Ciudad Riomar
Puerto Colombia, por su parte, es icónico lugar cargado de historia, ya los cachacos entendieron su importancia y aportaron para el primer tramo de la reconstrucción del muelle. Pero son sólo doscientos metros, y la obra hay que terminarla. No hay derecho a que se quede con esa tímida dimensión, y su culminación debe ser propósito de todos. Lo lógico sería comenzar por la restauración del muelle propiamente dicho, que su especial diseño para soportar el embate de los barcos anclados le ha permitido mantenerse en pie pese al feroz oleaje. No se puede dejar perder.
Para continuar con la lata de sugerir la conformación de una “Bancada del Atlántico”, así sea arando en el mar se insiste, puesto que no se trata de presentar obras o proyectos nuevos sino de, aprovechando la proximidad del inicio de las sesiones del Congreso, pedir apoyo e impulso a los que están programados e incluso iniciados y que, para culminarlos exitosamente, requieren inyección de dinero por parte de la nación, y así aquí en el Departamento lograr montos similares a los que se han venido invirtiendo en territorios del interior del país.
Dos ejemplos: Ubicados en la más importante esquina del país, carrera Mar Caribe con calle Río Magdalena, denominada “Esquina del Desarrollo”, tenemos que el alcalde Pumarejo inició trabajos en la Ciénaga de Mallorquín para abrirla al público, senderos sobre pilotes que ofrecerán una más cercana visión del cuerpo de agua, y la contemplación de fauna flora y paisajes especiales, proyecto ambiental que ha merecido elogios y distinciones internacionales. La ayuda de la nación ha sido determinante, pero se trata de un proyecto costoso que requerirá sustancial inversión para construirlo en su totalidad y tal como establecen los diseños.
Empero, y tan importante como los senderos y paseos, es la accesibilidad al punto y, sobre todo que se haga realidad la vía de dos calzadas que, paralela al río llegue franca a Puerto Mocho y continúe hasta el gran espectáculo que en la punta del tajamar occidental ofrece el encuentro del río con el mar. Nos convertiría (ya se comenzó con el Malecón urbano) en una verdadera ciudad de rivera.
Puerto Mocho es un caso especial, pues se trata de playas en territorio barranquillero. Sus favorables condiciones marinas, el río no alcanza a contaminarlo y su oleaje es menor que el del mar de Puerto Colombia indican que una vez se tenga el malecón de ribera, debe provecharse como el balneario y solaz de la ciudad, y complementarse con una vía cuidadosamente diseñada para que no interrumpa el flujo hidráulico Mallorquín – mar, conectándose con Punta Rocas para cerrar el circuito riomar. Una decidida inversión nacional que podrían gestionar nuestras bancadas.
Puerto Colombia, por su parte, es icónico lugar cargado de historia, ya los cachacos entendieron su importancia y aportaron para el primer tramo de la reconstrucción del muelle. Pero son sólo doscientos metros, y la obra hay que terminarla. No hay derecho a que se quede con esa tímida dimensión, y su culminación debe ser propósito de todos. Lo lógico sería comenzar por la restauración del muelle propiamente dicho, que su especial diseño para soportar el embate de los barcos anclados le ha permitido mantenerse en pie pese al feroz oleaje. No se puede dejar perder. ¡Hay que empezar por ahí! Una vez restaurado y reforzado, se debe acometer la continuidad de lo ya iniciado, para contar con el monumento completo, por donde toda la modernidad entró al país.
Si la bancada del Atlántico y la del Caribe logran en este período las inversiones mencionadas, podremos decir que cumplió su cometido.
rzabarainm@hotmail.com
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