Algo raro debe tener la humanidad para que a pesar de que el cambio climático nos afecte a todos, en diferentes grados, tengamos la osadía de criticar a una joven mujer porque se atreve a decir lo que pocos son capaces, en público, con vehemencia y sin titubear. Greta Thunberg, a quien confieso no conocer antes de su discurso ante la Cumbre Climática de la ONU, se ha convertido gracias a sus palabras y a la pasión con la que las expuso, en un referente del activismo a favor de mejores políticas para medio ambiente.
Las críticas alrededor de ella y de su discurso no solo dan vergüenza, sino que desconocen lo que verdaderamente importa: que cada vez haya más voces exigiendo que el desarrollo sostenible sea una realidad y que se adopten medidas que tengan un impacto real sobre la realidad climática que enfrenta el mundo. Es un error decir que, por ser una adolescente blanca y sueca, tiene menos legitimidad para hablar sobre un fenómeno que es global y que evidentemente también la afecta. Es evidente que el cambio climático afecta en mayor medida a las poblaciones vulnerables, pero al final del día, además de ser un tema que nos perjudica a todos, tomar la vocería sobre las luchas por los derechos y medio ambiente no debe tener requisitos de clase social, país o nivel educativo.
Ridiculizar su discurso con fotografías de ella y de su familia es tratar este asunto con mezquindad, haciendo señalamientos sobre alguien que a su edad tiene más claridad que la mayoría de los adultos sobre lo implica para el mundo la situación crítica en la que nos encontramos. A esto, sumarle los calificativos machistas que la intentan reducir a un acto de “histeria”, cuando todo lo que dijo tiene fundamentos y pruebas que saltan a la vista y que por conveniencia muchos intentan desconocer.
Debemos sentirnos orgullosos de esta nueva generación, cualquiera que sea su nacionalidad, porque mientras todavía escuchamos a líderes globales como Bolsonaro, hablar del cambio climático desde la ignorancia y el sarcasmo, hay una mujer que a sus 16 años le ha dado la vuelta al mundo con un discurso que de ninguna forma debería tener el efecto contrario al esperado.
Es abrumador encontrar tanta información en las redes, resistirse a criticar no es algo fácil, pero lo razonable sería entender lo que hay en el trasfondo y para quién estamos trabajando cuando desconocemos con afirmaciones banales aquello que verdaderamente importa.
Ahora Greta tendrá el reto de aprovechar la imagen que ha creado a partir de su intervención en la Cumbre, tanto para influenciar a qué más jóvenes se unan a la causa, tanto desde el activismo como desde la búsqueda de soluciones y alternativas que se traduzcan en la reducción de las emisiones y en una sociedad menos depredadora de los recursos naturales. Hay múltiples formas de aportar, pero dentro de estas no está claro cómo acabar con la imagen de una nueva líder sea una.
@tatidangond
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