logros de Barranquilla en educación.

Remitámonos al pasado reciente. 

Hace diez años, la infraestructura educativa estaba en ruinas, no había pupitres suficientes ni en buen estado, los docentes no daban abasto, los alumnos se morían de calor y otros dejaban de asistir a clases porque no tenían qué comer en casa.

El gran problema de la educación para el gobierno era la cobertura; el de los padres, conseguir un cupo para sus hijos.

Lo demás ni importaba ni existía.

Pero empezó un proceso de intervención que no dejó un solo frente sin abordar. En los barrios más apartados el gobierno levantó megacolegios públicos que garantizaban la atención de la población por fuera del sistema y con ellos llegaron condiciones que antes eran impensables.

Lo que hicieron estas administraciones fue iniciar un viaje de varias estaciones, cada una con un desafío mayor para la siguiente parada.

Como las aulas bien dotadas ya eran suficientes, entonces hubo que nombrar y capacitar a más profesores; como los salones ya tenían sus docentes, había que montar laboratorios y salones de informática; y como estudiantes y profesores trabajaban en condiciones que avivan el conocimiento, el reto eran nuevas metodologías para un aprendizaje efectivo y con sentido. 

Había que disponer, además, de alimentación escolar con los nutrientes necesarios para atenuar la deserción, y la conectividad, y la movilidad internacional, y el bilingüismo.

Si bien se trata de un resultado notable por el que comunidad educativa y gobiernos han trabajado desde hace diez años, en los últimos ha estado inspirado por la labor de la abogada Karen Abudinén.

De ella dicen muchas cosas, incluso en la propia Alcaldía: que es gritona, que es intensa, que para sus funcionarios no hay sábados ni domingos porque nunca descansa…

Pero lo que hemos tenido en Barranquilla, con ese liderazgo alborotador, es una pequeña revolución educativa que nos ha permitido pasar de la mendicidad oficial a la dignidad institucional y hacer una apuesta de ciudad por lo que el Banco Mundial llama la más rentable inversión social.

El dato que inspira este escrito es revelador: seis colegios distritales están hoy entre los primeros lugares del país. 

Pero hay más: los 17.500 jóvenes que pudieron terminar o iniciar una carrera profesional demuestran que el viaje sigue. Y seguramente lo que vendrá es la inserción laboral.

Pues todo esto había que decirlo, así me crucifiquen como el masajista de la secretaria de Educación Distrital.

albertomartinezmonterrosa@gmail.com - @AlbertoMtinezM

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