Como en Chile
La amenaza sigue latente, y el rechazo sigue pálido. No sigamos esperando esa mesura que en Cuba y en Venezuela nunca llegó. Basta de esa tonta oposición que critica los tenis de la Vélez, o el bailao de Verónica, o los viajes de Francia. No más inanes críticas por trinos de quienes son considerados líderes de opinión. Los gremios deben exigir seriedad, los políticos entablar las demandas que sean pertinentes contra los funcionarios que causan pánico financiero o detrimento patrimonial, y el votante, en las regionales, pasar la cuenta de cobro.
El gobierno Petro va mal, y empeorando. Claro, él no sabe gobernar –lo demostró en su paso por la alcaldía–, lo que sabe es oponerse, pues en su vida no hizo cosa distinta. Petro llegó al poder y, para confirmar su vocación, se está oponiendo con éxito a su propia gestión: No en vano las encuestas señalan que en los últimos tres meses su desaprobación pasó del 48 al 61 %, todo un récord, pero no generado por sus opositores, sino por su incapacidad. Es que los gobiernos requieren equipo, y él es solo él. Los demás no cuentan.
Su reciente declaración ungiéndose como “jefe” del fiscal por ser él, presidente, jefe de Estado, no es cosa de ignorancia ni mucho menos torpeza, sino la clara muestra de sus verdaderas intenciones, del autócrata que es, todo un atropello a la independencia de poderes. Afortunadamente el fiscal ripostó y la Corte se pronunció aclarando que no era ningún jefe del fiscal.
En España, mientras disfrutaba de la pupera que siempre ha criticado, mientras se codeaba rodeado de los tan odiados “ricos”, lanzaba cargas de profundidad contra su propio casco, el poder judicial que lo puede perforar. El lobo no asomó las orejas, sino que se salió del todo a mostrar su condición, aunque tratando aún de disimular su verdadera piel que todo el mundo conoce, pero a la que solo se opone él mismo. Porque en el Congreso la cosa, pese a su esfuerzo destruyendo su propia coalición y rechazando a los partidos, no cambió mucho, y aunque perdió a Roy, su tornadizo alfil del Congreso, el PND pasó. Algo peluqueado, pero pasó porque los otros partidos no quisieron quedarse sin mermelada y, sí pero no, se abstuvieron de negarlas de plano, como correspondía en una coyuntura propicia para salvaguarda de la patria, oportunidad que se perdieron los godos. Guardan las formas y algo bloquean, pero no es suficiente.
La amenaza sigue latente, y el rechazo sigue pálido. No sigamos esperando esa mesura que en Cuba y en Venezuela nunca llegó. Basta de esa tonta oposición que critica los tenis de la Vélez, o el bailao de Verónica, o los viajes de Francia. No más inanes críticas por trinos de quienes son considerados líderes de opinión. Los gremios deben exigir seriedad, los políticos entablar las demandas que sean pertinentes contra los funcionarios que causan pánico financiero o detrimento patrimonial, y el votante, en las regionales, pasar la cuenta de cobro.
Queda la esperanza de un rechazo mudo, que hable solo en las urnas y que en las regionales, a liberales, la U, godos y petristas les vaya como a Boric en Chile.
rzabarainm@hotmail.com
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