Indignan las imágenes de una supuestamente pacífica y ordenada protesta –con las que amenazó Petro– donde en la Plaza de Bolívar a pleno sol aparecen numerosos vándalos atacando ferozmente a piedra y palo a los agentes del orden, sin que estos hagan nada diferente a parapetarse detrás de sus escudos para que ningún proyectil atraviese la barrera y los lesione. No pueden reaccionar. Tal como aquel soldado que en alguna ocasión se quedó inmóvil e impotente frente a un supuesto indígena que en desafiante actitud puso un machete en su garganta, así lucían los policías: Sin reacción ante tamaña agresión. ¡Y pobre del agente que reaccione! Le caen rayos y centellas, lo envainan feo, porque la ley está contra ellos. Pero los vándalos además de agredir a policías destruyen vitrinas, monumentos y fachadas con tal desfachatez que ni siquiera se cubren el rostro. Al igual que atracadores y malandros, no les importa que los identifiquen. Saben que nada les pasará, porque paradójicamente están protegidos por la ley.
“Serán individualizados y judicializados”, dicen las autoridades. Pero son miles los delincuentes que individualizados y judicializados al poco tiempo salen a la calle a repetidamente reincidir, y repetidamente la Policía los captura, en una especie de cuento del gallo capón. La excusa es que para muchos delitos se contemplan solo penas muy cortas que permiten detención domiciliaria, cosa que alivia la grave situación de hacinamiento en las cárceles. O sea, si bien el gobierno no incluye presupuesto para construir más cárceles, en el Congreso tampoco presionan esas partidas, ni nada hacen por corregir unas leyes exageradamente garantistas con los malandros, que a la vez son lesivas para la ciudadanía.
Porque no les importa. Para ellos la reforma a la justicia es que se elimine el Consejo Superior de la Judicatura, los períodos de magistrados, como elegir fiscal o cualquier otra cosa que sirva a sus partidos para demostrar supremacía política. No les importa el irrespeto a la autoridad, ni la seguridad de la gente ni el futuro del país. Lo acabamos de ver en la discusión a las objeciones a la JEP: Duque objetó seis del montón de artículos del proyecto, de los cuales dos son tremendamente inconvenientes. Hay que evitar trabas a la extradición tan temida por los narcotraficantes y poner la lupa para que no haya colados en los beneficios. Es apenas lógico, pero no les importa el país. El uribismo y los godos no alcanzan mayoría, así que los otros partidos quieren a cualquier costo derrotar a Duque para que aprenda que sin mermelada no puede gobernar, y empiece a repartirles burocracia. Los de la U y muchos liberales, vaya y venga, venían ahítos, les dieron de todo para aprobar el acuerdo y lo que fuere. Pero a Gaviria no le pega favorecer a los narcos y es insólito que Vargas Lleras ande en eso. Es que los jefes políticos y los legisladores parecen extraterrestres, aliens de otro planeta, viven su mundo, no les importa la gente sino sus propios apetitos y sus intereses políticos.
rzabarainm@hotmail.com
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