El anuncio de WhatsApp sobre los cambios en su política de privacidad, que permitirá el uso de los metadatos obtenidos de usuarios de la aplicación, además de generar una inmensa incertidumbre entre quienes utilizan esta plataforma, supondrá un reto para quienes no puedan pagar el uso de otra aplicación de mensajería instantánea. WhatsApp está en todas partes, en el comercio, en el trabajo y en las comunicaciones personales, lo que derivó en que los operadores de telefonía celular en Colombia y otros países crearan planes en los que el uso de WhatsApp fuera ilimitado por un costo accesible para el promedio de usuarios con acceso a un móvil. El éxito de esta herramienta se debe en gran medida a su usabilidad y a la garantía de que la información que circula a través de esta ofrece la mayor garantía de protección de datos personales.
El cambio en la política de privacidad se da por la articulación de todas las empresas de Facebook frente a la necesidad de poder mejorar su publicidad dirigida según el perfilamiento de usuarios activos en sus aplicaciones móviles y páginas web, entre estas WhatsApp. Es bastante recurrente que busquemos algo por Instagram o Facebook y al minuto aparezcan anuncios de empresas ofreciendo los servicios o productos que estamos buscando, como si pudieran leer nuestra mente. Toda esta dinámica se da por algoritmos que permiten perfilar los anuncios pagados por las empresas según los datos que compartimos y las búsquedas que hacemos.
Ahora, es necesario aclarar que WhatsApp no compartirá con las otras empresas del grupo información como mensajes de textos, audios o imágenes que se envíen, sino metadatos. Para esclarecer un poco el panorama sobre lo que significa este cambio en las políticas, vale la pena citar la analogía que hace Pilar Sáenz en un artículo publicado recientemente por la Fundación Karisma: “Si pensáramos en la analogía de una carta enviada por correo físico, los metadatos serían los datos en el sobre”.
Por un lado, genera un gran alivio que los mensajes que circulan de un lado a otro se mantengan encriptados, en otras palabras, que las empresas de Facebook no tengan acceso en ningún momento al contenido de las conversaciones; sin embargo, el debate se genera porque los usuarios cada vez estaremos más expuestos a que el comercio tenga más información sobre hábitos de consumo y tendencias personales a la hora de comprar o tomar decisiones.
Esta situación lejos de ser un tema nuevo, pone sobre la mesa si hay una voluntad expresa de los usuarios a la hora de compartir esta información o si cada vez que aceptamos una política de privacidad de una aplicación que descargamos, estamos a merced de lo establecido en la letra hormiga de los contratos digitales. El tema supera la voluntad individual para situarse en una discusión colectiva y en una mayor conciencia sobre el uso de nuestra información.
Por lo menos por ahora, no sabría si podría irme de WhatsApp.
@tatidangond
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