El reconocimiento de Guaidó como presidente encargado de Venezuela debe pasar de ser un acto simbólico para traducirse en apoyos reales para el restablecimiento de la democracia en ese país. Este hecho, que ha sido ampliamente discutido en la sociedad internacional y que ha tomado notable fuerza a partir de la posesión de Nicolás Maduro, no puede quedarse en los titulares de los medios de comunicación o en las discusiones políticas: debe llevar a que se concreten medidas humanitarias que permitan el restablecimiento de la democracia sin cobrar más vidas en el territorio venezolano.
Juan Guaidó –quien es no solo la nueva imagen de la oposición, sino quien le ha dado en los últimos días esperanza a la comunidad venezolana– puede seguir recibiendo todo tipo de apoyos políticos alrededor del mundo, pero lo cierto es que ni él ni su familia cuentan con garantías suficientes para liderar un movimiento de cambio en medio de la represión y de la violencia generalizada de la dictadura de Nicolás Maduro. A pesar de que en sus discursos ha invitado a Maduro a dialogar para buscar una alternativa que permita la recuperación de Venezuela, está claro que una dictadura de este nivel en el que todas las instituciones se encuentran controladas por el dictador y sus aliados, difícilmente se podrán establecer canales de diálogo que lleven a la recuperación del país vecino.
Mientras todo lo anterior se convierte en una problemática indescifrable, miles de venezolanos siguen buscando oportunidades por fuera de su país sin saber si algún día podrán regresar; y miles que resisten en sus territorios a pesar de la ausencia de alimentos y medicamentos necesarios para una vida digna. Ahora, las soluciones deben estar pensadas en términos humanitarios y no militares, porque cualquier solución que implique el uso de la fuerza no llevará a otra cosa que al caos, la violencia y la desestabilización del hemisferio.
Todas las opciones militares que se han pensado, o intencionalmente filtrado, no plantean soluciones reales para un pueblo que en medio de la pobreza y la violencia sigue en su territorio buscando alternativas que desde la sociedad civil puedan llevar a un cambio político y económico. Venezuela no se puede convertir en un rin de disputa del poder y las únicas formas para que esto no suceda es la búsqueda de estrategias que vayan más allá de lo militar y que se queden en lo social y en lo político.
Hemos visto cómo a lo largo de estos años diferentes lideres de la oposición se han convertido en prisioneros políticos de la dictadura, y a pesar que la condena a estos hechos represivos ha venido desde organizaciones internacional hasta de diferentes estados, esto no ha impedido que se desconozcan las garantías y libertades políticas. Si se quiere que haya una verdadera transición, no solo se debe refrendar protocolariamente la presidencia de Guaidó sino apoyarlo para que no esté solo en esta lucha por la democracia.
@tatidangond
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