La andanada mediática contra Trump hace recordar la satanización que en el plebiscito montaron aquí contra el NO, tal, que al encuestado le daba pena reconocerlo, y las encuestas, entonces, daban 70 -20 por el sí. Pasará igual en USA. Es que los medios aún no aceptan que cada vez mueven menos opinión. Aquí, por ejemplo, da risa que algunos periodistas y columnistas locales lo critican como si pudieran influir sobre los gringos. Soberbios e ilusos: No influyeron en su patio, menos lo harán allá. Trump no es propiamente un tipo simpático. Pero tiene claro que su misión no es caerle bien a nadie, sino regresarle a su país el sitial que mantuvo hasta que llegaron los Obama y los Clinton, cual Santos aquí, a desbaratar la cosa, o sea la casa, la autoridad, el respeto, los valores morales, el orden, el desarrollo.

Tal como aquí en Colombia constataremos, cuatro años son insuficientes para recomponer totalmente los daños de una administración funesta. Para remate, se interpuso la pandemia, el “china virus” que  perturbó la fluidez que traía el propósito “America Great Again”, al que corresponde revitalizar para mantener el liderazgo occidental que había estado en vías de desaparecer a causa del tal “socialismo progresista” de las izquierdas que se andan abiertamente radicalizando y, mimetizados tras un ropaje ideológico buscan ahora, no con Biden, quien no luce con la suficiente firmeza de carácter, sino con Kamala Harris, candidata vicepresidencial confesa partidaria de todos los despropósitos antivalores y seguidora fiel de los Clinton, y pretenden recuperar todo lo que Trump en estos años les viene desbaratando, aunque hayan dejado sembrada la semilla del irrespeto a la autoridad, de la protesta vandálica y los desmanes, brotes que toca fumigar en el próximo gobierno. Por ello es tan importante la posesión de Amy Coney Barret como nueva magistrada, quien defenderá los valores morales, y asegura una mayoría que no dará paso a la indecencia.

Las izquierdas radicales, gradualmente infiltradas en casi todos los estamentos, claro, alborotan, pues encajan el golpe, y de ahí los ataques a las firmes posiciones de Trump ante algunas naciones, pero sobre todo ante algunos entes internacionales que venían inclinándose hacia tendencias anti gringas y antivalores. La misma ONU y hasta la OEA mostraban claras señales de irrespetuosa displicencia hacia las posiciones y políticas americanas. Y hasta el pro gringo BID se mostraba pálido con los países amigos de sus intereses, así que la designación de Mauricio Claver-Carone como su presidente asegura una más lógica distribución de los créditos. 

Antes de la pandemia USA venía volando. Todos contentos. Al norteamericano del común le sobra patriotismo, y están felices porque su país volvió a ser grande y respetado. Y al inmigrante le encanta haber sido acogido en la nación de sus sueños. Por ello, otra vez contra las encuestas, Trump ganará con el voto de quienes se sienten grandes y quieren conservar su condición, respondiendo al nuevo eslogan: keep great.

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