Con la alemana Ursula von der Leyen la Comisión Europea será presidida por primera vez por una mujer. Hay un gran consenso a través de todo el panorama político de que este hecho es un logro muy positivo en la larga carrera hacía una mayor igualdad de género. Pero más allá de su condición de mujer, la elección de la ya ex ministra de Defensa de Alemania no ha gozado de un apoyo muy mayoritario como mostró su elección en el Parlamento Europeo el martes. Ganó por los pelos, con sólo nueve votos por encima del mínimo requerido, y con suspense hasta el final.
El descontento de muchos eurodiputados no tiene tanto que ver con Von der Leyen, sino con el enfado por la forma en la que se había decidido su candidatura. Los jefes de gobierno de los 28 países de la Unión Europea pasaron por alto el compromiso adquirido en años anteriores de que la presidencia de la Comisión correspondiera a uno de los candidatos principales de los partidos en las elecciones al Parlamento Europeo del 26 de mayo. En vez de esto y para superar recelos mutuos, se sacaron de la chistera a la ministra alemana que ni siquiera es europarlamentaria.
No cabe duda sin embargo de la capacidad de esta política curtida en mil batallas, que llegó a ser considerada como potencial sucesora de la canciller Angela Merkel. Von der Leyen es dialogante, buena oradora y tiene una flexibilidad ideológica conveniente para su nuevo cargo. Lo mostró en las negociaciones con los diferentes grupos políticos del Parlamento Europa y su apasionado discurso el martes que ganó la aprobación de la Cámara. Hizo ofertas para casi todos los gustos, especialmente para los partidos verdes y socialdemócratas: un ambicioso plan medioambiental para convertir a Europa en el “primer continente libre de emisiones” en 2050 y un salario mínimo europeo, por ejemplo.
Prometió abarcar el tema de la migración pero sin dar detalles para no molestar a nadie en este tema sensible. No se sabe de dónde finalmente le llegaron los votos decisivos ya que la votación es secreta.
Quizás el mayor problema de Von der Leyen en los cinco años de su mandato sea el hecho de ser alemana. Durante la última crisis económica la política de austeridad y recortes prescrito por el gobierno de Merkel creó muchos recelos entre la ciudadanía de los países rescatados. Si volviese a producirse una situación semejante, una Comisión dirigida por una alemana podría ser un problema. El otro cargo decisivo para la economía europea es la presidencia del Banco Central Europeo, que ha caído en la francesa Christine Lagarde. Es también la primera mujer en dirigir la autoridad monetaria.
Por fin dos mujeres al frente de las instituciones más importantes de la UE, aunque Von der Leyen promete más. Anunció que quiere formar una Comisión paritaria de hombres y mujeres. “No podemos hablar de igualdad de género hasta que también una mujer mediocre pueda ascender a puestos importantes”, dijo en una ocasión hace tiempo. No es su caso, porque de mediocre no tiene nada.
@thiloschafer
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