Democracia en riesgo
La democracia como un sistema legítimo de gobierno no puede estar mediada por quienes a través del uso de la fuerza controlan los resultados para garantizar su supervivencia a costa de la institucionalidad.
Muchos se preocupan por los resultados de las próximas elecciones en Colombia, si llegará la izquierda al poder o si aparecerán nuevas candidaturas que puedan responder a las nuevas demandas sociales y económicas del país.
Sin embargo, uno de los temas que debería centrar la atención nacional es la incidencia que pueda tener la violencia sobre las elecciones. Una vez firmado el proceso de paz con las Farc las condiciones electorales del país cambiaron al punto en el que las elecciones que siguieron a la firma del acuerdo han sido las más pacíficas de la historia colombiana. Ahora estamos ante una realidad muy diferente; se ha perdido paulatinamente la ilusión del proceso de paz, los grupos armados tomaron fuerza durante la pandemia compitiendo con el Estado sobre el control territorial y el asesinato de líderes sociales lejos de ser una cuestión del pasado se torna cada vez más grave.
La democracia como un sistema legítimo de gobierno no puede estar mediada por quienes a través del uso de la fuerza controlan los resultados para garantizar su supervivencia a costa de la institucionalidad.
La democracia colombiana ha estado infectada de los peores virus de los que puede contagiarse este sistema; desde la parapolítica, la farcpolítica hasta la influencia de los carteles en las elecciones a nivel nacional y territorial. A todos estos males se le suma la compra de votos, una práctica ilegal que se alimenta de un sistema de justicia en el que prima la impunidad y en el que estas conductas son vistas con cierta condescendencia.
En medio de todos los posibles males a los que está sujeto el sistema electoral colombiano, el más grave es el uso de la violencia en contra de las libertades políticas y civiles que toda persona debería tener. Si no logramos superar algo tan importante y tan básico para el respeto de los derechos humanos como que la libertad para elegir o para ser elegido se vea amedrentada por la amenaza del uso de la fuerza, no podremos reconocer con plena certeza que los resultados de ninguna elección a cualquier nivel sean el resultado de la autonomía plena de los ciudadanos.
Tampoco podremos llegar a analizar el impacto que tienen dinámicas electorales como la existencia de maquinarias políticas que controlan las regiones en Colombia y que utilizan su poder político para evitar el desarrollo social o económico de los territorios.
Estas maquinarias instrumentalizan con vileza el voto ciudadano, desconociendo un derecho fundamental para el desarrollo de la vida en sociedad, con el objetivo de enriquecerse con la democracia como si esta fuera una organización con ánimo de lucro.
Si Colombia quiere salir de la crisis social y política en la que se encuentra debe apostarle al fortalecimiento institucional de las elecciones, a la apertura política y una transformación de lo que significa trabajar en el sector público. Estos cambios sólo serán posibles si los partidos políticos ejercen los controles necesarios para evitar que sus candidatos participen en prácticas ilegales como la compra de votos o las alianzas con grupos delictivos, y logrando que, sobre todo en las regiones donde hay mayores riesgos electorales, se adopten medidas preventivas para proteger a líderes políticos y electores.
@tatidangond
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