El Heraldo
Opinión

Sí, sale muy caro

En las elecciones regionales la decisión de votar por uno u otro candidato suele estar mediada por intereses que corresponden a dinámicas familiares, económicas y culturales, sobre las cuales hay poca o nula conciencia y que afectan la democracia en los órdenes locales y departamentales. Es muy usual en las ciudades intermedias que al preguntar por quién votarán en las elecciones la respuesta esté relacionada con el hecho de que algún familiar trabaja para un candidato o para alguien que ha refrendado una campaña o partido político. En esa misma línea, un porcentaje considerable de la ciudadanía vota por el candidato que le resulte más cercano y al que en un futuro pueda pedirle trabajo para sí mismo o para sus hijos, dado que fue por su voto que dicho candidato es ahora funcionario. A este panorama que es ampliamente conocido y familiar para los colombianos, se suma el hecho de que la presencia de bandas criminales tendrá una incidencia sobre las elecciones locales, y el peor de los males de la democracia: la compra de votos – lo que innegablemente se negocia al por mayor-. 

Adicionalmente, el pesimismo con las candidaturas parece ser cada vez mayor, en tanto, un número considerable de candidatos, según el reciente informe publicado por la Fundación Paz y Reconciliación, tienen cuestionamientos por corrupción, relación con bandas criminales y parapolítica. Esto, de la mano de la escasez de programas políticos serios que respondan a los retos económicos y sociales de las regiones del país, ha derivado en una desesperanza a la cual no podemos sucumbir. Frente a esta situación, algunas ideas que podrían mejorar el panorama y la toma de decisiones en la democracia: 

1. Generar empleo disminuye la compraventa de votos y el intercambio de favores: una sociedad que tiene oportunidades de empleo en el sector privado tiene menores posibilidades de vender su voto o intercambiarlo por un cargo público. Se deben activar las economías locales y empezar a formar capital cualificado. 

2. Votar por alguien menos corrupto no es una decisión responsable: si en las elecciones a alcaldía y gobernación, en las que suele haber menos opciones, hay dos o tres candidatos y todos han estado involucrado directa o indirectamente en casos de corrupción o delincuencia, votar por el menos corrupto no es la opción. Para estos casos se creó el voto en blanco, que debe convertirse en una verdadera herramienta para fortalecer la democracia. 

3. Votar por compromiso y no por convicción, es un error que se paga caro (literalmente): nuestro Estado es casi totalitarista, desde la salud hasta el concepto de familia depende de las instituciones. Si se cree que votando por quien cae bien o da trabajo vamos a tener alguna posibilidad de crecer como sociedad, no solo se incurre en un tremendo error, sino que se reducen las posibilidades de tener una mejor calidad de vida.

Y sí, sale muy caro ¿Ya sacaron cuentas de cuanto lo que ganan se les va en impuestos? 

@tatidangond 

 

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