Una luz de esperanza brilló la semana pasada, cuando la Cámara de Comercio de Bogotá, la Universidad del Rosario y Corferias anunciaron que durante tres días, con la participación de expertos del Centro para la Ética Dalai Lama, de la Universidad de Yale, y del MIT, habían organizado una reunión de inducción para los magistrados de la Corte Constitucional, del Consejo Superior de la Judicatura, los presidentes de la Corte Suprema de Justicia y del Consejo de Estado, y algunos otros altos funcionarios de la rama judicial, con el fin de revisar “asuntos alrededor de los valores que deben inspirar a los jueces”, y además tratar el fortalecimiento de la justicia, y cómo ésta “debe cumplir un papel transformador en la sociedad colombiana”. Obviamente, semejante esperanzador enunciado, amén de la calidad y el prestigio de las invitadas entidades privadas participantes como inductoras, y pese a que tres días lucían muy poco para tamaña tarea, el anuncio llenó de ilusión a todos los colombianos.
No se conoce aún el resultado de la inducción. Sin embargo, no se puede dejar de imaginar el tremendo trabajo que le costó a los inductores introyectar a los reunidos el tema de la ética y los valores, y darles claridad sobre lo que la equidad y la imparcialidad significan como transformadores de la sociedad. Si lo lograron, viene luego la dificultad para que, una vez entendidos los propósitos de tan loable misión, los inducidos se dispongan a de una poner en práctica lo aprendido. Porque el problema es de equidad en aplicación de justicia, y no de velocidad, puesto que los inducidos se han mostrado rápidos en decidir, entre otros ejemplos, sobre dejar libre a Santrich para que pudiera volarse, y en mantener encanado al ex ministro Arias. Confiemos en que muy pronto el país se enterará si en la reunión se llovió sobre mojado, o si realmente tuvo el éxito esperado.
Es que el tema de la llamada a indagatoria a Uribe recuerda el caso del tipo al que robaron una escopeta adquirida en Indumil varios años atrás, pero se negó a denunciar porque podía terminar envainado, pues podría malinterpretarse que nunca renovó la tenencia ni pagó lo que suponía el costo de tal renovación, así que, aunque convencido que la policía muy pronto daría con el ratero, prefirió perder el arma. Ya le ocurrió a Uribe, quien fue a denunciar y terminó denunciado.
Ojalá la reunión haya surtido efecto, y las cortes vuelvan a actuar en estricto derecho, desprendidas de trasfondos políticos y del sesgo antiuribista que las agobia, para que no empeore su imagen de parcialidad, y no nos resulten embarcando en impredecibles situaciones. ¡Qué susto!
Coletilla porteña: Buena iniciativa la del senador Cepeda el bueno, el barranquillero Efraín, pues a Puerto Colombia llegan todas las basuras y desechos que en su recorrido recoge el río, así que es apenas justo que todo el país pague por su disposición final.
Coletilla social: ¡Qué pena! Disculpas para las protagonistas del Cartel del Bombón por la inexcusable omisión del jueves pasado.
rzabarainm@hotmail.com
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