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Postal desde Montenegro

De los muchos rincones pequeños de Europa uno de los más evocadores es Montenegro, situado en los imponentes montes de los Balcanes del sur. Aunque el turismo va en auge, sigue siendo uno de los países menos conocidos del Viejo Continente. Con solo 650.000 habitantes Montenegro es el último de los estados nuevos que nacieron del colapso del comunismo, a la espera de que la vecina Kosovo obtenga pleno reconocimiento internacional.

Durante siglos los montenegrinos -eslavos ortodoxos vinculados con los serbios- resistieron en su bastión de alta montaña al imperio otomano que llegó a ocupar todos los Balcanes. Después de la enésima guerra contra los turcos, Montenegro finalmente fue reconocida en el Congreso de Berlín de 1878 como estado independiente por los grandes poderes europeos. Su príncipe Nikola se declaró rey en 1910 y empezó a casar a sus hijas con miembros de varias cortes europeas, lo cual le ganó el apodo de “suegro de Europa".

De aquella época data la curiosa y fascinante arquitectura de Cetinje, la antigua capital de Montenegro. Parece un sitio real en miniatura, sacado de una película de Disney. El Palacio Real del rey Nikola es una mansión relativamente pequeña pero que alberga todos los atributos que se le suponen a una residencia real, desde el comedor de gala a las estancias de príncipes y princesas repletos de muebles y enseres nobles traídos de fuera, sin olvidar las últimas novedades tecnológicas como una cámara fotográfica o una máquina de escribir. Los “jardines reales" sirven hoy como pequeño y agradable parque para vecinos y visitantes.

Muchos países instalaron embajadas en la capital del reino montenegrino, que hoy es una pequeña ciudad en medio de un valle rocoso. Ahí quedan la legación británica de estilo georgiano; la embajada francesa con un vistoso estilo Art Nouveau, o la pomposa representación rusa que supera al propio palacio real, en una señal de quién era el poder protector de Montenegro.

También está el Parlamento, hoy convertido en museo de Arte y de la turbulenta historia del país. Los guerreros montenegrinos han luchado contra varios invasores. Aparte de las guerras con los otomanos combatieron la ocupación del imperio austrohúngaro, la invasión de Mussolini y la de Hitler. Siempre salieron del lado ganador. El último bombardeo lo sufrieron en 1999 cuando la OTAN atacó lo que quedaba de Yugoslavia bajo mando de Slobodan Milosevic. En la Primera Guerra Mundial, Montenegro perdió su independencia que no recuperaría hasta 2006 cuando se separó de Serbia.

Desde hace dos años Montenegro mismo es miembro de la OTAN, muy a pesar de Rusia que ve como se esfuma su influencia histórica en la región. Los montenegrinos miran a Europa, como demuestran las banderas de la Unión Europea que ondulan en la nueva capital Podgorica. Después de siglos de lucha sangrienta por su independencia, Montenegro sueña con entrar en la UE, algo que debería hacer pensar a todos aquellos europeos que creen que fuera de la Unión se está mejor.

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