El ciclismo por aquí no mueve tanta aguja. La gente lo sigue, pero punto. Sin demasiadas emociones, sin fanatismos, hay alegría cuando ganan lo que han ganado, que si algún Giro de Italia o el Tour del Porvenir y, claro, alguna vez la Vuelta a España, y una que otra etapa de alguna carrera, pero hasta ahí, porque la cosa no ha sido ni recurrente ni continuada, así que tampoco bombos y platillos. Sabíamos de Lucho Herrera, de Nairo Quintana, y sobre todo del desparpajado Rigoberto Urán, pero los registrábamos como buenos corredores que en el Tour hasta lograban segundo lugar. Además, la Vuelta a Colombia para los directivos cachacos era, para variar, sólo cosa de montaña, y poco se esforzaron en estimular corredores de terreno plano, velocistas de ruta, que de pronto si la comenzaban en Riohacha hasta, digamos, Montería, habría por aquí más afición, y mayor entusiasmo. Y hasta pudiera haber varios corredores caribeños. Total, nada que ver. O no mucho que ver. Sin embargo, la apatía se acabó con Egan durante la última semana.
El sueño cumplido con el gran triunfo del joven ciclista Egan Bernal no fue solamente el de él, su familia, su equipo y patrocinadores y, claro, de los seguidores de tan esforzada disciplina, sino sobre todo el de los periodistas deportivos paramunos, que llevaban años atiborrándonos con lo superhombres que eran los bicicleteros colombianos, léase paisas y boyacenses, lo bien que les iba internacionalmente en dicho deporte, y mostrándonos los poquitos triunfos que venían obteniendo desde el ‘Zipa’ Forero y Ramón Hoyos, como si fueran algo único, fuera de serie. Nunca destacaron tanto a los campeones mundiales de boxeo, ni a Hellmut Bellingrodt y otros medallistas olímpicos que le sucedieron, ni a Farah y a Cabal, quienes en hazaña similar ganaron en dobles un Wimbledon; y si ponderaban a Mariana Pajón o a Katherine Ibargüen nunca fue con tanto despliegue. Dicho sea de paso, lo hacen también con la Selección Colombia, que no le ha ido mal, pero tampoco lo bien que el periodismo andino quiere mostrar, con sonoro eco en el periodismo Caribe. Pero, ¡Al fin con Egan se desquitan, y se están despachando!! Y con toda razón.
Con todos los ojos y las esperanzas puestos en Quintana y hasta en Urán, ese principiante muchachito llegó de fly como gregario de dos grandes del ciclismo. El líder era Geraint Thomas, ganador del Tour anterior, todo un campeón. Había que trabajar para él. Normal. Después supimos que era también campeón de la generosidad, del desprendimiento: Sin egoísmos apoyó al novato para que tomara el liderazgo, para que ganara, cosa que evidentemente lo satisfizo. Egan es una estrella. Todo humildad y ganas de aprender. Su llanto conmovió al mundo. Su cuadro familiar en función del joven, su esfuerzo económico y físico, su gratitud con Thomas, con el equipo, con todos, expresada en cuatro idiomas logró que los ojos del Caribe, y los del mundo entero miraran hacia él. Y que nos volviéramos hinchas del ciclismo.
Así que apoyemos el despliegue mediático. Esta vez sí.
rzabarainm@hotmail.com
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