Para quienes hemos crecido viendo en la mesa de nuestras abuelas y madres el libro ¡El Man está vivo! no deja de resultar cercano y familiar la figura del Padre Linero, un hombre que desde su espontaneidad habla de Jesús de Nazaret y de la fe en Dios, contando historias cotidianas que han acercado a muchas personas a la religión católica. Ha sido verdaderamente atípico y positivo que dentro de una institución religiosa, donde la distancia entre el clérigo y lo feligreses se rige por la solemnidad y la rigurosidad de la Iglesia, tuviera tanta fuerza la figura de Alberto Linero, un padre que se comunicaba por Twitter, hincha del Unión Magdalena y que se expresa libremente con las expresiones que hacen parte de la cultura en la que nació y creció.
Su anuncio de retirarse del sacerdocio es la decisión más genuina y sincera que un humano puede tener ante un sinnúmero de personas que lo siguen, lo leen y le creen. De hecho, resulta bastante coherente su renuncia, siempre que si él habla de la felicidad y de cómo encontrarla no puede hacerlo desde un rol religioso que empezó a incomodarlo o a limitarlo.
Colombia ha sido un país muy conservador, donde culturalmente todo ha sido un tabú, donde los trapitos se lavan en casa a pesar de que los chismes corren bastante rápido. El anuncio de Alberto José Linero es un alivio para una sociedad que vive cargada de secretos y apariencias para encajar dentro de los parámetros sociales, culturales o religiosos. Esta decisión es el ejemplo de lo que debe buscar un ser humano: la libertad plena.
Sus palabras –que fueron bastante honestas y que han quedado plasmadas en varias declaraciones– muestran a un ser humano que quiere ser feliz creando relaciones humanas que vayan más allá de su labor como sacerdote.
En la entrevista que le ha hecho EL HERALDO sobre el anuncio de su retiro, hace una declaración que debería ser tema dentro de la religión, un debate que debe abrirse, como lo es que el celibato debe ser opcional. Evidentemente su visión recoge una perspectiva que obedece a la realidad del ser humano, a su realización y al hecho de que la Iglesia debe cambiar figuras que resultan difícilmente sostenibles en la actualidad.
Alberto José Linero, sin lugar a dudas, representa muchas cosas del Caribe colombiano, en particular la coexistencia de instituciones muy conservadoras, de la mano de música, recocha y un humor liberador.
tatianadangond@hotmail.com
@tatidangond
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