
Gol del Fútbol
La nueva gerencia puede darnos la gloria futbolística y en el proceso transformar la industria del fútbol. Debe desenredar los actuales contratos e implementar las mejores prácticas. Con el fútbol regresando en septiembre, si la meta es volver al pasado, ya perdimos. Un nuevo dorado no está lejos del alcance.
El potencial es inmenso y no es solo en la cancha. Atrás van quedando las épocas de vínculos turbios, mientras avanza la profesionalización de su gerencia. Para cada niño y cada vez más niñas, el fútbol hace parte integral de su infancia, son marcas arraigadas en el alma. Las épocas de dependencia en la boletería y venta de jugadores dan paso a los derechos de transmisión y e-games. La pandemia está poniendo a prueba los márgenes de solvencia, acelerando la necesidad de cambio. Si bien esta nueva realidad pone en riesgo a los pequeños, la nueva gerencia puede cambiar todo.
Pensando en proteger el sector, en los 80’s Colombia aplicó los decretos italianos anti-mafia. La intención de convertir el fútbol al altruismo, prohibió el lucro. Una extraña decisión de asimilar aportes a acciones, nos dejó en el peor de los mundos: el negocio por debajo de la mesa y algunos nexos raros. La conversión hacia sociedades anónimas, si bien no democratizó la propiedad como se esperaba, reconoció la importancia de la solidez financiera. Cuando era sin de ánimo de lucro nadie respondía. Millonarios acabó quebrado y sin cancha para practicar.
Implementar el Fair Play financiero estilo UEFA es trascendental. Los equipos no podrían gastar más de lo que les ingresa. La transparencia contable haría más difícil ordeñar o inflar balances. Se exige estar al día con deudas, incluyendo las laborales. Al limitar la compra/venta, se premia la inversión en canteras y el talento nacional. Por ley estas buenas prácticas se deberían extender a todo el deporte. Hacia adelante, la clave es mantener el balance entre equipos grandes y chicos, crecer el ponqué y garantizar estabilidad para todos.
Los ingresos de boletería, fundamentales para los chicos, son insuficientes para hacerlos competitivos. Garantizan el vínculo con el hincha, pero son los más golpeados por la pandemia. Tampoco se puede depender de la venta de jugadores, ya que no es recurrente. La Dimayor puede ayudar a través de la negociación colectiva garantizando el balance. En marketing, por ejemplo, un fabricante tipo Nike o Adidas podría asumir la camiseta de toda la liga, y al mismo tiempo permitir que cada equipo tenga patrocinios individuales en la suya. De esta manera se da un ingreso mínimo a todos, pero deja que cada equipo pueda sumar más.
En las ligas europeas, la transmisión nacional de TV y radio constituye más del 40% de los ingresos de los equipos. Con las plataformas digitales queriendo transmitir contenido, la Dimayor debe auspiciar un proceso competitivo que aumente esta contra-prestación. Actualmente este contrato por suscriptor es cinco veces más pequeño que el de Ecuador. Podríamos ver un clásico a través de Rappi o alertas de gol en Facebook, mayor competencia son mayores recursos. Esto complementado con desarrollos inmobiliarios liderados por los equipos daría nuevos ingresos. El equipo es un imán para el hincha, las APPs deportivas están tomando fuerza a nivel mundial.
La nueva gerencia puede darnos la gloria futbolística y en el proceso transformar la industria del fútbol. Debe desenredar los actuales contratos e implementar las mejores prácticas. Con el fútbol regresando en septiembre, si la meta es volver al pasado, ya perdimos. Un nuevo dorado no está lejos del alcance.
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