Hoy se instala el Trigésimo Sexto Congreso Nacional de Arquitectura y Urbanismo. Buena cosa, porque significa un reconocimiento a Barranquilla y al Atlántico por su sobresaliente posicionamiento en el país y, claro, a la gestión del barranquillero Alfredo Reyes presidente nacional. Para destacar el apoyo de Gobernación, Alcaldía, Área Metropolitana, y la empresa privada, y la esforzada labor del presidente local,  Esteban Páez Correa. Hoy, próximos a un cambio de gobernantes, el evento tiene una especial connotación porque significa un imperativo  llamado para que los ojos estatales vuelvan a enfocarse en la experta asesoría y acompañamiento de la Sociedad Colombiana de Arquitectos.

Es que la arquitectura y el urbanismo son las bases de la convivencia. Los primeros conglomerados humanos tuvieron que decidir diseño y  distribución de chozas, iglús, tenderetes, y hasta cuevas, de acuerdo con la capacidad y disponibilidad de dichos asentamientos. Y en la medida en que se consolidaron y crecieron hasta convertirse en poblaciones, más evidente fue la necesidad de la aparición de una disciplina que organizara las actividades  humanas, vale decir, la arquitectura y el urbanismo que, obvio, debieron ser reglamentadas por instancias oficiales, pero nunca olvidadas o desdeñadas como determinante consultor de la planificación.

Barranquilla no ha sido totalmente ajena a dicho requerimiento, y es así como, por ejemplo, una era ayer nuestra fisonomía urbana, muy distinta a la que hoy tenemos con el buen diseño y la construcción del Malecón, que nos entregó el río: Somos otra ciudad. Y el Departamento también hace señales al contratar urbanistas para que establezcan un primer esquema de reglamentación de usos y densidades para la gran franja de terreno comprendida entre la actual vía Circunvalar y la denominada Circunvalar de la Prosperidad la cual, aunque el trazado haya ignorado la necesidad del desplazamiento hasta el aeropuerto (hoy hay que tomar la carreterita de Caracolí), y haya descartado un adecuado tratamiento urbanístico a los sectores de Villa Campestre, ya está en su mayor parte construida, y es un importante avance. La gran franja objeto del esquema solicitado tiene un área mayor que la que actualmente ocupa la ciudad, por lo que debe contar con el aporte de todos, y  ser minuciosamente planeada con miras a un muy largo plazo, o sea, futurista.

Sería definitivo que el Plan propuesto no se limite al área entre las dos Circunvalares, sino que se extienda a todo el Departamento, y contemple que el Área Metropolitana incluya a Sitionuevo y otros municipios del Magdalena, para dejar de ser en el mundo la única capital de ribera desarrollada en sólo una de sus orillas.

Profesionales de todas las disciplinas, hasta legos, y sobre todo gobernantes, deben escuchar y atender el mensaje que, con la participación de expertos y connotados conferenciantes tanto nacionales como extranjeros, envía hoy la SCA en procura de un versado y armonioso desarrollo regional y urbano. Seguro será un éxito.

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